Los padres y madres somos los primeros influencers de nuestros hijos. Y aunque en la adolescencia los amigos, youtubers, gamers y las redes sociales también lo sean, y hasta parezca que nos desplacen, la educación y el ejemplo que hayan recibido de nosotros y la relación que hayamos mantenido con ellos serán determinantes en su vida y en su relación con los demás. En el caso de las madres, su personalidad es clave. Las madres tóxicas pueden favorecer que sus hijos sean inseguros y frágiles. Pero, ¿y los padres? Conoce si eres una madre o un padre tóxico, las consecuencias de esta forma de ser en los hijos y qué poder hacer al respecto.
Sabemos que como padres y madres no siempre lo hacemos bien con nuestros hijos. A veces hay gritos, les etiquetamos, somos rígidos en ciertos aspectos, les dejamos algunos minutos de más con la consola y les ponemos dibujos en la tele o tienen móvil antes de la edad recomendada. Pero ¿somos madres y padres tóxicos? Es decir, como describe la psicóloga estadounidense Susan Forward en su libro ‘Padres que odian’ (Toxic Parents), ¿somos “aquellos que, por diferentes razones, causan sufrimiento a sus hijos a través de la manipulación, el maltrato, las demandas, desde la infancia hasta la adultez”?
Características de los padres y madres tóxicos
Algunos de nuestros comportamientos pueden ser tóxicos, y es importante saber identificarlos para ver si somos padres tóxicos o podríamos llegar a serlo. Porque, en realidad, existen este tipo de progenitores que solo piensan en ellos mismos y siempre quieren quedar por encima, con consecuencias nefastas en su propia vida y en el desarrollo de sus hijos. ¿Lo eres o en algún momento te sientes así? Estos son algunos de los rasgos y de las conductas de los padres y madres tóxicos:
- Manipulador, tanto que usan el chantaje afectivo.
- Egocéntrico y egoísta.
- Muy exigente.
- Envidioso de sus hijos; hasta compite con ellos.
- Autoritario; utiliza el miedo para controlar.
- Maltrata física o verbalmente por cualquier motivo.
- Crítico con todo lo que hacen sus hijos.
- Culpabiliza y responsabiliza a sus hijos de sus propios fracasos o frustraciones.
- Sobreprotector.
- Proyecta en sus hijos sus sueños y pretende que vivan la vida que no pudo tener.
Pero hay diferencias entre los progenitores tóxicos. Para la psicóloga Irene López Assor, ellas hacen más daño emocional que ellos. Tanto, que las madres tóxicas son uno de los ‘10 obstáculos que te impiden ser feliz’, su último libro. Lo es la frustración, la autoexigencia, el ego y la soberbia, el desamor, la envidia, la culpa, el efecto Pigmalión (potencial influencia que ejerce la creencia de una persona en el rendimiento de otra), la procrastinación y dos tipos de personas: las amistades tóxicas y, en primer lugar, las madres tóxicas. “El tema de las madres es uno de los principales motivos que se trata en una consulta de psicología, sobre todo el tipo de relación que tenemos con nuestra madre y ese vínculo que creamos, ya que, al analizarlo en profundidad, descubrimos cómo va a repercutir o cómo está repercutiendo en nuestras relaciones sociales, tanto de pareja como de amigos”, comenta.
¿Y los padres tóxicos? “No juegan con el vínculo emocional del parto, por eso no tienen tanta implicación en los niños. Los adultos que vienen a consulta hablan de sus padres tóxicos como padres muy rígidos, autoritarios, pero que no tienen problema en dejarte de hablar. Es decir, el hombre no cae en el victimismo social de la mujer”, explica López Assor.
Cómo saber si soy una madre tóxica
Imagen: Ksenia Chernaya
Como detalla esta experta en psicología biológica de la salud y en terapia familiar sistémica, hay dos grandes tipos de madres tóxicas:
- la negligente. No cuida de forma correcta a sus hijos, hace su vida delante de ellos (drogas, alcohol…) sin importarles el ejemplo, los abandona y, hasta en algunos casos, llegan a intervenir los servicios sociales.
