La plasticidad de la inteligencia
El estudio parte de la premisa de que la inteligencia no es una capacidad estática determinada en el momento del nacimiento, sino que es modificable. Según un informe elaborado por el University College de Londres (Reino Unido), la inteligencia se desarrolla a medida que el niño cumple años, llegando incluso mejorar (y también a empeorar) más allá de la adolescencia, ya en la edad adulta. Nuestro cerebro es, por tanto, más plástico cognitivamente de lo que se suponía hace unas décadas.
El estudio ‘ActiveBrains’ ha sido liderado por investigadores del departamento de Educación Física y Deportiva de la UGR junto con otros de Psicología de esta misma universidad y colaboradores externos nacionales e internacionales. Publicado en la revista ‘JAMA Network Open‘, analiza el efecto de seguir un programa de ejercicio físico aeróbico y de fuerza sobre la función cognitiva, el cerebro, la salud física y la salud mental de niños con sobrepeso u obesidad. El estudio fue realizado con la colaboración de 109 menores con edades comprendidas entre 8 y 11 años. Todos realizaron un mínimo de tres sesiones de ejercicio físico de 90 minutos cada una.
El ejercicio mejora la inteligencia cristalizada y la flexibilidad cognitiva
Tras cinco meses de actividad física, los investigadores comprobaron que los niños habían mejorado la inteligencia y, especialmente, la inteligencia cristalizada, asociada a habilidades como la comprensión del lenguaje, la orientación en espacial o los conocimientos mecánicos. Este tipo de inteligencia se adquiere a lo largo de la vida, tanto en el contexto escolar como fuera de él.
El programa de ejercicio físico que siguieron los menores también mejoró, y de manera muy significativa, su flexibilidad cognitiva; es decir, la capacidad mental para cambiar entre diferentes conceptos o adaptar el comportamiento para alcanzar objetivos en un entorno nuevo o cambiante.
El ejercicio influye en un mayor rendimiento académico
El estudio también comprobó una mejora en el rendimiento académico total, siendo las matemáticas y la resolución de problemas las capacidades más potenciadas. Para Francisco Ortega, catedrático de la Universidad de Granada e investigador responsable de ‘ActiveBrains’, “de aquí se desprende un mensaje muy importante para madres y padres: si sus hijas e hijos no tienen un buen rendimiento académico, no los castigue con no salir a jugar o hacer ejercicio físico, o retirarlos de una actividad deportiva extraescolar, sino justo lo contrario”.
La existencia de asociaciones positivas entre la actividad física, el estado físico y el rendimiento académico ya habían sido sugeridas en un trabajo de investigación centrado en niños de entre 5 y 11 años. Sin embargo, en ese momento, los investigadores no pudieron establecer un vínculo efectivo entre estas variables.
Más deporte en las aulas
El tipo de ejercicio físico que realizaron los niños en el ‘ActiveBrains’ estuvo basado en juegos grupales, sin requerir el uso de un equipamiento avanzado. Consistió en correr en una pista exterior y realizar trabajo de fuerza con el propio peso corporal y de compañeros. Los investigadores piensan que este tipo de actividades pueden ser incorporadas fácilmente a la rutina escolar.
“Si consiguiéramos aumentar el número de horas de educación física a una hora diaria, es decir, cinco horas por semana, como ya se hace en otros países europeos y se está demandando en España, podríamos mejorar la salud física y mental de los escolares y, tal y como demuestra este estudio, su inteligencia, rendimiento cognitivo y académico”, reflexiona el catedrático de la UGR.
Combatir el sedentarismo infantil
La Organización Mundial de la Salud (OMS) cataloga al sedentarismo como un grave problema de salud en los niños y jóvenes de 5 a 17 años. El sedentarismo está íntimamente relacionado con el sobrepeso y la obesidad. En España, uno de cada tres niños presentan esta condición. Asimismo, la obesidad tiene efectos negativos sobre la salud a nivel general, cognitivo y cerebral.
Según datos de la OMS, el 70 % de los niños y hasta el 88 % de las niñas menores de 10 años no realizan una actividad física diaria acorde a su edad. Para el organismo de Naciones Unidas, es fundamental que escolares y adolescentes realicen, al menos, 60 minutos diarios de ejercicio físico de intensidad moderado a intensa. Para Ortega, además, es preciso incluir “al menos tres días en semana actividad física de alta intensidad y aquella que estimule el fortalecimiento muscular y óseo, tal y como recomienda la OMS”.
Cómo incrementar la actividad física en el día a día
La Asociación Española de Pediatría (AEP) recuerda que la práctica habitual de ejercicio ha mostrado innumerables beneficios tanto en menores sanos como en niños con enfermedades crónicas y discapacidad. Siguiendo las pautas de la OMS, la AEP hace una serie de recomendaciones para incentivar la actividad en los niños y jóvenes. Son las siguientes:
- Los desplazamientos cotidianos, especialmente los que se realizan al centro escolar, deben realizarse andando o en bicicleta.
- Es mejor utilizar las escaleras que el ascensor o las escaleras mecánicas.
- El desarrollo de la actividad y el ejercicio físico debe ser un momento de diversión y juego. Las actividades en grupo, entretenidas y al aire libre son las más adecuadas: deben actuar como un refuerzo positivo para crear un hábito.
- El fortalecimiento muscular debe realizarse con ejercicios a través del juego.
- El entorno físico en el que se practique la actividad ha de ser adecuado, sin peligros. Deben seguirse las normas básicas de seguridad para la práctica de cualquier deporte (casco, protecciones, material reflectante…).