Entrevista

“La jornada escolar partida permite un horario de comida saludable y respetuoso con las necesidades del alumnado”

Sociólogo experto en horarios escolares y profesor de la Universidad de Valencia
Por María Huidobro González 10 de octubre de 2024
Daniel Gabaldón sociólogo
Las jornadas escolares en los centros educativos de nuestro país son muy largas. Y más lo parecen, sobre todo para los estudiantes, si el horario es continuo, es decir, se compacta en las mañanas. Pero no es una percepción. Con la jornada continua madrugan mucho, comen peor, dedican más tiempo a las pantallas, hacen más deberes y practican más deporte reglado, según el ‘Proyecto TIME. El tiempo en la infancia: un mapeo de España’, liderado por el sociólogo Daniel Gabaldón, director del Grupo de Investigación en Salud y Bienestar Escolar (GISBE). “Una jornada continuada de más de tres horas es inviable con un modelo de horario escolar centrado en el alumnado y respetuoso con sus necesidades de descanso, aprendizaje y alimentación”, asegura en esta entrevista este experto en horarios escolares que es profesor y director del departamento de Sociología y Antropología Social de la Universidad de Valencia. Hablamos con él de las jornadas escolares idóneas para nuestros hijos.
El proyecto de investigación Kairos que usted dirige aborda el “(des)ajuste” de cronotipo del alumnado y la organización del tiempo escolar. ¿Qué es el cronotipo?

El cronotipo nos dice si una persona es más bien matutina o vespertina, o si se encuentra en valores intermedios. Si es matutina, tenderá a levantarse temprano sin despertador y a estar muy activa y funcionar mejor por las mañanas, pero recogerse pronto al acabar el día. Por el contrario, una persona vespertina se levanta con más dificultad y le cuesta más arrancar, pero tiene sus horas más activas desplazadas a la tarde o incluso la noche.

¿Qué características tiene el cronotipo de los estudiantes?

En la población general, el grupo más numeroso es el de los valores intermedios. Pero entre la pubertad y el final de la adolescencia, se produce una fuerte inclinación hacia la tarde primero y la noche después. Así que, si en Infantil y los primeros cursos de Primaria la proporción de alumnado matutino es superior al vespertino, al final de la Primaria y durante toda la Secundaria y Postobligatoria, el alumnado es mayormente vespertino.

Entonces, el cronotipo del alumnado está desajustado a los horarios escolares.

Sí, existe un desajuste porque la escuela y, sobre todo, los institutos inician las clases demasiado temprano, cuando el alumnado aún no está en condiciones de aprovechar las sesiones, ya que su reloj interno les dice que todavía es hora de dormir. Así que las primeras clases son poco productivas. Los estudios indican que de 10:00 a 12:00 horas la atención sube y el alumnado está más receptivo. Pero si la mañana se alarga mucho, se entra en un bajón de atención circadiano entre las 13:00 y las 15:00 horas, en el que vuelve a ser difícil concentrarse. Por las tardes, los estudiantes tienen otro pico de atención, entre las 16:00 y las 18:00 aproximadamente, pero para entonces en muchos casos ya no están en el colegio y menos aún en el instituto.

¿A qué edades está más desajustado y ajustado en nuestro sistema educativo?

En todas las edades parece que el arranque de la jornada escolar está adelantado a lo que sería deseable. Pero el salto de Primaria a Secundaria, que adelanta una hora más cuando el alumnado justamente está en pleno retraso, es un punto de inflexión muy notable. También es cierto que, a diferencia de otros países con más éxito educativo, el número de horas lectivas por día en España es muy alto y uniforme por etapas, lo que no se ajusta bien al desarrollo del alumnado. Y observando los periodos de mayor atención del alumnado, vemos que, sin calzar perfectamente, el horario de la jornada partida se ajusta mejor a esos periodos de atención.

¿Influye en este desajuste el jet lag social de los estudiantes y sus hábitos de sueño?

El jet lag es la consecuencia de ese desajuste: la luz solar le dice al alumno que vive en un horario que no coincide con el reloj oficial ni mucho menos con el escolar. Se despierta con un reloj que no está sincronizado con la hora solar, y menos aún con el desfase circadiano natural si es adolescente. Esto repercute en un descanso insuficiente que no le permite aprender bien ni desarrollarse en plenitud, y que puede afectar a su salud física y mental. La higiene del sueño puede suavizar y mejorar algo el descanso, pero no solucionar un problema que se genera por forzar al alumno a vivir contra natura.

