Los bebés empiezan a andar cuando tienen más o menos un año de vida. Es una etapa en la que ganan autonomía y durante la cual el acompañamiento de sus padres es fundamental, tanto para estimular al pequeño y animarle, como para acondicionar los espacios de la casa y reducir los riesgos de accidentes domésticos. Pero también es un momento en el que los progenitores sienten ansiedad por los primeros pasos del bebé. En este artículo se dan una serie de consejos para afrontar esta nueva experiencia: acompañar al pequeño, transmitirle alegría como forma de estimulación y tener en cuenta que cada niño es diferente también a la hora de comenzar a andar.
Ansiedad por los primeros pasos del bebé
El momento en el que el bebé comienza a dar sus primeros pasos produce mucha ansiedad en los padres. Por un lado, por la alegría y la emoción que genera esta nueva etapa de la vida del niño. Por otro, por los temores ante la posibilidad de que se caiga y se haga daño. Lo importante es animar y estimular al pequeño, ayudarle a caminar, así como tomar algunas precauciones para evitar problemas.
Los niños empiezan a andar cuando tienen alrededor del año de vida. Primero se ponen de pie sostenidos en algún mueble u objeto grande, como una caja o un juguete que sirva de soporte. Luego comienzan a desplazarse con pequeños pasos laterales, hasta que en algún momento reconocen tener la fuerza y el equilibrio suficientes para quedarse en posición vertical, sin necesidad de apoyarse en nada más que sus propias piernas, y se animarán a dar sus primeros pasos.
Cuando el bebé da sus primeros pasos hay que acompañarle para transmitirle seguridad
En general, antes de caminar, los bebés gatean. Pero no siempre ocurre así. Algunos se saltan esa etapa y comienzan directamente a andar. Por tanto, no debe preocupar si el bebé supera los nueve meses y sigue sin gatear. Tampoco debe ser motivo de alarma que el bebé cumpla los 13 o 14 meses y aún no camine: cada niño es diferente, tiene su propio desarrollo. El hecho de que tarde un poco más en comenzar a andar no quiere decir que tenga algún problema: está dentro de lo normal.
Acompañar al pequeño en sus primeros pasos
Sobre todo al principio, es muy importante estar junto al bebé y acompañarle para darle la seguridad y la confianza que requiere para dar sus primeros pasos. Lo mejor es ponerse tras el pequeño, de forma que el bebé dé la espalda al adulto, y agarrarle de ambas manos. Esto permite sostenerle si tropieza e impulsarle hacia delante para hacerle notar lo bueno de desplazarse de un sitio a otro. Poco a poco, necesitará cada vez menos ayuda. Como quien aprende a montar en bicicleta, cuando quiera darse cuenta, será él mismo quien controle por completo su equilibrio.
Alegría para estimular al pequeño
Un truco para que el niño se anime a dar sus primeros pasos es acercar al niño a una caja con juguetes u otros objetos atractivos para el pequeño, mostrárselos y, luego, animarle a que él los saque de la caja; para lo cual deberá ponerse de pie. Luego, la caja se puede alejar un poco para que al bebé no le baste con levantarse, sino que necesite caminar.
De todos modos, nada es más estimulante para el niño que sus propios padres: si se coloca uno a cada lado y le llaman sucesivamente, el niño recorrerá la distancia de uno a otro con la alegría y la tranquilidad que le otorga saber que quien está al final del camino son sus padres. Además, para los progenitores es muy emocionante ver a su bebé caminando hacia ella o él.
Las felicitaciones, las sonrisas, los abrazos y los aplausos cuando el niño logra recorrer el camino que se le propone son fundamentales. Le llenarán de entusiasmo y ganas de seguir esforzándose para alcanzar nuevos objetivos.
Cada pequeño es diferente, también a la hora de comenzar a andar
Cada niño tiene sus propios tiempos. No solo para comenzar a andar, sino también para desarrollar esta capacidad. Y si bien hay que alentarle y animarle, en ningún caso se le debe obligar; menos aún si el bebé muestra signos de cansancio o irritación, ya que eso crearía una sensación de rechazo. Si está cansado, habrá que dejarlo y continuar en otro momento. Si no le apetece caminar, habrá que buscar las motivaciones y los estímulos para que sienta ese deseo.
Si es niño está cansado, es mejor dejarlo y continuar en otro momento
Durante el proceso de aprendizaje, es normal que el niño pierda el equilibrio y se caiga con relativa frecuencia. Salvo que se dé un golpe de gravedad, su reacción dependerá, en buena medida, de cómo reaccionen sus padres o los adultos que estén a su lado: si los mayores se asustan demasiado o se ponen muy nerviosos, el niño tenderá a hacer lo mismo. En cambio, si relativizan el golpe, sonríen y animan al bebé a que vuelva a ponerse en pie y seguir andando, lo más probable es que no le dé mayor importancia.
Es importante crear un espacio adecuado para que el niño comience a andar. Esto implica elegir sitios despejados, para motivar que el pequeño se desplace, y cubrir los bordes de los muebles con protectores de plástico, o de espuma, para evitar accidentes. También hay que tener mucho cuidado, a partir de este momento, con cualquier objeto que se deje sobre los muebles más bajos, ya que la insaciable curiosidad del bebé le impulsará a arrojarlos al suelo, o llevárselos a la boca.
El suelo, por su parte, es aconsejable que resulte firme pero blando, como es el caso del césped, una moqueta, una alfombra o una superficie de goma. También es bueno que presente algunas irregularidades, que no sea del todo liso; ya que genera nuevos estímulos que favorecen el desarrollo del niño.