Absentismo escolar en España
Es difícil conocer cuál es la situación del absentismo escolar en España, tal y como reconoce en este artículo José Ignacio Cruz, profesor en la Universidad de Valencia. Pero la información facilitada en el Informe PISA puede ayudar. En la recogida en el Informe PISA 2018 con estudiantes de 15 años, se han basado las autoras de la monografía ‘La importancia del absentismo escolar para el desarrollo y el desempeño educativos’, editada en 2020 conjuntamente por la Fundación Ramón Areces y la Fundación Europea Sociedad y Educación.
En nuestro país, como apuntan la economista Emma García y la investigadora Elaine Weiss, uno de cada cuatro estudiantes (23,2 %) falta a clase de forma ocasional (uno o dos días en las últimas dos semanas), mientras que lo hace de forma más frecuente un 6,5 % (tres o más días en los últimos 15 días).
En su informe destacan el perfil del alumnado absentista: chico, inmigrante y estudiante cuyos padres tienen un nivel educativo inferior a secundaria. Suelen ser repetidores o tienen bajas expectativas sobre su nivel educativo en el futuro. Además, apuntan que los relativamente más desfavorecidos, como los diagnosticados con alguna discapacidad, no van a la escuela con mayor frecuencia.
🔴 Causas del absentismo escolar
Las razones son múltiples. En el monográfico se señala que entre las causas principales del absentismo escolar están los problemas de salud de los alumnos, los horarios de trabajo no convencionales de sus padres, el bajo nivel socioeconómico, los cambios en la composición del hogar, la movilidad residencial o las responsabilidades familiares (cuidado de sus hermanos, por ejemplo). Otros factores son la falta de compromiso con la escuela, la falta de sueño, vecindarios o clima escolar inseguros, las malas relaciones con sus compañeros o maestros e incluso la disponibilidad de oportunidades de trabajo que no requieren educación formal.
“La mayor prevalencia de absentismo entre estudiantes tradicionalmente más desfavorecidos hace necesario mantener un enfoque de equidad a la hora de avanzar en la reducción de los problemas derivados de la falta de asistencia a la escuela, absentismo entre grupos y entre países”, afirma el estudio. Y todo ello porque cuantos más días se ausenta un estudiante de la escuela peor es, por ejemplo, su desempeño en los tres dominios cognitivos de Matemáticas, Lectura y Ciencias.
🔴 Cómo prevenir el absentismo escolar
Para evitar el absentismo escolar, las autoras insisten en tres intervenciones en función de los factores que podrían estar causándolo o propiciándolo:
- Las que incentivan la asistencia, como pueden ser incentivos monetarios.
- Las que reducen las barreras a la asistencia; por ejemplo, acceso a servicios de apoyo.
- Las que ayudan a abordar las barreras a la adaptación o ajuste a la escuela: participación de las familias, fortalecimiento del clima escolar, motivación…
Programa para combatir el absentismo escolar
Y es precisamente este último punto el que se ha abordado en un programa de intervención social de ayuda bidireccional, que en los últimos tres cursos escolares se ha llevado a cabo con mucho éxito con la participación de adolescentes en situación de vulneración social de Parla (Madrid) y perros del Centro de Protección Animal (CPA) de la localidad.
‘Echando una pata’ es el nombre de este proyecto diseñado, gestionado e implementado por la Cátedra Institucional de Investigación Animales y Sociedad de la Universidad Rey Juan Carlos (URJC) en colaboración con Perruneando Madrid, una entidad especializada en intervenciones asistidas con perros. Este proyecto, financiado por la Concejalía de Bienestar Animal del Ayuntamiento de Parla, “trasforma en agentes de cambio social a sus participantes”, explica Nuria Máximo, directora de la Cátedra.
➡️ Para adolescentes en situación de vulneración social
¿Y quiénes son esos participantes? Por un lado, los adolescentes de distintas nacionalidades y género con edades comprendidas entre los 12 y los 17 años, “en general, con situaciones familiares complejas, dificultades académicas y con poca motivación para la mayoría de los programas que se les suele ofrecer”, describe Máximo. Todos ellos acuden al Centro de Formación y Atención Socioeducativo de la Asociación Valora y algunos tienen mascotas.
Y por otro, toman parte animales de diferentes razas, incluidos mestizos, perros que han sufrido situaciones de abandono/maltrato pero que cuentan con diferentes “perrunalidades”, como dice Beatriz Casatejada, educadora canina y responsable de la delegación de Perruneando en Madrid. Y tiene su sentido: “Justamente es una de las características que buscamos en este proyecto: que los jóvenes puedan trabajar y conocer a perros más tranquilos, nerviosos, tímidos o muy sociables”. Ahí participan, por ejemplo, Flora, Foxy, Baloo, Frida o Jutte.
➡️ Sus objetivos: trabajar la empatía, mejorar la autoestima…
Este programa no solo pretende combatir el absentismo escolar de los jóvenes, sino que detrás hay mucho más. Por eso es un proyecto de intervención social de ayuda bidireccional en el que se trabajan aspectos tan relevantes como la comunicación, las habilidades sociales o la empatía.
