Los niños son especialmente sensibles al humo del tabaco, el cual aumenta de manera notoria los riesgos de que padezcan asma y otros problemas respiratorios. Un estudio reciente señala, además, que los cigarrillos afectan a muchos más niños de lo que se creía hasta ahora. Ante estas conclusiones, a continuación se explica la vinculación entre los niños expuestos al humo del tabaco y los problemas respiratorios, la importancia de detectar este posible detonante del asma en los pequeños y algunas cifras de la vulnerabilidad de los niños frente a este problema.
Niños expuestos al humo del tabaco y problemas respiratorios
Los niños son más vulnerables al humo del tabaco porque su aparato respiratorio está aún inmaduro
Un estudio reciente, publicado en la revista especializada ‘Pediatrics’, revela que cuatro de cada cinco niños hospitalizados por asma o problemas respiratorios habían estado expuestos a aire contaminado por el humo del tabaco. Sin embargo, apenas poco más de un tercio de los padres (el 35,1%) respondió de manera afirmativa a la consulta de si sus niños habían sido fumadores pasivos.
Ante estos datos, los expertos quisieron analizar la saliva de los niños para conocer más sobre los motivos de esta circunstancia. ¿Cuál fue el resultado? El 70% de los niños cuyos padres aseguraron que no habían sufrido el llamado «humo de segunda mano», en realidad, sí lo habían padecido.
Otro dato destacado es que, de estos niños atendidos en hospitales por problemas respiratorios y expuestos al humo del cigarrillo -tanto en el propio hogar como en otra casa o en el coche-, el 17% debieron volver a ser ingresados al cabo de un año o menos.
El humo del tabaco provoca asma en los niños
A raíz de estos resultados, algunos expertos han enfatizado la importancia de emplear métodos analíticos, más efectivos, para determinar la exposición al humo en los niños. «La de la saliva es una prueba buena y útil para evaluar un detonante significativo del asma», explica Robert Kahn, pediatra y uno de los responsables del trabajo.
Por varios motivos, los niños son especialmente vulnerables al aire contaminado por los cigarrillos. Por un lado, su aparato respiratorio y su sistema inmunológico todavía no están maduros, por lo que su organismo es incapaz de atenuar el efecto de los agentes tóxicos. Por otro, debido a que su ritmo respiratorio es superior al de los adultos, en un mismo tiempo aspiran más productos químicos que alguien mayor.
La Asociación Española Contra el Cáncer define como fumadores pasivos a «aquellas personas que, sin ser fumadoras, están expuestas con frecuencia al aire contaminado por el humo de tabaco». Este aire contaminado no sólo incluye el del propio humo del cigarrillo, sino también el que exhala una persona al fumar. Este último, explican los científicos, «es incluso más dañino», dado que «contiene mayores concentraciones de sustancias perjudiciales».
Niños expuestos al cigarrillo: mayor presión sanguínea
Un estudio publicado en 2011 señalaba que los niños que son hijos de personas fumadoras tienen un 21% más de probabilidades de tener una presión sanguínea elevada. Este dato se añadió a un listado de otros riesgos que el humo del tabaco ocasiona en los pequeños: 50% más probabilidades de sufrir otitis, 30% más riesgo de padecer infecciones respiratorias y 20% más casos de crisis asmáticas, además de mayor cantidad de irritaciones de mucosas (garganta, nariz y ojos) y de ingresos hospitalarios.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) aporta otros datos que dan una idea de la magnitud del problema. Destaca que en el humo del tabaco hay unos 4.000 productos químicos, de los cuales al menos 250 son nocivos y 50, cancerígenos para el ser humano. El riesgo es considerable, ya que se estima que unos 700 millones de niños (casi la mitad de la población infantil mundial) respiran aire contaminado por humo de tabaco y más del 40% tienen al menos un progenitor que fuma.