En verano hay que tener especial cuidado con los bebés y niños pequeños, ya que son dos de los grupos más expuestos a los golpes de calor, un cuadro derivado de las altas temperaturas, que puede incluso ser mortal. Es importante tener en cuenta algunos sencillos consejos para prevenir los golpes de calor en el niño, como evitar el exceso de actividad física en las horas de más calor, ofrecer agua de forma frecuente al bebé, optar por ropas holgadas durante el verano y cuidar la alimentación de los pequeños en la época estival.
Las altas temperaturas de los meses de verano pueden provocar que cualquier persona sufra un golpe de calor, un cuadro de colapso en el que entra el cuerpo humano cuando se produce una alteración grave de su capacidad para regular su propia temperatura y que, en condiciones normales, oscila entre 36 y 37ºC. El calor excesivo en la época estival, sin embargo, puede alterar este equilibrio térmico y, en los casos más graves, ocasionar incluso la muerte.
El niño debe beber agua aunque no se sienta sed: es el primer paso para evitar que sufra un golpe de calor
Los bebés y menores de seis años constituyen dos de los principales grupos de riesgo, junto con los ancianos, los deportistas y las personas enfermas. No es extraño que los pequeños, sin el cuidado atento de sus padres, puedan experimentar una deshidratación. Hay que tener en cuenta que los niños no saben pedir agua y que su sistema de autorregulación térmica, además, no ha culminado su desarrollo.
Consejos para prevenir los golpes de calor en el niño
Evitar exponer a los bebés y niños a temperaturas muy elevadas. Es la primera clave para prevenir los golpes de calor. Hay que procurar mantener a los pequeños en ambientes frescos y usar el aire acondicionado y los ventiladores cuando se encuentren en espacios interiores. Se debe impedir su exposición al sol durante las horas de más altas temperaturas (entre las 11:00 y las 17:00 horas, en los meses de verano).
Se aconseja evitar ofrecer al pequeño comidas pesadas, de digestión lenta y muchas calorías y priorizar que coma muchas frutas y verduras
Conviene recordar, asimismo, el peligro que entraña dejar a los niños en el interior de coches, u otros vehículos, estacionados al sol: en un lapso muy breve, la temperatura en estos espacios se torna demasiado elevada y aparece el riesgo a sufrir un golpe de calor.
Ofrecer agua de forma frecuente al bebé. A menudo, los niños pasan demasiado tiempo sin beber agua por mera distracción. Ofrecer líquido con frecuencia al pequeño es importante para evitar un golpe de calor.
Hay que procurar, además, hidratar su cuerpo. Una buena opción es refrescar al bebé con baños o duchas con agua fresca, varias veces al día en las jornadas más calurosas. También, mojarle la cabeza y los brazos con frecuencia; sobre todo la zona de la nuca, el cuello y las muñecas.
Evitar el exceso de actividad física en las horas de más calor. Los niños no son conscientes del esfuerzo físico que realizan y, como consecuencia, pueden extenuarse y llevar sus cuerpos al límite de su equilibrio. Si el ejercicio genera tanto calor que el cuerpo no puede regular su temperatura interna, se producirá un golpe de calor.
Optar por colores claros para vestir al niño es mejor que elegir tonos oscuros, que absorben y retienen el calor
Usar ropa fresca holgada y de colores claros. Es una recomendación que conviene tener en cuenta para mantener fresco al niño. Es fundamental que las prendas sean de algodón u otros tejidos que permitan que la piel respire, es decir, que le garanticen una correcta sudoración; ya que esta es la manera que tiene el cuerpo de regular su temperatura interior. Por el mismo motivo, la ropa no debe ceñirse al cuerpo del pequeño. Optar por colores claros para vestirle es mejor que elegir tonos oscuros, que absorben y retienen el calor. Otra protección importante es usar gorros o sombreros, confeccionados con tejidos ligeros, que permitan la sudoración.
Cuidar la alimentación de los niños en verano. Se aconseja evitar ofrecer al pequeño comidas pesadas, de digestión lenta y muchas calorías y priorizar, en cambio, que coma muchas frutas y verduras. Apostar por los zumos es, asimismo, una buena idea: hidratan el cuerpo del niño e incluyen las vitaminas de las frutas u hortalizas de las que provienen.
Prestar mucha atención al estado anímico y físico de los bebés y niños. Si se percibe al bebé decaído, irritable y con la piel muy caliente pero sin sudor, es posible que esté sufriendo los primeros síntomas de un golpe de calor. Señales más claras son la fiebre, dolor de cabeza, vómitos, pulso débil y acelerado. Síntomas más graves del golpe de calor es la presencia de convulsiones, una disminución del nivel de conciencia o pérdida del conocimiento (desmayo). En estos casos, además de las medidas que en general se recomiendan para actuar ante un golpe de calor, se debe acudir de inmediato a la consulta de un médico.
Si se detecta que el bebé ha sufrido un golpe de calor, lo primero que se debe hacer es llevarlo a un lugar fresco y procurar bajar su temperatura corporal. Para ello, un método efectivo consiste en aplicar compresas frías sobre la cabeza, el cuello, el pecho, los brazos y los muslos. Conviene renovar las compresas con asiduidad, ya que enseguida pierden su carácter refrescante.
También es bueno darle de beber, siempre y cuando el niño esté lúcido. Si no está del todo consciente, es mejor no hacerlo; ya que podría atragantarse y esto agravaría el problema. Si se trata de un bebé, se aconseja quitarle toda la ropa y, en caso de que sea posible, darle un baño con agua fresca.
Cuando un niño sufre un golpe de calor, siempre se debe acudir a un médico cuanto antes para asegurarse de que se ha recuperado y no habrá inconvenientes después.