Restaurantes, hoteles, aviones, museos, iglesias… Para muchas familias, sitios como estos son inaccesibles. Y no por las barreras arquitectónicas que presentan, sino porque sus hijos son ruidosos y molestan en exceso al resto de comensales, viajeros, turistas o feligreses. Para tenerles entretenidos, y que no armen jaleo, hay quien opta por dejarles el móvil o la tableta para que jueguen o vean vídeos. Pero existen otras formas de conseguir que hagan el menos ruido posible, sin tener que recurrir a la tecnología. En este artículo se dan algunas ideas.
Imagen: DesignPicsInc
En los últimos meses se han hecho virales dos momentos que reflejan un auge de la «niñofobia», una tendencia que se caracteriza por no tolerar los comportamientos ruidosos que los más pequeños producen en espacios cerrados al saltar, llorar, cantar, correr entre la gente, entrar, salir… es decir, por comportarse como lo que son: niños.
En marzo, un bar de Salamanca colgó en la puerta una normativa polémica. En ella resaltaba que «si el menor llora, grita o hace ruidos molestos para el resto, los padres deberán sacarlo hasta que deje de hacerlo». Además, indicaba que los niños deben permanecer «en todo momento con sus padres, sin separarse de ellos» y prohibía que entraran con juguetes, a excepción de «móviles y consolas», cambiarlos en el «local fuera del aseo» o «jugar» en el establecimiento. Ante las críticas que recibió, sus responsables decidieron retirar el cartel. Y en abril, Lorenza, una niña de apenas un año, regalaba una bolsa con dulces y tapones para los oídos a todos los viajeros del vuelo en el que iba con sus padres, por si «daba un concierto», tal y como recogía una de las pasajeras en su cuenta de Facebook.
El fenómeno de la «niñofobia» -que incluso ya tiene en su contra a miles de personas bajo la etiqueta #StopNiñofobia– se hace patente con restaurantes donde no se permite la entrada de menores, ni siquiera acompañados de sus padres, hoteles solo para adultos, aerolíneas con zonas child free (libre de niños), cruceros sin niños o trenes con coches en silencio, donde no pueden ir menores de 14 años, entre otros viajeros.
Ante este panorama, se puede ir de vacaciones solo a hoteles amigos de los niños o acudir únicamente a establecimientos hosteleros con menús infantiles. Pero no hay por qué renunciar a una comida en un restaurante cualquiera o a viajar en avión cuando se va con los hijos. Estas son las claves.
1. Enseñar conductas y comportamientos respetuosos con los demás
Educar a los hijos en valores les ayudará a saber convivir y comportarse en lugares a los que no están familiarizados. Respeto, amabilidad y comprensión hacia los demás son tres de los valores que más les servirán para saber cómo actuar en estos ambientes.2. Hablar antes con los niños
No se puede improvisar. Antes de salir de casa hay que hablar a los niños del lugar dónde se irá y ponerles normas que entiendan y puedan cumplir: estar sentados mientras dura la comida, no gritar, moverse sin correr, etc. También habrá que explicar las consecuencias en positivo, como aconsejan los especialistas, y pactar qué «premio» lograrán para motivarles: ir al parque, disfrutar con un helado de postre o elegir el camino de vuelta, por ejemplo.3. Elegir bien el lugar y la hora
Si son un poco mayores, es conveniente hacerles partícipes de la salida. Pedirles opinión acerca del establecimiento hostelero al que se acudirá y de lo que tomarán en él contribuirá a que su comportamiento sea adecuado.Lo recomendable es que sea un lugar amplio, y si tiene terraza o algún espacio acondicionado para los pequeños, mejor. Que sirvan a los niños primero es importante. Y en cuanto al horario, lo idóneo es que se desarrolle al mediodía, ni muy pronto ni muy tarde, a fin de que el hambre o el sueño no hagan estragos. Y es que el cansancio al final del día podría torpedear una cena con facilidad. En un avión o tren, en cambio, hacer el viaje de noche puede ser una solución.