Durante las primeras semanas de vida, cuando un niño duerme poco o mal, el problema no suele ser de sueño, sino de alimentación. Sin embargo, ya desde el nacimiento conviene empezar a prepararlos para que aprendan a dormir bien.
- El primer paso es procurar que el día y la noche les queden claramente delimitados. Para ello, de día es mejor no tenerlos a oscuras ni aislarlos tanto como para que no puedan oír los ruidos normales de la casa; mientras que de noche se debe procurar hacer poco ruido y mantener la habitación oscura, iluminándola muy tenuemente y hablando en voz baja sólo cuando sea necesario.
- El punto crítico para lograr que el sueño no sea un problema es comprender que el bebé debe aprender a dormirse solo. Si se le duerme en brazos, cantándole o dándole de comer, asociará su entrada en el sueño con esas actividades. Y, en este caso, cada vez que se despierte por la noche, necesitará la misma ayuda para volver a conciliar el sueño.
- Por tanto, si el bebé se duerme en brazos o mamando, en vez de aprovechar para acostarle con todo cuidado y sigilo, hay que procurar despertarle un poco con unas caricias, lo justo para poder dejarle en la cuna casi dormido, pero no del todo.
- Esta norma debe saber aplicarse progresivamente y con flexibilidad. No se trata de que el bebé deba dormirse desde el primer día solo, sino de que no se habitúe innecesariamente a entrar en el sueño con una ayuda de la que luego no querrá prescindir, ni para conciliar el sueño ni para mantenerlo.
- Se le puede mecer y se le puede cantar, pero no hasta dormirle, sino hasta adormecerle. Y si al dejarlo en la cuna se pone a llorar, empezar de nuevo: consolarle en brazos, pero procurar dejarlo en la cuna cada día un poco más despierto que el anterior.
- El chupete puede facilitar mucho las cosas y el único inconveniente de que se acostumbre a dormirse con él es precisamente que, mientras sea pequeño y no pueda localizarlo y llevárselo él mismo a la boca, es fácil que lo reclame más de una vez para poder seguir durmiendo.
- También es importante no precipitarse a atenderle por la noche solo porque se le oiga moverse inquieto o gemir un poco, pues un bebé puede llorar sin llegar a despertarse y, si se despierta, es capaz de volver a dormirse por sí solo en unos pocos minutos.
- Hay que tener presente que por la noche se oyen ruidos que de día habrían pasado desapercibidos. La preocupación porque duerma o deje dormir lleva a menudo a tratar de calmarle enseguida, despertándole inoportunamente o no dándole tiempo a que concilie de nuevo el sueño sin necesidad de nadie.