Los niños necesitan dormir. Además, cuanto mejor duerman, más felices serán. Las consecuencias negativas de que no lo hagan afectan a su bienestar y, en última instancia, a su felicidad. En este artículo se explica por qué dormir para un niño es una cuestión de calidad y de cantidad, cuáles son los perjuicios para los pequeños de dormir mal o una cantidad insuficiente de horas y consejos para lograr que los menores duerman bien.
Niños que duermen bien, niños felices
Dormir es importante para niños, y adultos, por varios motivos; entre ellos, para ser más feliz. Eso es lo que opinan diversos científicos a partir de los resultados de numerosas pruebas y comprobaciones.
Los niños que no duermen lo necesario están más tristes y reducen su autoestima
Pero, ¿qué es dormir bien para un niño? No se trata solo de una cuestión de calidad, sino también de cantidad. Además de ser importante el sueño infantil sin trastornos, lo es hacerlo durante el número de horas adecuado. Si bien existen diferencias naturales entre individuos (algunas personas necesitan dormir menos que otras para sentirse bien), los expertos afirman que hay un tiempo de sueño recomendable para distintas franjas de edad.
La Fundación del Sueño de Estados Unidos establece que, durante su primer año de vida, los bebés necesitan dormir entre 12 y 18 horas diarias. Entre el año y los tres de edad, el tiempo de sueño recomendable es de 12 a 14 horas. Una hora de sueño menos (entre 11 y 13) es lo indicado para los niños de entre tres y cinco años, mientras que entre los cinco y los diez años, el lapso de sueño infantil se reduce a unas 10 u 11 horas. Para los adolescentes, es de unas nueve horas diarias y, para los adultos, cerca de ocho.
No dormir causa depresión en niños, además de otros efectos negativos
Los trastornos del sueño en bebés, o dormir menos horas de las que el cuerpo necesita, provoca en los pequeños efectos adversos significativos. En particular, repercute en su rendimiento escolar y su estado de ánimo. Además, la alteración crónica del sueño en niños puede tener «repercusiones físicas, «como problemas de crecimiento«, apunta Rocío Sánchez-Carpintero, de la Asociación Española de Pediatría.
Uno de cada cinco niños en España se despierta por la noche e interrumpe el sueño
Pero los perjuicios de dormir poco o mal para el menor no acaban ahí. Dormir menos de lo necesario está asociado con el sobrepeso y la obesidad infantil y aumenta el riesgo de sufrir depresión, concluyen estudios como el realizado por la Academia Estadounidense de Pediatría.
Además, los pequeños están de peor humor, más irritables y tan inquietos que, en muchas ocasiones, sus síntomas se confunden con los del trastorno por déficit de atención con hiperactividad en niños. Todos estos problemas van contra el bienestar del menor, que sufrirá más enfados y más estrés.
Como, además, el sueño afecta su capacidad de prestar atención y su rendimiento escolar, los niños que duermen mal tienden a recibir más regañinas y llamadas de atención, y suspenden más exámenes que los que duermen bien. Como consecuencia inmediata, la autoestima de los pequeños se ve afectada. Y esto también atenta contra su felicidad.
Consejos para que el niño duerma bien
La conclusión parece clara: se debe hacer todo lo posible por garantizar que los niños duerman la cantidad de horas recomendada para su edad. Esto puede ser difícil porque suelen oponer resistencia para irse a dormir, y más aún en verano, cuando los días son tan largos que corresponde ir a la cama cuando todavía hay luz natural.
Para lograrlo, es necesario recordar algunos consejos esenciales:
Establecer unos horarios y una rutina (tomar un biberón o una taza de leche, cepillarse los dientes, leer un cuento, etc.) y respetarlos de forma cotidiana.
Darles la cena al menos dos horas antes del momento de acostarse.
Propiciar, en las últimas horas antes de ir a la cama, las actividades relajantes (como la lectura para niños) y evitar las más frenéticas o que los pongan nerviosos (como jugar con videojuegos o usar el ordenador).
Si todavía hay luz natural, hay que cerrar bien las ventanas para evitar que se filtre al interior de la habitación. Es mucho más fácil que se duerman en verano si se reproducen las condiciones de iluminación del resto del año.
La llamada “medicina del sueño” es relativamente nueva, y por eso a menudo no se presta la importancia que se merece al tener un buen dormir. Esta afirmación se aplica también a los niños.
Según la Asociación Española de Pediatría, los pequeños en España sufren altos niveles de alteración en el sueño. Más de la mitad (el 53%) de los bebés durante el segundo semestre de vida padece interrupciones del sueño; a los seis años casi uno de cada cinco niños (el 18,6%) se despierta e interrumpe el sueño familiar al menos tres veces a la semana; y más del 12% de los pequeños de esa edad no han aprendido a dormirse por sí mismos.
Más allá de estos datos, lo importante es empezar por lo básico: intentar que en cada casa se den las condiciones para que cada niño duerma lo que necesita y lo haga sin trastornos. Es una manera de contribuir a su felicidad.