Ellos mismos lo reconocen en la encuesta ESTUDES 2021, sobre el uso de drogas en Enseñanzas Secundarias en España: empiezan a beber alcohol cuando solo tienen, de media, 14 años, y un año después ya lo hacen todas las semanas. Como se desprende en el sondeo, el 74 % de los estudiantes de entre 14 y 18 años ya ha probado el alcohol y en el último mes, el 28 % ha bebido en forma de atracón (binge drinking) y el 23 % se ha emborrachado (el 48 % lo ha hecho alguna vez). Además, el 41 % confiesa que ha hecho botellón en el último año. Y no dudan en comentar que les ha resultado fácil hacerse con las bebidas alcohólicas, a pesar de que su venta está prohibida a menores de 18 años.
La encuesta no lo menciona, pero muchos de los adolescentes se inician o reinciden en su consumo en las fiestas, tal y como advierten desde la Asociación DUAL. Las romerías, los conciertos, las verbenas, las peñas de pueblos y distintos eventos lúdicos, muchos de ellos en lugares públicos al aire libre como calles, plazas, parques y playas, son los entornos preferidos para ese primer contacto con el alcohol. Y ahora, el calendario veraniego está plagado de ellas.
Por qué beben los adolescentes
Los chavales se reúnen en las fiestas populares con los amigos de toda la vida, con aquellos que hace tiempo que no ven y con otros jóvenes que acaban de conocer o están a punto de hacerlo. Y por curiosidad, por sentir emociones nuevas, por imitación, porque piensan que van a ser mejor aceptados por el grupo, porque consideran que es divertido y anima la fiesta, porque creen que favorece las relaciones sexuales… beben por primera vez alcohol, y a veces, en grandes cantidades. Algunos, incluso, lo mezclan con bebidas energéticas. Y, muchos de ellos repiten en la siguiente jornada festiva, normalizando su consumo en este tiempo de ocio.
Además, apenas ven riesgo en beber. De hecho, como se apunta en el estudio citado, el alcohol es la sustancia que se percibe como menos peligrosa, con una diferencia notable frente a todas las demás (tabaco, cannabis, hipnosedantes, cocaína…). Hasta señalan que les compensa emborracharse, como se destaca en el ‘Barómetro Juvenil sobre Salud y Bienestar 2021‘, del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud, Fundación FAD Juventud.
Efectos del alcohol en los menores de edad
Y eso que los efectos que el alcohol tiene sobre el organismo son numerosos. Más en el caso de niños y adolescentes por el hecho de no tener todavía las estructuras del cerebro completamente desarrolladas.
Y aún más en este tiempo de pandemia en el que la salud mental de los jóvenes está tan comprometida. Los cuadros de ansiedad asociados a cierto ánimo depresivo son una realidad muy palpable en este colectivo. “El alcohol es un depresor del sistema nervioso central con lo cual, si tenemos un cuadro ansioso-depresivo de base y lo regamos con alcohol, lo estamos alimentando para que empeore”, asegura Raúl Izquierdo, psicólogo y técnico de la Asociación DUAL, que ha lanzado una campaña, financiada por la Delegación del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas del Ministerio de Sanidad, con el fin de alertar de este consumo y que tiene como lema ‘Este verano te la vas a jugar’.
El alcohol, por tanto, no ayuda a nuestros hijos, aunque en un principio les pudiera parecer lo contrario. Y es que, en relación con la concentración de alcohol en el organismo (llega a estar unas 18 horas en el cuerpo desde su ingesta), los efectos que pueden darse son los siguientes:
- Al comienzo produce bienestar y alegría; se incrementa la sociabilidad. El adolescente está eufórico, desinhibido y hasta relajado. “Esta primera fase puede llevar a que el menor entienda que está mejorando de sus síntomas gracias al alcohol. Esto es peligrosísimo porque está en un periodo de formación de su cerebro y desarrollo de su personalidad”, puntualiza Izquierdo.
- Seguir bebiendo dificulta los movimientos y pensamientos del adolescente. No coordina, anda a trompicones, ve mal, habla de forma incoherente, tiene sueño y aparece el cansancio. Es un peligro con la moto —para el coche aún no tiene edad— y es más sencillo que caiga en el sexo sin protección y que se meta en líos (discusiones con amigos, peleas…) o cometa delitos (agresiones, robos, violencia de género…).
- Si el consumo aumenta, se puede producir una intoxicación aguda, coma etílico o la muerte.
