Los problemas en la nutrición de los niños no tienen que ver solo con la cantidad y la calidad de los alimentos que componen su dieta, sino también con otros factores asociados que tienen su incidencia y que pueden contribuir con el sobrepeso y la obesidad. Entre esos factores, tal como detalla este artículo, se encuentran una percepción errónea sobre el peso de los pequeños por parte de sus padres, una cantidad de horas de sueño menor de las que el niño necesita y la realización de escasa actividad física, además de otras cuestiones, como si los hijos comen y cenan acompañados por sus padres y sin interactuar al mismo tiempo con dispositivos electrónicos.
En lo referente a los problemas en la nutrición de los niños, no hay que fijarse solo en la cantidad y la calidad de los alimentos ingeridos, pues la cuestión no se limita a eso. Hay otros factores relacionados que contribuyen con el problema: desde ciertas actitudes de los padres acerca de la alimentación de sus hijos hasta la falta de actividad física y de las horas de sueño necesarias para el bienestar de los pequeños.
El informe reciente ‘Percepción y hábitos de salud de la población española en torno a la nutrición infantil‘, elaborado por el laboratorio Cinfa, cuenta con el aval de la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP). Basado en encuestas a más de 3.000 hombres y mujeres con hijos de entre 6 y 12 años, el trabajo ofrece estadísticas que revelan algunos de esos problemas relacionados con la alimentación de los niños.
1. Sobrepeso, obesidad y riesgo de subnutrición
Solo dos tercios del total de los menores españoles (el 65,9%) están dentro de lo que se considera el peso normal para su edad (normopeso). La tercera parte restante se divide entre el 8,1% que padece sobrepeso, el 9,6% que entra en la categoría de obesidad y un 16,4% que se encuentra en riesgo de subnutrición. La obesidad infantil es un problema a nivel mundial: hay en la actualidad 42 millones de niños menores de cinco años por encima del normopeso. El crecimiento es exponencial: en 1990 había 32 millones y se estima que en 2025 habrá 70 millones. No es casual que la Organización Mundial de la Salud (OMS) la considere una pandemia.
2. Percepción errónea por parte de los padres
En 4 de cada 10 casos (42%), los adultos tienen una percepción acerca del peso de sus hijos que no se corresponde con la realidad. Y en el 13% de los casos, los padres no son concientes de que su niño padece de obesidad o sobrepeso. En consecuencia, no hacen nada para remediarlo.
Acertados o no, dos tercios de los progenitores (65%) consideran que sus hijos tienen un peso normal para su edad y estatura. El otro tercio se divide casi en partes iguales entre quienes creen que sus vástagos están un poco o muy poco por encima del peso normal (19%) y quienes los ven un poco o muy poco por debajo de la normalidad (16%). Sin embargo, cerca de la mitad (el 43%) de los padres que estiman que el peso de sus pequeños no es el adecuado para su edad y altura tampoco toman ninguna medida para solucionarlo. Los que sí hacen algo, en su mayoría lo llevan al pediatra o médico de familia (40%) o al nutricionista (4%) o les ponen a dieta ellos mismos (13%).
3. Un desayuno inapropiado
Según el estudio, solo uno de cada cinco niños desayuna de manera adecuada, es decir, con un lácteo, un cereal y una fruta. Si bien la mayoría (un 83%) consume lácteos en esa primera comida, solo el 12% toma fruta y el 18% bebe zumo natural. Los expertos también llaman la atención acerca de que el almuerzo de uno de cada 10 menores españoles es un producto de bollería industrial, una cifra que se duplica en el caso de la merienda. Estos alimentos son los más desaconsejados por los especialistas, por su alto contenido de azúcar, grasas saturadas y otras sustancias poco saludables, en particular para los pequeños.
4. Menos horas de sueño de las necesarias
Según la Fundación del Sueño, una institución estadounidense dedicada a la medicina del sueño, los pequeños de entre 5 y 10 años deben dormir una media de entre 10 y 11 horas diarias. Después de esa edad y durante toda la adolescencia, lo recomendado es que lo hagan al menos nueve horas (y ocho horas diarias son las sugeridas para los adultos). Sin embargo, según el informe de Cinfa, la gran mayoría de los niños (más del 93%) no llega a dormir las 10 horas recomendadas y un 4,3% no llega ni a las ocho.
Dormir menos de lo necesario está asociado con un riesgo más alto de padecer sobrepeso y obesidad. Pero sus perjuicios van bastante más allá: los menores que no duermen lo suficiente están de peor humor, irritables e inquietos, pueden sufrir problemas de crecimiento y tienen un peor rendimiento escolar y más probabilidades de padecer depresión. Por ello, los expertos coinciden en que los niños que duermen mejor son más felices.
5. Poca actividad física
Al igual que el sueño, la actividad física es otro complemento clave para la correcta alimentación y nutrición infantil. Y es otro aspecto que también se descuida. El Grupo de Trabajo sobre Actividad Física de la Asociación Española de Pediatría (AEP) recomienda que los menores realicen al menos una hora diaria de ejercicios de una intensidad moderada o alta, algo que, hasta algunas generaciones atrás, era lo más normal. Sin embargo, el ocio sedentario -que, como señalan los expertos de la AEP, está «vinculado a las nuevas tecnologías y a condicionantes socioculturales»- ha provocado consecuencias negativas en este sentido.
El informe ‘Percepción y hábitos de salud…’ indica que casi la mitad de los niños españoles (más del 45%) dedica «como mucho dos horas a la semana a actividades físicas extraescolares». Y en el 14% de los casos, estas prácticas no llegan a alcanzar la hora semanal. Entre los pequeños con peso normal, el porcentaje de los que practican más de dos horas semanales de actividad física es mayor que entre los que padecen obesidad, pero la diferencia es bastante estrecha (55% contra un 51%). Esto lleva a concluir que este parámetro tiene importancia, pero es uno más de todos a los que se debe prestar atención por el bien de la salud de los menores.
El informe respaldado por la SEPEAP también incluye otros parámetros relacionados con los hábitos de las familias en las comidas y que arrojan resultados interesantes.
Uno de ellos consistía en preguntar a los padres cuántas comidas o cenas habían compartido con sus hijos, sentados con ellos, durante la semana anterior a la encuesta. El 29% había compartido seis comidas o menos (casi el 2% dijo que no había compartido ninguna), es decir, menos de una comida diaria. Esto es importante, señala el estudio, debido a que “la educación y la supervisión de los padres y madres desempeñan un papel fundamental a la hora de lograr que el menor siga una dieta variada y equilibrada”.
Y otro asunto que se presenta como un problema vinculado con la nutrición es la interacción de los niños con “pantallas” (televisor, teléfono móvil, ordenador o tableta) al mismo tiempo que comen. Solo 3 de cada 10 adultos respondieron que sus hijos no realizan otra actividad durante sus comidas o cenas. Lo recomendable es no utilizar esos dispositivos, pues “impiden disfrutar de los alimentos, dificultan la conversación familiar y anulan cualquier posibilidad por parte de los progenitores de inculcar a sus hijos hábitos saludables a la mesa“. Del resto, la mayoría (el 46%) dijo que sus pequeños “a veces” usan pantallas mientras comen, el 20% “habitualmente” y el 5%, “siempre”.