¿Qué papel juegan la alimentación y la actividad física?

Tanto comer como hacer deporte influyen en la salud circadiana del alumnado. Ambas son necesarias para un buen estado de salud, pero si se retrasan en exceso pueden empeorar el desajuste circadiano escorándolo aún más hacia la noche.

¿Cuáles son los efectos de este desajuste en la salud de los estudiantes, su aprendizaje, uso del tiempo y su satisfacción?

En buena medida los cuatro están relacionados entre sí. Una persona que ve su sueño interrumpido crónicamente tiene más predisposición a sufrir malestar físico, pero también una salud mental más inestable, que repercute negativamente en su bienestar y satisfacción. Pero es que, además, la interrupción crónica del sueño genera una disminución del estado de alerta y el deterioro de la memoria, lo que afecta al rendimiento escolar. También retrasar en exceso las ingestas parece estar vinculado con mayor predisposición a sufrir sobrepeso y obesidad, lo que de nuevo afectaría a su salud y bienestar. Y, por otro lado, impartir sesiones lectivas cuando la persona no está en disposición de atender y privarle de ellas cuando podría aprovecharlas afecta a su capacidad para integrar conocimiento y, por lo tanto, a su capacidad de aprendizaje, pero también a la satisfacción con su desempeño y su autoimagen.

Según la evidencia actual, entonces, ¿cuál sería el horario escolar idóneo para el alumnado de Infantil, Primaria y Secundaria?

Esta es la propuesta de horarios escolares para el siglo XXI con horario GTM, es decir, con una hora menos en invierno y dos menos en verano.

horarios escolares idóneos

Azul = descanso. Naranja = comidas. Amarillo = clases.

Se trata de volver a un horario escolar que permita descansar lo suficiente y en las horas adecuadas. La madrugada no es un buen momento para despertarse durante la infancia, y mucho menos en la adolescencia. El horario de descanso durante el fin de semana, que compensa el déficit de sueño de los días lectivos, ya nos proporciona una buena pauta para conocer lo que necesita el alumnado. Permitir el descanso necesario es garantía de que estará en mejor disposición para afrontar el día, empezando por un buen desayuno en un horario en el que ya tiene apetito y le permite alimentarse adecuadamente.

Además de descanso adecuado, ¿qué más aporta ese horario escolar?

Se ofrece en las horas en las que la capacidad de atención del estudiante es óptima, lo que le permite rentabilizar su esfuerzo y el de sus docentes. Posibilita un horario de comida saludable y respetuoso con sus necesidades, que retrasa el desayuno en la adolescencia y adelanta la cena en infantil, pero que, por lo demás, mantiene una pauta similar toda la semana, incluidos los días no lectivos. Permite unas tardes con tiempo libre para las relaciones sociales, el ocio y el deporte, sin la presión de llenarla de actividades compensatorias de una educación matinal ineficiente por sobrecargada y mal sincronizada. Y facilita un horario de inicio del descanso acorde con el cronotipo del alumnado, que garantiza la siesta de hasta 90 minutos en toda la etapa de Infantil y que permite a los adolescentes adecuarse a sus necesidades con tranquilidad y sin la presión de unos progenitores resignados a un rol de verdugos encargados de forzar en sus vástagos un horario que no les corresponde.

En definitiva: jornada partida.

Sí, la modalidad de jornada tendrá que ser partida, como sucede en Europa. Y no solo porque es la más razonable y racional, sino porque una jornada continuada de más de tres horas es inviable con un modelo de horario centrado en el alumnado y respetuoso con sus necesidades de descanso, aprendizaje y alimentación.

¿Son horarios escolares factibles en España?

Por supuesto. Mi propuesta es muy similar a los que teníamos en España antes de 1940.

En su opinión, ¿qué considera que sería necesario para la implantación del mejor horario?

Hay que priorizar el interés de niñas, niños y adolescentes que son quienes tienen reconocido el derecho a la educación y quienes ven mermada su salud y su capacidad de desarrollo. Si priorizamos su bienestar y su aprendizaje, los intereses de los adultos irán encajando y se legislarán las medidas necesarias para que se puedan conciliar con sus intereses. Hacerlo al contrario, como ocurre en la actualidad, hace que sean las niñas y los niños quienes tengan que amortiguar con sus vidas los intereses cruzados de los adultos, tanto sus familias como los docentes, que se encargan de su desarrollo.

