Para los bebés, la lactancia es fuente de vida, alimento y afecto. Para las madres primerizas, en cambio, representa un manantial de dudas e incertidumbre, sobre todo al comienzo, cuando las sensaciones son nuevas y la falta de experiencia dificulta hacer las cosas con soltura y naturalidad. Por fortuna, esas dudas caben en cinco preguntas básicas. Conocer las respuestas es de gran ayuda.
1. ¿Cuándo?
Siempre que sea posible, la primera toma se le debe ofrecer durante las dos primeras horas de vida, en la misma sala de partos o nada más volver a la habitación, dándole tiempo (puede tardar hasta una hora en mostrarse interesado en mamar) y guiándole para que localice el pezón. La pequeña cantidad de calostro que tome, aun siendo tan escasa, lleva defensas y los líquidos y nutrientes más adecuados para ese momento. Además, el contacto físico y la succión del pecho en ese periodo de tiempo son un potente estímulo para que en los próximos días se produzca la subida de la leche.
2. ¿Cómo?
En cualquier postura que resulte cómoda; normalmente acostada o en un silla baja con respaldo recto y un taburete para apoyar los pies. La regla más importante es procurar centrar bien la boca del bebé de modo que el pezón pueda introducirse en ella tan profundamente como sea posible, pues para obtener la leche no sólo debe chupar sino también exprimir el pecho.
Durante las dos primeras semanas, es normal sentir molestias al empezar las tomas, pero si el dolor dura más de un par de minutos lo más probable es que el niño no se esté agarrando bien y debe rectificarse la posición, procurando de nuevo que su boca quede bien centrada y cubra la mayor parte posible del pecho.
Para separarle del pecho cuando él o ella no lo han soltado espontáneamente hay que introducir un dedo entre la comisura de sus labios y el pezón, con lo que se rompe el vacío que el bebé hace al succionar y se suelta inmediatamente. No hay que intentar separarle estirando porque, además de resultar doloroso, acabaría por lesionar el pezón.
3. ¿Qué?
Salvo indicación expresa del pediatra, si tiene hambre hay que darle leche materna y no agua con azúcar ni suplementos de biberón, porque sólo se conseguiría quitarle el hambre y, por tanto, no mamará tan frecuente y ávidamente como conviene para que suba la leche.
Aunque hay especialistas que recomiendan dar de un solo pecho en cada toma, la mayoría opina que es mejor que durante los primeros días tomen de los dos para estimular la subida de leche. Se debe empezar siempre con el que fue el último la vez anterior, que siempre queda más lleno y conviene vaciar bien.
4. ¿Cada cuánto?
Se le ha de dejar mamar tan a menudo como quiera, y lo normal es que al principio sea muy irregular. Por término medio, la primera semana maman entre ocho y doce veces diarias, pero las tomas no siempre están perfectamente repartidas y no debe extrañar que alguna vez no aguanten ni siquiera dos horas.
No obstante, tampoco conviene fiarse exclusivamente del apetito del bebé hasta que no se esté seguro de que tiene energía suficiente como para reclamar todo lo que necesita, pues alguno puede conformarse con poco y entrar en un peligroso círculo vicioso en el que su debilidad le impide quejarse. Por eso, al menos hasta que haya recuperado su peso de nacimiento, conviene no dejar pasar tres horas sin ofrecerle el pecho.
De hecho, tras la toma inicial, suelen pasar sus primeras 24 horas dormidos o muy somnolientos y aunque en realidad necesitan muy poco alimento, hay que írselo ofreciendo con paciencia. Si se quedan dormidos muy pronto, unas friegas en las manos, los pies y la cabeza pueden ayudar, pero no hay que forzarles a coger el pecho si lo rechazan.
Por otro lado, darle leche materna cuando quiera no significa esperar a que llore, pues si bien alguno se queja en cuanto siente la menor incomodidad, la mayoría lloran por hambre cuando ya hace rato que estaban echando en falta su alimento. El llanto es un indicador tardío de su necesidad, y un aumento en el estado de alerta o actividad y los movimientos de búsqueda que hacen con los labios son ya probables signos de hambre que deben ser atendidos.
Con el paso de los días, el bebé se irá adaptando paulatinamente a un horario, pero por el momento, es la madre la que debe adaptarse a sus demandas, y para descubrirlas y poder atenderlas a tiempo, conviene que el bebé permanezca en la misma habitación de la madre todo el día, y sólo se le dejará en la nursery o nido por indicación médica o cuando la madre necesite descansar.
5. ¿Cuánto rato?
Al principio, el bebé no necesita ni encuentra mucho, y los pezones son muy sensibles, de modo que unos cinco minutos en cada pecho es lo adecuado para el primer día. Poco a poco se irán endureciendo y las tomas podrán prolongarse hasta el cuarto de hora o veinte minutos, que suelen bastar.
Los primeros días, el dolor que la madre siente, no al adherirse al pezón, sino cuando ya llevan un rato mamando, suele ser el indicativo de que conviene acabar la toma de ese pecho (más adelante puede ser el síntoma de una infección del pezón por hongos).
Las tomas de biberón se inician el primer día, ofreciéndoles unos 10 centímetros cúbicos a las tres o cuatro horas de vida. Luego, se va aumentando en 10 cc cada día la cantidad que se les permite tomar cada vez, de modo que los biberones del tercer día son de 30 cc y los del sexto, de 60, hasta llegar a los 90 cc, que suelen bastarles durante todo el primer mes.
En principio, se le ofrece el biberón cada tres horas, día y noche, pero ni se le debe hacer esperar si lo pide antes, ni hay que forzarle para que se lo acabe.