Sobrepeso, problemas dentales o trastornos en el sueño son los riesgos más importantes del consumo excesivo de refrescos por parte de los niños. Pero, al parecer, no son los únicos. Un estudio reciente ha hallado una relación entre la alta ingesta de bebidas azucaradas y los problemas de conducta y de falta de atención infantil. A continuación se aportan detalles de estos descubrimientos, así como datos sobre el consumo por parte de los menores españoles de refrescos y bebidas llamadas “energizantes”, otro producto problemático.
Refrescos y niños: peligros del consumo excesivo
Los niños que beben bebidas azucaradas en exceso pueden presentar mayores problemas de conducta, según un estudio
Los principales efectos negativos de los refrescos sobre los niños son bien conocidos: mayor riesgo de obesidad infantil, caries y otros problemas dentales, trastornos en el sueño, etc. Sin embargo, al parecer no son los únicos.
Científicos de EE. UU. han hallado que el consumo excesivo de bebidas azucaradas puede estar asociado con algunos problemas de conducta, además de con dificultades para prestar atención.
En concreto, los menores analizados que bebían cuatro o más raciones de refresco diarias presentaron el doble de problemas de comportamiento; entre ellos, mayor probabilidad de involucrarse en peleas. Estos niños también mostraron dificultades para prestar y mantener la atención y un mayor grado de retraimiento.
El estudio ‘Familias frágiles y bienestar del niño‘ se ha realizado sobre una muestra de casi 3.000 pequeños de cinco años de edad. Los investigadores se basaron en los datos proporcionados por sus madres y padres: un informe que detallaba el consumo de bebidas carbonatadas y el comportamiento de los niños en los dos meses previos.
El 90% de los niños en España consume refrescos de manera habitual
Carmen Ribes-Koninckx, presidenta de la Sociedad Española de Gastroenterología Hepatología y Nutrición Pediátrica, opina que, «aunque el trabajo tiene una población de estudio realmente importante, adolece de una serie de limitaciones metodológicas que no permiten establecer una relación definitiva de causalidad entre el consumo de refrescos y el comportamiento de los pequeños». Así, cita esta experta, los datos de consumo de los padres no distinguen entre bebidas con o sin azúcar, o con o sin cafeína, o si tienen cola o no.
Sí existen otras variables que, en opinión de Ribes-Koninckx, pueden ser muy relevantes, «como actividad física, factores dietéticos y consumo de videojuegos, entre otros». No obstante, esta especialista reconoce que la investigación sí puede considerarse «una señal de atención y una invitación a seguir investigando el tema con un diseño metodológico adecuado».
Refrescos, habituales entre los niños españoles
Según el estudio enKid, elaborado por la Asociación Multisectorial de Empresas de Alimentación y Bebidas, la gran mayoría de los niños y jóvenes españoles (el 92,6%) toma refrescos de manera habitual. Las posibles consecuencias negativas de la ingesta de estas bebidas son múltiples, en particular por su alto contenido de azúcar: el equivalente a entre ocho y nueve cucharaditas por cada lata. Por tal motivo, se han ganado la denominación de «bebidas azucaradas».
Los expertos en nutrición infantil enfatizan que el agua es la mejor elección para la hidratación de los menores y que, en todo caso, conviene optar por los zumos naturales, si se pretende dar sabor a la bebida. De todos modos, ni los refrescos -con o sin gas- ni los zumos naturales -que también contienen, aunque en mucha menor medida, azúcar- deberían funcionar como sustitutos del agua, en particular en verano, cuando hace falta ingerir una mayor cantidad de líquidos.
También se destaca como un hábito insano el consumo de bebidas azucaradas entre horas. Uno de los principales motivos es que, según los estudios, los azúcares tienen un efecto saciante más bajo cuando se ingieren en forma de líquidos. Como consecuencia, tomar más calorías entre horas no se ve compensado con una reducción en el momento de la comida o la cena, y esto propicia el sobrepeso y la obesidad.
También se ha comprobado en los últimos años un aumento notorio en el consumo, por parte de los niños y jóvenes, de las llamadas bebidas energéticas. Un informe de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) reveló en 2013 que el 18% de los menores de diez años ingieren bebidas energizantes de manera habitual, una media de dos litros por mes.
Entre sus consecuencias negativas, los expertos enumeran: menor rendimiento escolar, aumento de la tensión arterial, agravamiento de problemas cardiacos preexistentes y trastornos del estado de ánimo e, incluso, depresión, además de riesgos asociados también a los refrescos, como mala calidad del sueño, obesidad y problemas dentales.