El paracetamol es un analgésico muy utilizado, incluso por las embarazadas. Sin embargo, un estudio relaciona su consumo durante la gestación con el riesgo de que los niños sufran asma en los primeros años de vida. En concreto, se le atribuye un incremento del 20% de probabilidad durante los primeros 18 meses de vida y del 50% a los siete años. Este hallazgo, además de cuestionar la seguridad del fármaco, pone en evidencia la escasa investigación que se realiza sobre los efectos de los medicamentos durante el embarazo.
Más asma
El Centro de Investigación en Epidemiología Ambiental y el Instituto Municipal de Investigación Médica de Barcelona, con la colaboración de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, hizo un seguimiento de 66.445 mujeres incluidas en una base de datos en la que se encuentran registrados los nacimientos desde 1996 a 2003, en Dinamarca. De allí se extrajo información relativa al uso de paracetamol y otros fármacos durante la gestación. Después, se efectuó una entrevista a todas las madres cuando los niños cumplieron los 18 meses para saber si sufrían asma u otros problemas respiratorios. Tras obtener esta información, 12.773 niños volvieron a ser evaluados al cumplir siete años.
Los resultados evidenciaron un incremento del 20% de probabilidad de padecer asma durante los primeros 18 meses de vida y del 50% a los siete años, concluye el estudio, que ha sido publicado en la revista «Internacional Journal of Epidemiology». Investigaciones previas, como las realizadas en 2002 por un equipo del King’s College de Londres y la Universidad de Bristol, ya habían alertado sobre su uso durante la gestación.
Las conclusiones podrían tener consecuencias importantes, ya que el paracetamol se utiliza durante el embarazo al ser uno de los fármacos considerado hasta ahora más seguro. Aunque todavía no está claro qué dosis es la perjudicial y por qué mecanismo, uno de los autores del estudio comenta que posiblemente el efecto nocivo se produzca con la administración continuada, y que dosis puntuales no acarreen problemas.
El uso de antiinflamatorios se muestra relativamente seguro cuando se utilizan de forma puntual y a dosis bajas.
Los resultados de este meta-análisis coinciden con una investigación más reciente, publicada en de abril de 2011 en «Clinical & Experimental Allergy», que asegura que el uso de paracetamol durante el embarazo está relacionado con un 21% más de riesgo de asma infantil.
Durante el embarazo se desarrollan pequeños trastornos que causan dolor o malestar y que precisan la utilización de analgésicos o antiinflamatorios. Muchas mujeres sienten temor a los potenciales efectos secundarios que el fármaco pudiera causar sobre el feto y, a menudo, prefieren abstenerse y aguantar las molestias, a veces, de forma innecesaria. Hay una serie de recomendaciones sobre el uso de estos fármacos que pueden resultar útiles y que si se siguen, minimizan mucho la posibilidad de que puedan surgir efectos secundarios.
Recomendaciones en el embarazo
El general, el uso de antiinflamatorios parece seguro cuando se utilizan en tratamientos cortos, de forma puntual y a dosis bajas.
En las últimas semanas del embarazo, los AINES (antiinflamatorios no esteroideos) pueden disminuir las contracciones uterinas, prolongar la gestación y la duración del parto. Sin embargo, también pueden provocar el cierre prematuro del ductus arterioso (la comunicación que hay entre el sistema arterial pulmonar y la aorta durante la vida fetal) e hipertensión arterial pulmonar en el neonato. Estos efectos perjudiciales se producen por la inhibición de las prostaglandinas (sustancias parecidas a las hormonas que regulan la actividad de las células y que entre otras funciones controlan los procesos inflamatorios).
- El ibuprofenopodría ser el fármaco de elección dentro de este grupo.
- El diclofenaco parece ser también de los más adecuados, ya que no ha demostrado ser teratógeno (agente capaz de causar un defecto congénito) aunque sí embriotóxico en animales.
- La indometacina no se recomienda por el riesgo de cierre del ductus arterioso. La aspirina también es de uso restringido puesto que, al actuar sobre la función plaquetaria, puede producir hemorragias en la madre y el feto, aunque algunos estudios apuntan que es segura si se limita su uso al primer y tercer trimestre de la gestación.
- El paracetamol se ha considerado hasta el momento el analgésico más seguro porque actúa sobre el sistema central y el riesgo de efectos sobre el útero es mínimo, y porque no se han descrito malformaciones a pesar de que atraviesa la placenta. En cuanto a los analgésicos opiáceos, su riesgo teratógeno es bajo, pero si se utilizan en el último trimestre del embarazo pueden producir depresión respiratoria en el recién nacido y síndromes de abstinencia si el tratamiento ha sido prolongado.
En los años cincuenta saltó la alarma cuando muchas de las embarazadas que habían tomado talidomida para tratar las náuseas tuvieron hijos con malformaciones. Este incidente dio lugar a la política que hoy se aplica en la investigación de fármacos. Hay un consenso contra la exposición directa de un feto ante cualquier intervención experimental durante el embarazo, a excepción de los casos en los que la vida de la madre está en peligro. El objetivo es evitar las consecuencias negativas que pueda ocasionar.
Del mismo modo, la experiencia y la prudencia aconsejan no realizar ensayos clínicos con cualquier mujer gestante o que pueda quedar embarazada durante el estudio. Este criterio se aplica a las mujeres lactantes. Pero esta restricción tiene su lado negativo. Cada año, más de medio millón de mujeres y siete millones de niños mueren por problemas relacionados con el embarazo y el parto, y los especialistas creen que quizás no se investiga suficiente en fármacos específicos para embarazadas, que en numerosos casos podrían salvar la vida del feto y de la madre.
Además, se han detectado algunas dolencias asociadas al embarazo (preeclampsia o infecciones de orina, entre otras) que podrían beneficiarse de una mayor investigación. En general, las compañías farmacéuticas invierten mayor capital en líneas de investigación menos problemáticas, a pesar de que uno de los Objetivos del Milenio aprobados por la ONU sea mejorar la salud materna. Un estudio, publicado en la revista “PLoS Medicine”, refleja esta situación: el 75% de las embarazadas toma al menos un fármaco cuya seguridad no está probada para este periodo.
Al respecto, Nicholas Fisk, profesor de medicina fetal, y Rifat Atun, profesor de medicina internacional, de la Facultad de Medicina del Colegio Imperial de Londres, comentan en la investigación que “mientras que la industria farmacéutica está desarrollando 17 medicamentos para el embarazo, hay 660 con indicaciones cardiovasculares”. Parece ser que las cuestiones éticas y los intereses farmacéuticos retrasan la investigación de fármacos para embarazadas de forma preocupante.