La mayoría de los niños tiene acceso a numerosos dispositivos tecnológicos, desde la televisión hasta otros más nuevos, como ordenadores, tabletas y teléfonos móviles. La relación que establecen con ellos es motivo frecuente de discusiones y debates. Este artículo ofrece datos acerca de ese vínculo, a partir de un estudio realizado por dos universidades españolas: cuáles son los dispositivos preferidos por los pequeños, el carácter autodidacta de su acercamiento a esos aparatos, el punto de vista de padres y madres y recomendaciones acerca del uso de la tecnología por parte de los menores.
Los niños y los nuevos dispositivos digitales
Los usos que los niños hacen de los nuevos dispositivos tecnológicos -y las consecuencias de ellos- constituyen un tema sobre el cual se diserta mucho en los últimos tiempos. Ordenadores, tabletas, videojuegos y otros aparatos han modificado muchos hábitos y prácticas de la infancia, en asuntos como el juego, la actividad física, el aprendizaje o las relaciones interpersonales.
Un estudio reciente, realizado por la Universidad Autónoma de Barcelona y la Universidad Autónoma de Madrid, analizó la relación que existe en España entre los pequeños de hasta ocho años de edad y los nuevos dispositivos digitales. El trabajo forma parte de una investigación mayor, a nivel europeo, coordinada por la European Commission-Joint Research Center y que articula a 37 universidades y otras instituciones en 16 países.
Los dispositivos preferidos por los niños
Entre las principales conclusiones de la consulta, los investigadores determinaron que los dispositivos preferidos por los niños son la televisión y las tabletas, que son usados con autonomía por parte de los pequeños, aunque bajo el control y las reglas establecidas por los mayores. La tele no forma parte de la «nueva tecnología», pero se mantiene entre los entretenimientos favoritos de los menores.
Otros aparatos, como ordenadores portátiles y teléfonos, son utilizados en menos cantidad y con una supervisión mayor por parte de los padres. Varios de los niños que formaron parte del grupo analizado tenían sus propios móviles, pero eran productos antiguos, que sus progenitores habían sustituido por otros y que los hijos empleaban solo para jugar (sin la tarjeta SIM, que es la que permite que el aparato funcione como teléfono).
El uso que los menores dan a los aparatos electrónicos está relacionado de manera casi exclusiva al ocio, el juego y el entretenimiento. En el caso de los mayores, estas prácticas se combinan, en algunos casos, con actividades laborales.
Los niños, autodidactas en el uso de la tecnología
Los niños aprenden por su propia cuenta cómo utilizar las nuevas tecnologías. Este dato viene a confirmar una sensación compartida por padres, madres y otras personas que están cerca de ellos: los pequeños tienen una gran facilidad para manipular y sacar provecho a los productos electrónicos e informáticos más recientes. De todos modos, los investigadores señalan que, pese a esa facilidad, los niños necesitan supervisión y, a menudo, piden ayuda a sus progenitores y otros miembros de su familia (en particular, hermanos mayores y primos).
Por otro lado, la mayoría de los hogares cuenta con varios dispositivos digitales. El dato que puede resultar llamativo es que su mayor o menor presencia no está asociada de forma directa con aspectos tales como la composición familiar, ni con la ubicación geográfica, ni siquiera con el nivel de ingresos económicos. Los científicos sí hallaron una relación, en cambio, entre su uso y la ocupación e incluso la «ideología» de los padres.
¿Qué percepción tienen los niños de las nuevas tecnologías? En general, su imagen es positiva: ellos la asocian con el ocio, los juegos y las oportunidades de explorar e investigar sobre los temas que les interesan. Cuando se les pregunta por sus aspectos negativos, los investigadores destacan que es evidente -y, en algunos casos, explícito- que reproducen las explicaciones y los puntos de vista de sus padres.
El punto de vista de padres y madres
Los adultos, por su parte, perciben la relación entre sus hijos y la tecnología como algo «inevitable» y están convencidos de que con el paso de los años no hará más que incrementarse. Sus principales preocupaciones al respecto tienen que ver con el acceso a contenidos inapropiados (sobre todo a contenidos violentos) y a la posible interacción con desconocidos a través de distintas plataformas y juegos on line. En este sentido, el estudio destaca que, en general, los menores de ocho años no utilizan redes sociales, pero sí crean «perfiles» propios para participar en algunas plataformas y juegos.
Para proteger a sus hijos, los investigadores detectaron que los padres ejercen un control basado sobre todo en dos aspectos:
- La restricción del acceso de los niños a Internet, a través de medidas como desconectar el wifi en el hogar, quitar la tarjeta SIM de los teléfonos o instalar filtros de contenido.
- Cuando sí permiten la conexión a la Red o la interacción con otros usuarios, se mantienen muy cerca de los pequeños, para saber lo que hacen (y lo que podrían hacer).
Los investigadores afirman que «hay una muy fuerte relación entre el miedo o la percepción del riesgo por parte de los padres y las estrategias de control que estos establecen».
Además, los adultos también se muestran preocupados por el rol de las nuevas tecnologías como «competidoras» de los juegos y otras actividades que los niños de generaciones anteriores realizaban fuera de casa. En general, los padres admiten recurrir a la tecnología para «mantener entretenidos» a sus hijos cuando tienen que atender otros asuntos, pero enfatizan que procuran organizar planes y rutinas para después de la escuela que implican que los pequeños dediquen tiempo a otras cosas y no solo a los dispositivos digitales.
El estudio enumera algunas recomendaciones para que los mayores tengan en cuenta a la hroa de pensar en la relación de sus hijos con las nuevas tecnologías. En primer lugar, propone que los padres promuevan formas de autorregulación en los niños. Es decir, tratar de que sean los propios pequeños los que limiten el tiempo que dediquen a los dispositivos digitales. Esta propuesta, según los investigadores, se opone a la estrategia más corriente, que consiste en que sean los adultos quien impongan las reglas y otras actividades para que los menores pasen menos tiempo con los aparatos.
Ante esto, los investigadores señalan dos observaciones. La primera es una dificultad vinculada con el hecho de que los niños utilizan las nuevas tecnologías sobre todo para jugar y para sus ratos de ocio, las áreas de su vida en la que han ejercido desde siempre mayor autonomía. Por eso, existe el riesgo de que las intervenciones de los padres se perciban como una “interferencia”. Se debe tener tacto y cuidado. La segunda observación es que, como los medios y la tecnología digital cambian con tanta rapidez, los mecanismos de regulación y control siempre deberían verse como “provisionales” y estar abiertos a revisión.
Otro consejo consiste en repensar ciertas estrategias. Al desconectar Internet de los dispositivos, los padres “están sacrificando la característica quizá más esencial de los medios digitales actuales: la conectividad on line”. Y puede ser que esto represente un retraso en las experiencias que los niños, tarde o temprano, han de vivir.
Por eso, la última recomendación ofrece una posible solución alternativa a la desconexión de los equipos: que el tiempo que los pequeños pasen con estos aparatos sea tiempo compartido entre los hijos y sus padres. El estudio determinó que, en la mayoría de los casos, el uso de los aparatos electrónicos por parte de los niños representa una práctica individual, cuando esto no debe ser necesariamente así: lo pueden compartir con los mayores o con otros menores.