Una de cada diez mujeres tiene los pezones planos o invertidos. Y, aun así, la mayor parte de ellas puede dar el pecho a sus bebés. Esto se debe a que, en muchas ocasiones, los pezones planos se corrigen tras el parto de forma espontánea o van asomando gracias a la acción del bebé. Además, antes de preocuparse hay que tener en cuenta que el pezón en sí mismo interviene muy poco en la salida de la leche y el mecanismo de succión: lo importante es que el bebé se coja bien al pecho, abarcando, también, una buena parte de la aerola.
¿Cómo saber si tengo los pezones planos o invertidos?
Es muy fácil. Para averiguarlo, basta con apretar la areola entre los dedos índice y pulgar. Cuando el pezón es plano, sale un poco hacia fuera. Cuando es invertido, se retrae. En este caso, la forma se asemeja a un ombligo (por eso también se le llama «pezón umbilicado»). Otra manera de diferenciarlos es observar qué pasa con los cambios de temperatura: los pezones que sobresalen un poco cuando hace frío, por ejemplo, son planos pero no invertidos.
¿Se puede corregir la forma?
Existen diversas ‘recetas’ para intentarlo, desde los ejercicios de Hoffman (que consisten en coger los pezones suavemente entre los dedos y estirarlos hacia fuera durante unos segundos) hasta la realización de masajes o el uso del sacaleches y las pezoneras como mecanismo de tracción.
¿Es aconsejable?
No. Por un lado, los ejercicios de estiramiento y tracción suelen acabar dañando los pezones. Por otro, los médicos insisten en los riesgos que conlleva estimular los pezones durante el embarazo: la estimulación fomenta la producción de oxitocina y, en algunas mujeres, eso puede provocar contracciones y riesgo de parto prematuro.
¿Y después del parto?
Vaciar un poco un pecho muy tenso, empleando un sacaleches o por medio de masaje, puede ablandarlo y permitir que el niño sea capaz de introducir en su boca el tejido que lo rodea. Un extractor potente puede servir, además, para sacar el pezón hacia afuera.
¿Conviene usar pezoneras?
En general, se desaconseja su uso, ya que son más los inconvenientes que los beneficios. Según la asociación Lactaria, estos artefactos interfieren con la lactancia. Cuanto más se lleva la pezonera más le cuesta al bebé volver a aprender a mamar con la boca bien abierta. Además, el estímulo que hay con la pezonera es menos eficaz y puede interferir en la producción de leche. Por otro lado, al bebé le cuesta más sacar la leche, de modo que las tomas pueden hacerse interminables. Otro factor a considerar es que cuando el bebé chupa de la pezonera, el pezón se estira, pudiéndose producir grietas.