- la narcisista. Solo busca su propia satisfacción de forma muchas veces inconsciente, haciéndose la protagonista de la vida de su hijo, aunque este tenga 40 años. Se hace la víctima todo el tiempo. Es sobreprotectora. “Disfraza de amor la superprotección. La excusa del amor es perfecta, pero en realidad es control. Si quieres a tu hijo de verdad has de dejar que se equivoque, que genere tolerancia de la frustración y que así tome seguridad en sí mismo. Si le sobreproteges, estás todo el día encima de él, vigilando sus movimientos, crearás una marioneta o una proyección de tus deseos”, señala. Las madres tóxicas desplazan a la figura paterna y manipulan a sus vástagos con el vínculo materno del nacimiento. “Es mi hijo que para eso lo parí”, suelen decir, por eso es “más perturbador que un padre tóxico o narcisista”. Tienen una concepción bastante egoísta de la maternidad, propio de otras épocas, pero que se trasmite de generación en generación. “Son las Bernarda Alba del siglo XXI”, define López Assor, quien opina que las madres narcisistas modernas tienen más herramientas para victimizarse.
¿Una madre tóxica es una amiga tóxica? Por regla general, son todo lo contrario: se desviven, son buenas, generosas y consideradas como las mejores amigas. Pero, en realidad, reconoce la psicóloga, es una forma de aumentar su narcisismo y de crear vínculos de unión con los demás por si en algún momento el hijo se rebela. De este modo, ellas serían “las víctimas y ‘las pobrecitas’ reforzadas, no solo por ellas mismas, también por sus amigas con comentarios del tipo: ‘hay que ver, el hijo desagradecido a su madre, con todo lo que hizo por él’”.
Así son los hijos de padres y madres tóxicos
Los hijos de este tipo de padres han crecido en un entorno inseguro en términos emocionales. De ahí que, como expresa Susan Forward, al llegar a adultos y como consecuencia de esta clase de relación con sus progenitores, sean personas con baja autoestima, inseguras, sumisas y emocionalmente inestables.
Para Irene López Assor, el hijo de una madre tóxica es “muy exigente con él mismo, exitoso y siempre intenta demostrar al mundo que vale y que merece la pena. Con autoestima frágil y problemas, por regla general de carácter obsesivo. Le importa mucho la opinión de los demás y el qué dirán. Y se esfuerza mucho por complacer a la gente”.
Qué podemos hacer
Ante todo, la actitud de los padres y las madres hacia los hijos va a ser determinante a la hora de que el niño desarrolle correctamente su personalidad. Por eso es recomendable “abrazarlo, acariciarlo, mostrarle cariño, jugar con él, cuidar su propio bienestar emocional y físico, puesto que repercutirá en el comportamiento hacia su desarrollo en la edad adulta”, expone la psicóloga.
¿Hay maneras de evitar ser una madre narcisista? Primero, hay que reconocer que se puede caer en el narcisismo. “El gran error es pensar que nosotras no vamos a ser nunca una madre así, y sí, se puede ser y, de hecho, es muy fácil caer en el narcisismo y en el protagonismo con un hijo. Hay que tener precaución”, aconseja. También es importante ver que antes, con nuestras madres, dominaba lo racional y hoy, en nuestro tiempo, lo emocional. “Hay que buscar el equilibrio, y un equilibrio real sin pasar por el ‘todo vale’ que tampoco es bueno”, sostiene.
Y si lo eres, ya has dado el primer paso: reconocerlo. ¿Ahora? Intenta cambiar la forma de relacionarte con tu hijo. Escucha, se autocrítica, no uses el chantaje emocional y menos un lenguaje agresivo. Y no intentes controlar todo. Si necesitas ayuda profesional, no dudes en acudir a un especialista.