La llegada de un hijo es una experiencia que cambia la vida. Y, como los bebés no vienen con un manual de instrucciones bajo el brazo, son muchas las dudas y los temores que aparecen. A continuación se enumeran diez miedos frecuentes de padres y madres recientes, entre ellos, si el niño se desarrollará con normalidad, si irá todo bien en el parto, qué pasa si llora y no se puede calmar o si los progenitores ya no podrán hacer vida social. Y también se ofrecen trucos de padres y madres experimentados para afrontarlos y superarlos.
1. ¿El bebé nacerá sano?
Los miedos surgen incluso antes del nacimiento, durante la gestación. El deseo es que el desarrollo del bebé en el vientre materno se produzca de manera saludable y normal.
Las ecografías y los controles médicos prenatales permiten comprobarlo y que los padres se queden tranquilos, si todo va bien.
2. ¿Irá todo bien durante el parto?
Para algunos primerizos, el miedo más grande es el que surge ante el parto. Esa fue la experiencia de Carlos Escudero, bloguero responsable de Un papá como Darth Vader. «Quieres ayudar en todo a tu mujer, con las contracciones, con sus necesidades, con lo que siente, apoyarla hasta la saciedad, pero también te sientes descolocado, confuso, como en continuo fuera de juego», admite Escudero.
¿Cómo afrontarlo? «Es entonces cuando tiras de amor, de sentido común, de todo lo que has leído, de todo lo que sientes. Te dejas llevar y entonces te das cuenta de que estás disfrutando como nadie al ver el nacimiento de tu hijo«, comenta. Escudero, padre de dos niños, opina que el miedo de antes del parto «se convierte en alegría» cuando llega el momento de un siguiente nacimiento.
3. ¿Y si viene más de un niño?
La posibilidad de un embarazo múltiple siempre existe, y mucho más en el caso de que haya antecedentes familiares. «A la sorpresa sobreviene la inmensa ilusión, pero también los grandes miedos», explica Carolina Cerini, madre de mellizos y responsable del blog Mellimamá.
Cerini enfatiza que los temores y la incertidumbre «se combaten con la experiencia del día a día». Y asegura que las «mamás múltiples» desarrollan nuevas habilidades, como «dormir poco y estar siempre alertas, hacer las cosas con una velocidad que desconocían, dar el pecho a dos niños a la vez, cambiar pañales en tiempo récord o utilizar pies y manos con enorme destreza». Además, descubren «un desbordante amor para dar a dos», dice esta bloguera.
3. ¿Seré un buen padre o una buena madre?
Este es el gran miedo, un temor general que de alguna manera engloba a los demás. ¿Cumpliré bien con mi tarea? ¿Seré un buen padre o una buena madre?
«Yo me las prometía muy felices, hasta el día en que nació mi hijo», cuenta Rafael Mérida, autor del blog Papá Cangrejo. «Cuando lo tuve entre mis brazos por primera vez en la sala de partos y lo vi tan pequeño, tan indefenso, tuve unos momentos de flaqueza y lo único que pensé fue: ¿y ahora qué hago con esto?», confiesa.
Any Fuchok, autora del blog Mamá de Alta Demanda, coincide: «Es muy diferente ver la crianza de tus amigas, de tus tías o vecinas, a enfrentarte a un pequeño de 50 centímetros que no para de llorar y de pedir brazos y alimentos».
Así como el niño no viene con un manual de instrucciones, tampoco existen recetas ni fórmulas mágicas para ser buenos padres. Pero si se procura hacerlo todo con amor y responsabilidad, se estará mucho más cerca de lograrlo que de no hacerlo.
4. ¿Le pasará algo al bebé?
Acostumbrados a que el bebé exija una atención casi exclusiva durante los primeros días, madres y padres primerizos pueden sentirse inquietos cuando el pequeño empieza a tener ratos de mayor tranquilidad. «Cuando el niño estaba mucho rato sin dar señales de vida, me acercaba para comprobar que respiraba, tanto de noche como de día», relata Mérida.
Lo que hay que procurar es estar tranquilos, ya que no hay motivos para no estarlo, y no obsesionarse. El paso del tiempo y el crecimiento saludable del bebé se encargan del resto.
5. ¿Y si llora mucho y no lo puedo calmar?
El llanto es la más importante forma de expresarse del niño y lo hará siempre que necesite algo. Pese a que puede haber momentos en que parezca que no parará de llorar nunca, hay que procurar no perder los nervios y tener claro que dejará de hacerlo.
Existen distintas técnicas para calmar al bebé que llora, desde masajes hasta trucos y sonidos caseros, como el ruido blanco que producen ciertos aparatos. A medida que el pequeño crezca y amplíe sus posibilidades de comunicación, llorará menos.
6. ¿Ya no podré volver a dormir toda la noche del tirón?
La imposibilidad de dormir toda la noche es un problema frecuente en las primeras semanas o meses del bebé, pero no es algo que atormentará a los padres durante años.
El comportamiento nocturno del pequeño se afianza, en general, hacia sus seis meses de edad. A partir de entonces, se establecen los ciclos de sueño y vigilia, que se repiten cada 24 horas, como en los adultos.
La mayoría de los niños siguen teniendo despertares nocturnos, pero, al año de edad, nueve de cada diez bebés ya duermen al menos cinco horas seguidas cada noche, concluye el estudio «El pediatra ante el niño con trastornos del sueño«, dirigido por Gonzalo Pin, director de la Unidad Valenciana del Sueño Infantil.
7. ¿Tendré que olvidarme de mi vida social?
Con la vida social ocurre algo parecido a con el sueño: si bien al comienzo la dedicación exclusiva que exige el bebé la convierte en algo imposible, al menos muy difícil, de lograr, con el paso del tiempo las posibilidades se amplían, sobre todo para las parejas que cuenten con la ayuda de sus propios padres, los abuelos de la criatura.
Pero también hay alternativas, como turnarse o salir con el niño. Existen incluso estrategias para obligarse a salir y evitar la tendencia, ocasionada por el cansancio y la pereza, a quedarse siempre en casa.
9. ¿Tomaré las decisiones correctas?
Mérida explica que su mayor temor siempre fue «no tomar las decisiones correctas». Se refiere, sobre todo, a cuando el bebé se pone malo. «Nunca me ha preocupado que enferme, mi temor ha sido siempre no hacer lo mejor para él cuando enfermaba. Nunca me parecía que estaba lo suficientemente enfermo como para ir a urgencias, pero ¿y si no lo llevaba y era algo serio?».
Mérida afirma que su manera de afrontar este temor es pensar siempre: «Soy su padre y lo voy a hacer lo mejor que pueda». De esa forma, se adquiere «la seguridad necesaria para tomar decisiones con confianza».
10. ¿Y si no entiendo a mi bebé?
El niño es una persona muy pequeñita e inmadura, pero una persona. Y al igual que con todas las personas, hay que tomarse un tiempo para conocerle. «Hasta que llega un día en que entiendes, si bien no todas, muchas cosas de tu bebé», dice Escudero.
Este papá bloguero explica que el mejor consejo que recibió en su vida se lo dio una matrona: tener sentido común. «Si te guías por tu instinto, por lo que has leído y por la experiencia de esos primeros meses, la cosa suele ir bien», añade. Y Cerini está de acuerdo: «Será nuestro instinto y nuestro sentido común el que nos guíe para saber si estamos haciendo lo correcto». Fuchok recomienda «prepararse, buscar información, los consejos de la futura abuela; pero nada como el propio instinto, confiar en nosotros, que lo haremos bien».