A menudo se habla del instinto maternal, pero la duda siempre está en si también existe un instinto paternal; es decir, en la supuesta capacidad especial del hombre para la crianza de sus hijos. Distintos trabajos científicos parecen demostrar que sí, como se explica a continuación: desde estudios que han comprobado que los padres pueden reconocer el llanto de sus bebés igual que las madres, hasta aquellos que constatan los cambios hormonales (descenso de testosterona y aumento de estrógenos) que los varones experimentan durante y después del embarazo.
¿Instinto paternal? Padres que reconocen el llanto de sus bebés
Existe un instinto paternal. Al menos eso se desprende de algunos estudios que han demostrado que ciertas capacidades y cambios hormonales no son exclusivos de la mujer durante y después del embarazo. La fisiología del hombre también se prepara, a su manera, para criar a su descendencia.
En un estudio reciente, expertos franceses y británicos se propusieron comprobar si era cierto que solo las mujeres podían reconocer el lloro de sus hijos, gracias a su supuesto instinto maternal del cual los varones, en teoría, carecían. Realizaron la prueba con una treintena de grabaciones de llantos y el grado de acierto de los hombres fue similar al de las mujeres.
«El único factor crucial que afecta a esta habilidad es la cantidad de tiempo que cada persona pasa con sus bebés», afirman por las conclusiones del trabajo, que también destacan la importancia del aprendizaje y de compartir tiempo con el niño en el desarrollo de esta capacidad.
El instinto paternal, una cuestión de hormonas
Muchos de los principales hallazgos en este sentido se relacionan con la testosterona, considerada la hormona masculina por excelencia, dado que está vinculada con el deseo sexual, la competitividad y la agresividad. En promedio, los varones producen 20 veces más testosterona que la mujer. Pero ¿qué sucede cuando el hombre se convierte en padre?
Tras el nacimiento de un hijo, la producción de testosterona en el varón se reduce, lo cual contribuiría a darle un comportamiento más estable. Así lo confirmó una investigación realizada en Estados Unidos y Filipinas, que analizó a un grupo de 624 hombres, primero cuando tenían 21 años de edad y luego cuando tenían 26.
Los resultados del estudio indicaron que los varones más propensos a convertirse en padres fueron los que, en la primera etapa, tenían niveles más altos de testosterona, pero que fueron estos los que experimentaron una caída más pronunciada en esos niveles en la segunda fase. Más aún, ese descenso había sido mayor en los que dedicaban al menos tres horas diarias al cuidado de sus hijos; y todavía más notorio, cuando los hombres compartían la misma habitación y la misma cama con sus pequeños.
Antes de ser padres: menos testosteronas, más estrógenos
Pero los cambios no se producen solo cuando el varón ya se ha convertido en padre y convive con su hijo, sino antes, desde el propio embarazo. Un trabajo efectuado por investigadores de la Universidad de Queen’s en Ontario (Canadá) detectó un descenso en los niveles de testosterona de los hombres cuyas parejas se encontraban en estado.
Los científicos también hallaron menos cortisol, conocida como la «hormona del estrés», ya que el cuerpo la segrega en mayor cantidad como respuesta a ese tipo de situaciones. En cambio, el mismo estudio comprobó que los futuros padres tenían mayores niveles de estradiol, un tipo de estrógeno considerado dentro de la familia de las hormonas sexuales femeninas.
«La importancia fisiológica de estos cambios hormonales, si existe, es desconocida», apuntaban las conclusiones del trabajo, pero resaltaban el hecho de que tanto el estradiol como la testosterona «son hormonas conocidas por influir en el comportamiento maternal».
Sería un error, en todo caso, suponer que el varón se feminiza cuando va a ser o cuando se convierte en padre. De lo que se trata es que la naturaleza lo prepara para la paternidad.
Embarazo psicológico y caída del deseo sexual en los hombres
Algunos se involucran tanto durante la gestación que los cambios hormonales que experimentan son aún mayores. Pueden sufrir síntomas parecidos a los de las mujeres, como mareos, náuseas, vómitos y aumento de peso. Es lo que se llama embarazo psicológico, que existe también en hombres. Esta circunstancia en general no es preocupante, salvo que se convierta en algo demasiado intenso, ante lo cual convendrá acudir a un especialista.
Por otra parte, una de las consecuencias del descenso en los niveles de testosterona después del nacimiento de un hijo es la reducción del apetito sexual. No es el único factor. También el cansancio y el estrés que produce la llegada de un bebé a la familia, tanto para él como para la mujer, contribuyen a tal situación.
Existen medidas que se pueden tomar para combatir esa falta de deseo: entre otras, una buena comunicación, descansar todo lo que se pueda, evitar la depresión posparto y tener en cuenta que las relaciones sexuales no constan solo del coito, sino que también están las caricias, los masajes y muchas otras maneras más allá de la penetración.