Solo Cataluña, País Vasco, Navarra y ahora parece que Madrid apuestan más por la jornada partida, y sobre todo los centros concertados. ¿Qué han visto estas comunidades y colegios que el resto no?

Lo que la evidencia va poco a poco poniendo de relieve es que muchas de aquellas promesas que se hicieron para convencer a las familias del cambio a jornada continua (mejor rendimiento, mejor conciliación, mantenimiento de los servicios de comedor y extraescolares de calidad) no solo no se han cumplido, sino que han empeorado, y que el horario partido garantiza una mejor educación y atención.

¿En Europa tienen en cuenta lo que comentan expertos como usted para organizar la jornada de los estudiantes?

En la mayoría de los sistemas educativos europeos existe una concentración de las horas lectivas en la mañana, especialmente en las primeras horas. Por lo tanto, es común que la planificación de los horarios escolares ignore las recomendaciones acerca del retraso de la hora de entrada en los centros y en particular en la enseñanza secundaria.

¿Cómo es la jornada escolar en esos países?

Alemania, Dinamarca, Francia, Holanda, Bélgica, Luxemburgo y España somos los países en los que más temprano inician la jornada escolar, y aquí nos llevamos la palma al hacerles entrar de madrugada en secundaria, porque adelantamos la entrada una hora. En la mayoría de los países europeos la jornada es partida y prevén un descanso para comer que suele situarse en torno al mediodía solar. Lo que pasa es que algunos confunden como jornada continua lo que en realidad es una jornada partida reducida. Por ejemplo, en los primeros cursos en Finlandia o Estonia salen del colegio temprano porque tienen muy pocas horas lectivas, pero han tenido una pausa para comer entre clases. Por eso hay que fijarse en la duración de la sesión matinal. La más frecuente es la de 3 horas seguida de la de 3,5 horas; la más corta, la finlandesa (2 horas); las partidas más largas, las de Italia y Austria (4 horas) y Alemania (4,5 horas); y las jornadas matinales más largas, las jornadas continuas de España e Italia (5 horas) y Alemania (6 horas).

¿Y no cree que en España sería posible disminuir un poco la jornada escolar y que tuvieran menos vacaciones?

En España el número de días lectivos se encuentra en torno a la media de la OCDE, pero la carga lectiva supera la media. En consecuencia, esta mayor carga lectiva se traduce en una jornada más intensa que el promedio de países europeos y de la OCDE. Por otro lado, las vacaciones de verano son de las más largas de Europa. Así que se presentan dos problemas: la sobrecarga en días lectivos y el efecto olvido y desatención en un descanso estival muy largo. Una reorganización con más días lectivos, pero más livianos, ayudaría a reducir ambos problemas.

En los últimos años, el calor registrado en mayo y junio está trastocando los horarios escolares en algunas comunidades. ¿Un horario continuo en esos meses podría solucionar este problema que va a más por el cambio climático?

La solución no es la compactación matinal, porque no les deja dormir lo suficiente, y si hace calor, les cuesta más dormirse. Y tampoco lo es porque la concentración de horas es ineficaz ya que fatiga. La solución tendrá que venir de acondicionar los centros educativos como se hace con el resto de los edificios públicos. Además, sacar a los críos del colegio en plena punta de calor de mediodía, como se hace actualmente con el horario reducido en junio y septiembre, no parece lo más recomendable, máxime cuando al resto de la población se le recomienda no salir a la calle en las horas de calor.

La OCDE apuesta por la jornada partida para frenar el abandono escolar y ustedes como expertos también creen que es lo idóneo para los chavales. Pero los profesores prefieren la jornada continua, y muchos padres y madres también. Los horarios laborales de los mayores determinan los horarios de los peques.

Hemos de darnos cuenta de que el abandono escolar, el fracaso escolar, la repetición, la conflictividad, el acoso escolar y muchos otros problemas de salud física y mental de nuestras niñas, niños y adolescentes vienen potenciados por un mal ajuste de los horarios escolares. Cuando madres, padres y docentes sean conscientes de ello, se acabará el debate sobre lo que como adultos nos pudiera llegar a interesar. Porque, además, el beneficiado no es solo el alumnado, sino que ganamos todos con la mejora de su salud, rendimiento y bienestar.

Sigue a Consumer en Instagram, X, Threads, Facebook, Linkedin o Youtube