Cuando los niños comienzan a ser concientes de personajes como Papá Noel o los Reyes Magos, algunos padres se inquietan. ¿Acaso alentar esa fantasía, hablar de ellos como si en realidad existieran no es mentirles? Los expertos señalan que no: la fantasía y la ilusión no son una mentira, sino un recurso que también está presente en el juego y es una parte de la vida de los pequeños. Este artículo ofrece detalles sobre el papel de los personajes mágicos en la infancia, por qué la fantasía no es una mentira, la importancia de las decisiones de los propios niños y el surgimiento de la conciencia de la realidad.
Los personajes mágicos como parte de la infancia
Cuando los niños crecen y empiezan a tener conciencia de personajes fantásticos como los Reyes Magos, Papá Noel u Olentzero, muchos padres lo toman solo como una tradición, algo normal que siempre ha ocurrido y seguirá ocurriendo.
Sin embargo, a algunos se les presenta una especie de disyuntiva moral. Sienten que, si sostienen la existencia de seres mágicos que visitan en las fiestas de Navidad y dejan regalos a los pequeños, están mintiendo y no quieren que el engaño forme parte de la crianza y la educación de sus hijos. Pero, al mismo tiempo, tampoco quieren quitar a los niños la ilusión de creer en estos personajes, a menudo debido a que ellos mismos -los propios padres y madres- conservan bonitos recuerdos de su infancia y del entusiasmo y la ansiedad con que aguardaban su llegada.
En algunos casos, los adultos incluso temen que, en el futuro, sus hijos les reprochen el hecho de que les hayan «mentido» en esos primeros años de vida. ¿Es esto posible? ¿Alentar la fantasía de los pequeños es lo mismo que mentirles? ¿Cómo resolver esta cuestión?
La fantasía no es una mentira
«Nunca es lo mismo fantasía o ilusión que mentira», explica María Ángeles Albamonte, psicóloga infantil y miembro de la Sociedad Española de Psiquiatría y Psicoterapia del Niño y del Adolescente (SEPYPNA). Esta especialista califica la fantasía como «un recurso psíquico muy saludable, que los seres humanos, especialmente los niños, utilizan como un refugio para aliviar las frustraciones».
Albamonte comenta que «la idealización de los seres mágicos se apoya en la idealización que, en condiciones normales, todo niño siente hacia sus padres» y señala que la fantasía representa «una oportunidad de dar forma a sus deseos». La creencia en los Reyes Magos, Papá Noel u Olentzero está, según esta experta, casi al mismo nivel de las fantasías que los pequeños desarrollan cuando juegan a ser astronautas, futbolistas o domadores de leones. A su manera, mientras dura el juego, ellos se lo creen, y «los padres apoyan esos juegos porque intuyen la felicidad que eso provoca en sus hijos, y no por ello les están mintiendo».
En qué creer, una decisión de los niños
Jésica Rodríguez Czaplicki, psicóloga perinatal y psicopedagoga, miembro de la Asociación Española de Psicología Perinatal (AEPP), apunta que en este sentido -al igual que en casi todo lo relacionado con la crianza- no hay respuestas generales que sean válidas para todos los casos, sino que los padres deben, en buena medida, «dejarse llevar» por sus propias ideas y el conocimiento que tienen acerca de sus hijos.
Aun así, esta experta recomienda «no quitar a los niños la ilusión de la Navidad». Por eso, si no se desea alentar la fantasía de los Reyes Magos, se puede plantear la idea de que, por la última semana del año, los miembros de la familia se intercambiarán regalos. Pero con el tiempo, los pequeños «en el colegio, en el barrio o en las actividades que realicen escucharán muchas historias sobre los Reyes Magos y Papá Noel, y preguntarán a los padres». ¿Qué hacer en ese momento? La especialista plantea la posibilidad de cuestionar a los niños su propia opinión. «Si necesitan mantener esa fantasía, estará bien que así sea, y si no creen, también estará bien, pues es lo que les nace a ellos desde dentro».
Todas estas fantasías y creencias tienen fecha de caducidad. Los pequeños dejan de creer en Papá Noel, Olentzero o los Reyes Magos, del mismo modo en que dejan de hacerlo en el Ratón Pérez o en figuras negativas, como el monstruo que acecha debajo de la cama. “El crecimiento va aportando a los niños un mayor peso de la conciencia de la realidad”, en palabras de la psicóloga infantil María Ángeles Albamonte.
Una situación que se da a menudo es la del menor que, al llegar a cierta edad, se entera de la verdad acerca de Papá Noel y los Reyes Magos y en ese momento se convierte en “cómplice” de los adultos para mantener la ilusión de sus hermanitos, primos y otros niños pequeños. Este episodio suele ser vivido como un paso importante, una forma de integrarse en el mundo de los mayores, de “ser grande”, como tanto anhelan.
Albamonte explica que nunca se encontró con hijos que reprochen a sus padres haberles “mentido” respecto a estos temas. “Más bien al contrario: agradecen haberles posibilitado un mundo de fantasía”, enfatiza. Y añade que “el excesivo realismo de unos padres que mantienen a sus hijos en la estricta realidad se apoya en un profundo desconocimiento del mundo infantil“.