Además, si es un consumo crónico (habitual):
- El cerebro resulta muy dañado. Junto a la abstinencia alcohólica y el delirio por abstinencia, también son comunes otros trastornos (amnésico, psicóticos, del estado de ánimo, de ansiedad o del sueño) y disfunciones sexuales.
- El fracaso escolar es más frecuente. Las pruebas de memoria verbal y no verbal, concentración y ejercicio de las habilidades espaciales son peores en los jóvenes que beben, como explican desde el Grupo de Educación Sanitaria y Promoción de la salud del PAPPS de la semFYC (Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria).
- Lo sufre el resto del cuerpo, sobre todo el hígado y el corazón. Hipertensión arterial, gastritis, úlcera gastroduodenal, cardiopatías… son algunas enfermedades relacionadas con el alcohol.
Los expertos médicos insisten en que no hay que olvidar que el alcohol es uno de los factores más importantes del embarazo no deseado e infecciones de transmisión sexual (ITS) en adolescentes. Además, la disponibilidad de alcohol tiene un papel determinante en los intentos de suicidios y suicidios consumados.
Diez consejos para prevenir el consumo temprano de alcohol en tus hijos
Acabado el colegio y en un entorno que favorece el consumo de alcohol —su oferta a muy bajo coste en horarios nocturnos ha ido en aumento—, el papel de los padres y las madres en su prevención resulta fundamental. Y este verano todavía más.
Por lo general, en esta época del año, los progenitores suelen aliviar las medidas de control sobre sus hijos, pues identifican sus lugares de verano como espacios familiares y seguros. “Acudimos a ellos con una gran necesidad de despresurizar y relajarnos, tanto que los adultos solemos bajar la guardia en nuestra labor de control y supervisión sobre nuestros hijos”, asume Izquierdo. Pero no hay que confiarse: el consumo de alcohol se da más cuando los menores están mucho tiempo fuera de casa, sin supervisión y disponen de dinero.
Y este verano, además, se puede caer en el error de dar más manga ancha, pues todos queremos disfrutar de la normalidad, celebrar la retirada de las restricciones impuestas por la pandemia. Sin embargo, es más necesario que nunca que los padres y las madres ejerzan sus roles paternos y maternos, supervisen las actividades de sus hijos y den ejemplo.
Para ayudarles en esta labor, desde DUAL han preparado un decálogo que sirva a los progenitores para orientarles a hablar con sus hijos de una manera “abierta, dialogante y no autoritaria”, con el objetivo de que puedan anticipar los riesgos a los que tendrán que enfrentarse este verano.
- 1. Mostrar cercanía. Comunícate con tu hijo. Debes resultar razonable y confiable. Muéstrate compresivo y solidario.
- 2. Anticipar. Adviértele de que este año lo más probable es que en su grupo de iguales se sentirá presionado para probar el alcohol y que será difícil continuar sin hacerlo. “Este verano te la vas a jugar”, dile.
- 3. Posponer. Recuérdale que no hay prisa por probar el alcohol, que ahora no toca, que no tiene por qué hacer ahora algo que podrá hacer más adelante.
- 4. Reconocer. No te olvides de pedir su opinión sobre este asunto. Pero hazlo sin juzgar, valorando su punto de vista y tratando de estimular su espíritu crítico.
- 5. Repudiar. Debes esforzarte, y también en alianza con otros padres, por rechazar y marginar las formas de beber de moda: el botellón o la sobreingesta compulsiva.
- 6. Supervisar. Antes de que salga de noche, dile que cuando regrese le preguntarás qué ha pasado y que te vas a fijar en cómo vuelve. Pero déjale claro que no desconfías, sino que te preocupas por él o ella.
- 7. Controlar. Ponle una hora límite de llegada a casa. Una buena idea también puede ser quedar entre tanto: “te quiero ver cada hora aquí, te acercas y luego, si todo está bien, te puedes volver a ir” o “me haces una videollamada, que yo te vea”.
- 8. Administrar. Limita la cantidad de dinero que se le des de paga: es mejor dar poco y a menudo, que mucho y de golpe.
- 9. Trabajar en equipo. Es muy importante que te coordines con los padres de los amigos de tu hijo y que compartas un mismo posicionamiento al respecto. Al tenerlos como aliados, tu criterio será fuertemente avalado.
- 10. Sancionar. Si tu hijo transgrede las normas, su conducta debe tener consecuencias. Pero si lo hace bien, también hay que reconocérselo positivamente.