Una de las principales inquietudes de las madres pasa por saber si sus hijos están recibiendo todo el alimento que necesitan. Esta duda, que también surge con la lactancia artificial, es especialmente intensa cuando se cría al bebé con el pecho, ya que no se puede controlar lo que toma cada vez. De hecho, la posibilidad de medir la cantidad de leche es una de las ventajas que las madres angustiadas ven en los biberones.
La preocupación es también mayor con el primer hijo y especialmente en las primeras semanas, cuando la madre siente la natural inseguridad para saber reconocer los signos de satisfacción del hijo y éstos no son tan evidentes. En realidad, más que el peso o cualquier número, lo que mejor informa de su salud es el aspecto del bebé y su comportamiento.
Al margen del peso, no hay motivo para pensar que un bebé está siendo alimentado de manera insuficiente si:
- tiene buen color.
- reacciona normalmente a los estímulos.
- está contento o tranquilo (sin estar adormilado) la mayor parte del tiempo.
- aguanta al menos dos horas entre toma y toma.
- moja entre cuatro y seis pañales al día con una orina clara e inodora (y no se le está dando agua).