Casi todos los niños dicen mentiras. Estudios recientes han demostrado que lo hacen desde bien pronto y que esa precocidad sería un indicador de su inteligencia. En este artículo se describe por qué los científicos afirman que para mentir bien hay que ser más listo y cómo el uso de embustes evita la frustración de los menores.
Niños: para mentir bien hay que ser más listo
Ser un buen mentiroso exige ciertas habilidades. Algunas de ellas son poder prever las consecuencias de las cosas que se inventan y ser creíble y convincente al expresarse, para que los demás crean que lo que el embustero afirma es verdad. Otros requerimientos son tener buena memoria (para recordar lo que se ha dicho y evitar contradecirse) y una buena capacidad de improvisar e inventar argumentos que tengan coherencia.
Basados en estas premisas, investigadores canadienses han llegado a la conclusión de que tener hijos pequeños mentirosos es más una buena que una mala noticia, ya que los niños que comienzan a mentir a una edad más temprana son más listos que los que lo hacen más tarde.
Cuatro de cada cinco niños dicen mentiras cuando se les tienta, aunque la mayoría lo confiese luego
Angela Evans, de la Universidad de Brock, y Kang Lee, de la Universidad de Toronto, fundamentaron esta afirmación en un experimento simple: realizaron con 65 pequeños de entre dos y tres años una variante de la llamada prueba de la tentación. A espaldas del menor, un adulto le daba pistas sobre un juguete para que él adivinara qué era. Tras proponerle la tercera adivinanza al niño, el adulto salía de la habitación un momento y le pedía que no se diera vuelta para ver el objeto; es decir, que no hiciera trampa. Una cámara oculta reveló que cuatro de cada cinco niños no obedecieron, se volvieron y engañaron al adulto.
Cuando el investigador volvía y preguntaba al pequeño si había mirado, solo el 60% de quienes sí lo habían hecho confesó su falta, pero los demás no. De entre los mentirosos, la cuarta parte tenía solo dos años, pero la tendencia a mentir aumentaba conforme a la edad. Sin embargo, cuando los expertos hicieron preguntas para poner a prueba la capacidad de los menores de sostener sus mentiras iniciales, la mayoría terminó por revelar su mentira.
«Casi todos los niños mienten. Cuanto más precoces sean y más elaborados y convincentes sean sus engaños, más posibilidades de éxito tendrán en el futuro», concluye Lee a la luz del estudio.
Niños, mentiras y frustración
Niños algo mayores, de entre 6 y 11 años, sometidos a una prueba similar demostraron que hacen menos trampas: solo la mitad miró la respuesta correcta a la pregunta. En cambio, casi todos estos menores tramposos (93%) mintieron cuando se les preguntó si lo habían hecho.
A medida que los niños crecen, aumentan sus mentiras para ocultar que han hecho trampaEsto confirmaría dos hipótesis: que los años aumentan la capacidad inhibitoria de los pequeños ante situaciones de tentación, pero que también incrementan la tendencia infantil de mentir para evitar la frustración, según los investigadores.
La habilidad para inventar y sostener mentiras, concluyen estos estudios, podría representar un signo de desarrollo cognitivo, es decir, de que son más inteligentes.
Niños que mienten y éxito
Casi todos los niños mienten. «Los que tienen mejor desarrollo cognitivo, no obstante, engañan mejor porque saben cubrirse. Con el paso de los años se vuelven banqueros», añade Lee. Esto, expresado como una broma, podría tener visos de realidad.
Según otro estudio desarrollado por la Universidad de California (EE.UU.), las personas de clases altas (es decir, las de mejor situación económica, mayor escolarización, etc.) son más propensas a las mentiras y a hacer trampas. Los científicos llegaron a esta conclusión después de hacer experimentos que simulaban situaciones reales, como jugar a los dados por dinero, realizar conductas poco éticas para obtener beneficios en el trabajo o ceder el paso a los peatones al conducir en la calle.
Estos datos parecen confirmar otros que sostienen que las personas de clase alta tienen mayores dificultades para sentir empatía con otros individuos.