En las últimas décadas la paciencia está sufriendo un sorpasso de nuevos valores marcados por la velocidad en la que vivimos. El uso del móvil no allana el camino. Los contenidos de las redes e Internet cada vez más comprimidos no favorece la espera, el razonamiento, la investigación o la búsqueda. Se nos acostumbra a no esperar y nos desentrenan en la paciencia. “Si no tengo la gratificación inmediata, bien sea un objeto, premio o el propio entretenimiento, ya no nos satisface y lo descartamos, es decir, si no me has convencido en tres segundos, te deslizo”, subraya la psicóloga social Iciar Fernández, docente de la Universidad del País Vasco UPV/EHU.
En los niños, esta ansia por el ‘ya’ puede manifestarse como insistencia, pero también como berrinches, especialmente en los más pequeños. Y cuando llegan a la adolescencia esa pataleta pasa a mayores. De ahí, la importancia de trabajar y jugar con ellos para saber esperar, ya que la paciencia es una capacidad que se obtiene de manera gradual.
Los beneficios de ser paciente
Para el neuropsicólogo Álvaro Bilbao la paciencia es clave para controlar la frustración, un “seguro” contra la depresión y un pilar para la felicidad. “Puedes contribuir a que tu hijo construya un estilo de pensamiento positivo ayudándolo a sentir agradecimiento por las pequeñas cosas de cada día, a sacar una lectura positiva de su día y, sobre todo, a cultivar su paciencia y su tolerancia a la frustración”, subraya en el libro ‘El celebro del niño explicado a los padres’.
En esa misma línea, Iciar Fernández, Integrante del grupo de investigación en familia Haezi de la UPV/EHU, afirma que la paciencia es lo contrario al estrés, la ansiedad, la prisa y las exigencias que tenemos las personas desde que somos pequeños. “Cuanto más pacientes seamos, menos nos afectarán los estímulos externos y tendremos una lectura más positiva de la realidad”. Ser pacientes es, sin duda, un beneficio en sí mismo que nos permite escuchar, atender y analizar las situaciones mejor. Es más, “es fundamental educar desde el reposo, enseñarles que las cosas van lento y que las relaciones hay que construirlas poco a poco”, matiza.
Conseguir gratificaciones de manera inmediata para evitar la frustración es contraproducente y genera estrés y ansiedad. De ahí que recalque la importancia de ofrecer escenarios o situaciones a los pequeños en los que se vean expuestos a una frustración que puedan salvar a base de esfuerzo. Eso sí, que la meta sea alcanzable. Se trata de demorar esas gratificaciones. No obstante, dicha gratificación “debe tener una causa-efecto, porque hay que enseñar a nuestros hijos que no todo les viene dado y acabar con el tópico de si no me lo que quiero me agarro un berrinche”.
Cómo fomentar la paciencia a través del juego según la edad
👶 Bebés
Alvaro Bilbao nos invita a comenzar a cultivar la paciencia desde que bebés. Así aconseja que cuando nuestro hijo o hija necesite tomar el pecho o se sienta incómodo por algún motivo, “en lugar de atenderlo con urgencia, confía en su capacidad de espera. No vivas su llanto con angustia porque solo le enseñarás que experimentar frustración es realmente angustioso”.
👧 Edad preescolar
- Oler la flor, soplar la vela. Para psicóloga social Iciar Fernández, debemos enseñar a nuestros hijos a respirar. “Necesitamos activar el sistema nervioso parasimpático, aprender a respirar e identificar las sensaciones que nos desbordan”, comenta. La técnica que recomienda es dedicarle el mismo tiempo a inhalar que a exhalar, alargando de este modo la expulsión. Y si bien lo óptimo es tomar aire por la nariz, la expulsión puede hacerse por nariz o boca. Un juego interesante para practicar de manera diaria es invitar a los pequeños a respirar visualizando que huelen una flor y soplan una vela. Los menores deben tomar aire al tiempo que el adulto dice de manera pausada ‘oler la flor’, y expulsarla también de manera prolongada mientras se les indica que soplen la vela.
- Predicar con el ejemplo. La paciencia de un menor guarda gran relación con la de su entorno. Por ello es conveniente hacer autocrítica y analizar cómo nos comportamos, si exigimos o premiamos con inmediatez, si nuestro ritmo en el día a día es sosegado o si nos metemos en un bucle de órdenes sin fin. Para ello podemos empezar por bajar la intensidad y el ritmo de las órdenes y demandar solo las estrictamente necesarias.
🧒 Infancia
- Economía de fichas. La técnica de la economía de fichas consiste en conseguir puntos a base de hacer actividades para conseguir una gratificación. Por ejemplo, si el menor quiere ver una película en el cine, se puede condicionar dicha actividad a poner todos los días la mesa y quitarla u otro tipo de actividad doméstica. Cada día debe poner una pegatina en un panel y, al cabo de una semana o del tiempo estipulado previamente, realizar la actividad. “No es un premio inmediato y se trabaja la espera”, asegura.
- Rincón oreja-boca. Este juego favorece la escucha activa y la paciencia a la hora de esperar el turno de la palabra. Se ponen dos sillas enfrentadas: una para el que escucha y otra para el que habla. Y se asignan así unos roles que permiten entrenar la paciencia. Cuando hay más de dos personas, según Iciar Fernández, se puede potenciar la paciencia y la escucha invitando al menor que tome la palabra a resumir lo que ha dicho la anterior persona en hablar.
- Jugar con juegos de turnos, como las cartas, los juegos de mesa o juegos cooperativos.
- Marshmallow. El experimento ‘Marshmallow’, del psicólogo Walter Mischel consistió en ofrecer a niños de entre 3 y 5 años una golosina que podían comer inmediatamente o una golosina más grande si esperaban. Con ello demostró que el niño que era capaz de aguantar sin comerse la golosina reflejaría su capacidad para demorar la gratificación y controlar sus impulsos. Es decir, si lograba esperar y ser paciente, el premio será mayor. Esta sería otra manera de entrenar la paciencia y la frustración óptima. Por ejemplo, si el viernes es el día de las chuches, ofrecerle menos cantidad de la habitual para que el siguiente viernes tenga el doble.
👦 Preadolescencia
Las dinámicas para trabajar la paciencia en preadolescentes se centrarían en aquellos aspectos que desentrenan la paciencia como es el uso del móvil o el ordenador. Como ejemplo, Iciar Fernández propone abordar con el joven los retos. “Si conseguimos bajar de x horas a la semana en el uso del móvil o tableta, nos vamos a cenar a su restaurante preferido, algo que sea gratificante para el o la menor y que no sea inmediato”.
Para esta experta, en la pre adolescencia es crucial establecer dinámicas que tengan que ver con la negociación de toma de decisiones: que padres e hijos acuerden en familia cuales serían las consecuencias o gratificaciones.