El hematoma o la hinchazón en la zona de la cabeza, la fractura de clavícula y la parálisis facial o braquial son algunas de las lesiones más frecuentes que pueden sufrir los bebés recién nacidos como consecuencia del proceso natural del trabajo de parto o de las maniobras obstétricas de uso común. Según datos del Hospital Universitario Gregorio Marañón, la incidencia de los traumatismos obstétricos es de 6 a 8 por cada mil partos. En gran parte de los casos, estos traumatismos se resuelven por sí mismos en tan solo unos días o semanas y no requieren de ningún tipo de intervención posterior, pero en otros es necesaria una atención médica especializada para que no queden secuelas posteriores.
Traumatismos obstétricos
Nacer no es siempre una experiencia sencilla. Aunque los importantes avances en materia de obstetricia han conseguido disminuir de forma significativa en las últimas décadas las cifras de morbilidad y mortalidad neonatal, la fragilidad del cuerpo de un bebé neonato le hace vulnerable durante el momento de su nacimiento a cierto tipo de lesiones o traumatismos, producto de la propia mecánica del parto o de las maniobras obstétricas que se deben realizar en ocasiones para que este se desarrolle en las mejores condiciones posibles.
Tal como informan miembros del equipo de los servicios de Cirugía Pediátrica y de Neonatología del Hospital Infantil Universitario Gregorio Marañón de Madrid, en su estudio ‘Traumatismos obstétricos, ¿un problema actual?’, los traumatismos obstétricos tienen una incidencia estimada de 6 a 8 casos por cada mil partos. Estos especialistas señalan que se deben a «la mecánica del feto al pasar por el canal del parto, o por la tracción y presión producidas por la manipulación durante el parto».
Causas de las lesiones
Los traumatismos o lesiones se ocasionan, en su mayoría, por las fuerzas que se generan durante el proceso de parto: contracciones, compresión del bebé, rotación y tracción. A estas hay que sumar en algunos casos las causadas por técnicas instrumentales que se apliquen durante el alumbramiento, como la ventosa, los fórceps o las espátulas.
Según los especialistas, el parto de nalgas entraña el mayor riesgo de lesión fetal
Tal como recoge el protocolo de Neonatología de la Asociación Española de Pediatría, las lesiones ocurren cuando estos factores coinciden con un determinado grado de fragilidad del bebé. Según este informe, redactado por el equipo del Servicio de Medicina Perinatal del Hospital de Cruces (Vizcaya), en cuanto al feto, influyen «su inmadurez, su tamaño y la presentación». Estas características pueden provocar que «las fuerzas que actúan se traduzcan en lesiones superficiales, edema local, hemorragias o fracturas», señalan estos profesionales, que resaltan que «el parto de nalgas se considera que entraña el mayor riesgo de lesión fetal».
Factores de riesgo
Algunas de las lesiones que puede sufrir el bebé durante el alumbramiento son inevitables, pero, como afirman los especialistas del Hospital Infantil Universitario Gregorio Marañón, la mayoría ocurren cuando se «presentan factores de riesgo claros que permiten detectar a los pacientes que son susceptibles de padecer un traumatismo obstétrico». Estos son algunos de los más frecuentes:
- Alto peso en el nacimiento: el parto de los bebés con peso superior a 3,4 kilos es por lo general más prolongado, con mayor compresión en la pelvis y que precisa, con más frecuencia, de maniobras de tracción.
- Tipo de parto: los partos prolongados, con una presentación anormal o malposición fetal, así como los partos que requieren del uso de instrumental, son los más susceptibles de provocar lesiones obstétricas.
- Necesidad de reanimación: si se ha registrado sufrimiento fetal durante el parto, en algunos casos, es necesario realizar maniobras obstétricas más enérgicas de lo habitual o maniobras de reanimación que pueden predisponer a los recién nacidos a sufrir algún tipo de lesión.
Tipos de lesiones
Los resultados del estudio sobre lesiones en el parto realizado durante seis años por el equipo del Hospital Infantil Universitario Gregorio Marañón reflejan que los traumatismos se producen en un 1,4% de los recién nacidos. Las lesiones más frecuentes, según este estudio, son las siguientes:
- Fractura de clavícula: esta lesión tiene por lo general un buen pronóstico y no requiere tratamiento posterior. Sin embargo, los especialistas recomiendan especial atención y cuidado con el bebé al cambiarlo de ropa o de posición para evitar posibles dolores.
- Cefalohematoma: consiste en una inflamación, más o menos prominente, que se produce por debajo del cuero cabelludo. Es una lesión muy asociada al uso de instrumental durante el parto, aunque también puede estar ocasionada por la presión del útero y la pared vaginal. Este traumatismo se soluciona por lo general de forma espontánea en uno o dos meses.
- Parálisis braquial: se asocia a niños con alto peso y que requieren maniobras instrumentales durante el parto. Se debe a una lesión en los nervios del plexo braquial, que provoca pérdida de movimiento o debilidad en las extremidades superiores. En la mayoría de los casos, tiene una curación espontánea durante los primeros seis meses de vida.
- Parálisis facial: la presión intrauterina o la aplicación de fórceps pueden ocasionar un pinzamiento en alguno de los nervios faciales durante el parto. Si no se rompe el nervio, esta lesión se resuelve por sí misma en un periodo de dos a tres semanas después del parto.