La primera caca del bebé es una sustancia negruzca llamada meconio, que ocupaba sus intestinos cuando estaba en el vientre de su madre. A partir de entonces, a medida que el niño crece, las heces adquieren distintas características, que pueden ser un indicador de que el pequeño presenta un estado saludable. Este artículo responde algunas de las preguntas más frecuentes en torno a las deposiciones del bebé, ya que detalla de qué manera evolucionan su frecuencia y sus características y explica cómo ayudar al pequeño a hacerlas y en qué casos conviene acudir al especialista.
Entre todas las novedades y dudas que, para padres y madres primerizos, acompañan la crianza de un bebé, se encuentran la de sus deposiciones. ¿Cómo debe ser la caca? ¿Qué cantidad debe hacer? ¿Cómo cambian sus características a medida que pasa el tiempo? Si bien cada niño es diferente, en situaciones normales las heces son parecidas.
Evolución en las características y la frecuencia de la caca del bebé
Durante el primer día de vida, y en ocasiones también durante el segundo, el bebé libera una sustancia de color verde oscuro o negro y con la consistencia de un puré viscoso, llamado meconio. El meconio, explica la Asociación Española de Pediatría (AEP), es la sustancia que ocupa los intestinos del pequeño mientras se halla en el vientre de su madre. En casos saludables, no lo expulsa hasta después del nacimiento. Los excrementos que vienen después no son muy diferentes: de color verdoso, cada vez más claro a medida que pasan los días, y la consistencia también es como la de un puré.
Si el bebé es alimentado en exclusiva con leche materna, entre el cuarto y el séptimo día de vida, el color puede variar desde el verde hacia un tono más amarronado o amarillento. En cualquiera de esos casos son deposiciones normales y la diferencia en los colores no representa problema alguno. Se mantendrán así durante el primer mes o mes y medio de vida.
A partir de la primera semana, muchos niños defecan cada vez que toman teta, aunque si lo hacen solo dos o tres veces al día, también están dentro de la normalidad.
Sin embargo, desde la segunda o tercera semana de vida, muchos pequeños dejan de hacer caca todos los días y, a veces, pasan periodos más o menos largos (incluso hasta dos semanas) sin hacer. Cuando por fin evacúa, las heces son de características similares, aunque en mayor cantidad. No obstante, esto es normal y no quiere decir que el bebé padezca estreñimiento. Este fenómeno, conocido como deposiciones escasas del bebé amamantado, no tiene una explicación del todo comprobada por parte de los especialistas, aunque estos suponen que la leche materna se adapta tan bien a las necesidades del niño que casi no genera residuos. Después de algunas semanas, el pequeño retoma la frecuencia anterior.
En el caso de los bebés que se alimentan con biberón, el color de la caca sigue el mismo patrón (del meconio verde oscuro o negro del principio puede variar hacia el verde, amarillo o marrón), pero las heces son algo más duras -más parecidas a una pasta que a un puré- y las deposiciones, menos frecuentes.
Cómo ayudar al bebé a hacer caca
Los pediatras desaconsejan el uso de técnicas para propiciar que el pequeño defeque, como hacerle ingerir zumos, infusiones o laxantes (los cuales pueden generar diarrea e infecciones), y más aún estimular su ano con el dedo o con objetos como el termómetro, una cerilla o una ramita de perejil impregnada en aceite, técnicas populares muy utilizadas tiempo atrás. Si bien estos métodos resultan efectivos, pueden «hacer que el sistema nervioso del niño se acostumbre a hacer caca solo con ese estímulo», señala el Comité de Lactancia Materna de la AEP.
Entonces, ¿cómo ayudar al bebé a que haga caca? Las recomendaciones son:
- Ofrecerle el pecho a menudo y dárselo a demanda.
- Cogerle mucho en brazos, ya que, al estar en una posición más vertical, la fuerza de la gravedad favorece el descenso del bolo intestinal.
- Mientras se juega con el niño, hacerle masajes en el abdomen y flexionarle las piernitas sobre el abdomen.
Si se siguen estos consejos, el bebé tendrá «cariño, el mejor alimento, las mejores bacterias intestinales (los famosos bífidus) y el ejercicio y estímulo que necesita», apunta la AEP.
Si el niño crece y gana peso de manera correcta, no da señales de sentirse mal y sus cacas son blandas y de color verde, marrón o amarillo, el hecho de que no defeque todos los días no debe ser motivo de preocupación, según explica la AEP.
Las ocasiones en las que, en cambio, sí hay que acudir a un especialista son las siguientes:
- Cuando el bebé no expulsa el meconio durante las primeras 24 horas de vida.
- Si solo se alimenta con leche materna y en las primeras dos semanas no hace caca todos los días.
- En caso de que las heces sean duras y secas o si al pequeño le cuesta mucho expulsarlas, o si son muy infrecuentes, o si su color es entre blanco y gris (esto, sumado a un tono amarillo en su piel, serían síntomas de ictericia), o si tienen sangre.