Ningún parto es igual, aunque su inicio sea de forma similar: con las contracciones del útero. Sin embargo, no siempre estos espasmos se producen de manera espontánea; en ocasiones, son provocados por distintos métodos artificiales, lo que da lugar a un alumbramiento inducido. Aunque la mujer no siempre puede elegir, sí conviene que conozca las diferencias entre un parto natural y un parto inducido, tal y como se detallan en este artículo, donde también se analizan los riesgos del parto inducido, que son mayores que en el caso del alumbramiento espontáneo, sobre todo si se efectúa por elección y no por indicación médica.
¿Qué es el parto natural?
La Federación de Asociaciones de Matronas de España (FAME) define el parto normal o natural como el «proceso fisiológico único con el que la mujer finaliza su gestación, en el que están implicados factores psicológicos y socioculturales» y matiza que «su inicio es espontáneo».Por su parte, la guía ‘Atención al parto natural‘, publicada en 2012 por el Ministerio de Sanidad, también especifica que en el parto normal el «inicio es espontáneo, se desarrolla y finaliza sin complicaciones, culmina con el nacimiento de un bebé sano y no necesita más intervención que el apoyo integral y respetuoso».
Este inicio espontáneo del parto normal supone que el proceso de alumbramiento comience de forma natural con los primeros pasos de la dilatación del cuello del útero y con las contracciones, primero variables en intensidad y duración y, después, regulares hasta que se alcancen los diez centímetros máximos de dilatación y el bebé descienda. En este momento comienza la llamada etapa del expulsivo.
¿Qué es el parto inducido?
En el parto inducido se recurre a fármacos o a métodos quirúrgicos para impulsar la salida del bebéEl parto inducido es aquel en el que, bien por complicaciones que impiden que el parto se inicie de forma espontánea, bien por elección de la propia madre, se recurre a fármacos o medios quirúrgicos para provocar, de manera artificial, el alumbramiento.
Estos son algunos de los métodos más comunes de inducción al parto:
- Separación de membranas: consiste en la separación manual del saco amniótico (que contiene al bebé) de la parte baja del útero. De esta forma, se logra liberar las hormonas prostaglandinas, presentes en los órganos reproductivos femeninos, que facilitan la maduración del cuello del útero.
- Rotura de la bolsa: este método, denominado amnitomía, consiste en rasgar de forma artificial el saco amniótico, con instrumental médico específico. Se realiza cuando el cuello del útero está, al menos, dilatado unos centímetros.
- Administración de oxitocina: la producción natural de oxitocina, la hormona que provoca las contracciones, es imprescindible para que el parto se desencadene de forma espontánea. Cuando esto no ocurre, se administra oxitocina sintética a la embarazada con el objeto de inducir el alumbramiento, a través de un gotero.
El Ministerio de Sanidad estima que la oxitocina artificial se utiliza en más del 50% de los partos en España, pese a estar indicado solo en el 10%, según estudios de la Estrategia de Atención al Parto Normal, aprobada en 2007.
- Administración de prostaglandina: esta hormona se aplica en forma de gel, o de supositorio, en la vagina de la mujer. Se aplica para facilitar el ablandamiento y la dilatación del cuello del útero y, en ocasiones, contribuye también a estimular las contracciones que ayudan a desencadenar el parto.
Diferencias entre el parto espontáneo y el inducido
Como se ha expuesto, el comienzo del parto espontáneo difiere del inicio del parto inducido, ya que en uno participan fármacos y métodos quirúrgicos (en el inducido) y en el otro no (natural). Sin embargo, una vez iniciado el alumbramiento, ni el desarrollo ni la duración tienen por qué ser tan dispares.El parto espontáneo implica, por lo general, menos riesgos para la gestante que el parto inducido
Distintos estudios realizados sobre los tiempos del parto sugieren que la estimulación con oxitocina artificial no siempre acorta su duración. El informe ‘Cuidados en el parto normal: una guía práctica’, presentado por el Grupo Técnico de Trabajo del Departamento de Investigación y Salud Reproductiva de la Organización Mundial de la Salud (OMS), concluye que la estimulación con oxitocina no significa necesariamente una duración menor del parto de la mujer.
El parto espontáneo suele implicar, además, un menor riesgo para la gestante y para su pequeño que el inducido. Tal como afirma un estudio de la OMS sobre el alumbramiento inducido por elección frente al parto natural, el aumento del riesgo para la madre y para el pequeño no se ve compensado por unos beneficios claros en el caso de optar por el parto inducido, sin prescripción médica.
La inducción del parto debe reservarse para cuando existe un riesgo médico para la madre o el bebé
Del mismo modo, la OMS recomienda en su informe ‘Tecnologías de Parto Apropiadas’ que «la inducción del parto debe reservarse para indicaciones médicas específicas». Es recomendable en los casos donde el riesgo de un alumbramiento natural es superior a los riesgos del inducido: en gestaciones que superan las 41 o 42 semanas; cuando la madre padece preeclamsia (o toxemia del embarazo, una enfermedad caracterizada por la hipertensión arterial y la presencia de proteínas en la orina); cuando se ha roto la bolsa amniótica sin que se desencadene el parto en 24 horas; cuando existe una enfermedad de la madre; o cuando el bebé requiere una atención inminente por alguna complicación.
El parto inducido siempre implica determinados riesgos, tanto para la madre como para el bebé. Esto explica que, en caso de que la inducción del alumbramiento se realice por libre elección, en vez de por indicación médica, el peligro de sufrir alguna complicación es mucho más elevado que si el parto se desencadenara de forma espontánea.
Algunos de los peligros más comunes son los siguientes:
Riesgo de infección materna por la rotura artificial de las membranas.
Peligro de rotura uterina, cuando se emplea oxitocina artificial.
Posibilidad de parto prematuro, por la dificultad de saber con seguridad la edad gestacional.
Inicio retardado de la lactancia materna.
Mayor riesgo de finalizar el parto con una cesárea.