Los objetivos fundamentales son los de promover la salud de personas en riesgo de exclusión social, gracias al mantenimiento y potenciación de capacidades, habilidades de integración emocional y social. Es decir, mejorar su autoestima y autoconcepto, además de acercarles a alternativas de ocio saludable a través de la participación social.
Porque también ‘Echando una pata’ promueve un cambio de actitud en ellos en relación con los otros animales. Para ello, se les dota “de conocimientos sobre la especie canina como seres sintientes, motivándoles a ser agentes divulgadores para el cambio que la sociedad necesita hacer respecto a su responsabilidad con estos animales”, detalla Nuria Máximo. Facilitar las posibilidades de adopción de los perros participantes es uno de esos fines.
En la consecución de todos estos objetivos, la labor de Perruneando es fundamental. Sus miembros se encargan durante los dos meses y medio que dura cada intervención de llevar adelante este proyecto que consta de diez sesiones de unos 90 minutos a la semana: seis de ellas son en el mismo centro de estudios de los chavales, al que acuden con los perros de intervención; y las otras cuatro se desarrollan en el CPA con perros previamente seleccionados.
➡️ El cambio interior y exterior
El balance de la experiencia ha sido muy positivo. Máximo asegura que la adhesión ha sido “muy buena, por encima de las expectativas”. Por supuesto, ha habido un cambio en los comportamientos de los jóvenes. Destaca “su asistencia regular a las clases y el crecimiento en la sensibilidad de los y las alumnas para el trato con los animales. Hay una mejoría en el compromiso tanto del curso escolar como en el proyecto, ya que participar en él es un elemento motivador”. Hasta un grupo acudió a clase un día típico de hacer pellas, porque había “perros”, confiesa Casatejada.
Y es que cada avance también lo notan desde Perruneando: “En nuestra opinión, basada en la evolución de las clases y los profesionales referentes de los jóvenes, iban ganando asertividad y seguridad sobre ellos mismos según iban trabajando y consiguiendo objetivos con los perros”.
Los chavales mostraban mucha predisposición e interés por aprender todo lo relacionado con la educación canina. Y también se esmeraban en los cuidados de sus nuevos amigos. “Fue una maravilla ver con qué cariño y respeto trataban a Flora”, valora Beatriz Casatejada. Flora es una galga tímida con la que los jóvenes “tuvieron que aprender a relacionarse de una manera más relajada y respetando sus tiempos”. Y hasta ellos mismos, de manera voluntaria, se encargaron de recoger mantas para los perros del CPA y de utilizar sus propias redes personales para dar visibilidad a esos canes y promover su adopción. De hecho, todos encontraron familia.
➡️ Más ediciones y lugares
Tanto éxito ha cosechado ‘Echando una pata’ que, como confiesa Casatejada, “son muchos los jóvenes de la Asociación Valora que están pendientes de nuevas convocatorias para poder apuntarse al proyecto”. No en vano, los profesionales que han tomado parte señalan que se debería seguir contando con este programa. “Incluso creemos que la duración de los mismos debería aumentar o poder hacer partícipes a un número mayor de alumnos”, sostienen.
Por ahora, esta iniciativa solo ha sido posible en Parla. Pero podría extenderse a otras localidades. “Si se cuenta con los elementos de apoyo para su desarrollo como ha tenido este, sería perfectamente viable”, manifiesta Nuria Máximo.
Menores y animales: la biofilia, según la ciencia
El vínculo que han creado estos adolescentes con los perros les ha ayudado a mejorar su comportamiento y su actitud, algo que varios investigadores de la Universidad del País Vasco (UPV-EHU) ya demostraron con niños expuestos a la violencia de género en un estudio publicado en 2019 en la revista ‘International Journal of Environmental Research and Public Health’.
Pero no es el único estudio. Como comenta la directora de la Cátedra de Animales y Sociedad, las intervenciones asistidas con animales en su dimensión social como elemento inclusivo y motivador se llevan utilizando desde hace años. Hay programas para menores con vulnerabilidad social donde el niño o la niña son verdaderamente elementos activos de su aprendizaje “ganando competencias emocionales y sociales que les permiten desarrollar confianza, autoestima y compromiso, así como sentirse parte de algo y sentir que son importantes”, explica.
Y es que los animales y los niños tienen una relación especial: los peques se sienten motivados a interactuar con los animales no humanos. “La explicación científica parte de la biofilia. Todos al nacer nos sentimos atraídos por los seres vivos y la naturaleza”, aclara la experta. “Si partimos de ese punto de conexión, podemos desarrollar programas para mejorar nuestra salud de un modo global. Siempre desde el respeto, el amor y la empatía al resto de los animales no humanos, y no desde la instrumentalización y cosificación, pues, si lo hiciéramos así, estaríamos haciendo daño no solo al animal, sino también al desarrollo de esas mismas capacidades en los niños y futuros hombres y mujeres del mañana”, concluye Nuria Máximo.