El periodo perinatal es, por diversos factores, de una gran sensibilidad para las mujeres que lo viven, lo que las hace muy vulnerables a problemas de salud mental. El 20% de ellas sufre alguno, la mayoría depresión posparto o trastornos de ansiedad. Psicosis y otros problemas más graves aparecen con mucha menor frecuencia, pero los expertos también señalan la importancia de prestarles atención. Este artículo explica por qué la OMS considera los trastornos mentales durante y tras el parto como un serio problema de salud pública, ofrece datos sobre ellos -desde los más comunes hasta los más graves- y enumera algunos factores de riesgo.
Trastornos mentales en el periodo perinatal, un serio problema de salud pública
Una de cada cinco mujeres padece trastornos de salud mental durante el periodo perinatal, es decir, el que va desde el comienzo del embarazo hasta el primer año después del parto. Así lo revela un informe oficial de la Jefatura de Servicios Médicos del Reino Unido publicado hace algunos meses. Si bien las cifras corresponden al caso británico, el Consejo General de la Psicología de España (COP) se hizo eco de ellas, puesto que la situación en nuestro país en este sentido es bastante similar. No en vano, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha catalogado esta situación como un «serio problema de salud pública».
Por este motivo, el propio COP llama la atención sobre el hecho de que el sistema de salud español no incluye evaluaciones rutinarias sobre la salud psicopatológica de las gestantes, ni tampoco «intervenciones psicosociales eficaces de prevención y tratamiento». En consecuencia, apunta el documento, «las mujeres embarazadas, las más vulnerables a presentar problemas de salud mental, son las menos protegidas del sistema sanitario».
Cuando se habla de trastornos de salud mental, los expertos no se refieren a la tristeza posparto, conocida por la expresión en inglés baby-blues (maternity blues o postpartum blues), una melancolía que afecta a cuatro de cada cinco mujeres durante las dos primeras semanas tras el nacimiento de su hijo. Se trata, en cambio, de trastornos comunes. Los más frecuentes son dos: la depresión posparto y los problemas de ansiedad.
Depresión posparto, ansiedad y otros
Acerca de la depresión posparto se han realizado muchos análisis y estudios, cuyos resultados a menudo varían debido a las diferencias en las metodologías utilizadas. Sin embargo, algunas de las investigaciones más recientes ratifican que su prevalencia se encuentra entre el 19-20% de las madres, sobre todo entre el segundo y el sexto mes tras el nacimiento del bebé. Una revisión de estudios publicada por investigadores de Estados Unidos en 2014 determinó, además, que en la mitad de los casos la depresión posparto se extiende durante al menos siete meses.
Los trastornos de ansiedad, en cambio, han sido menos analizados en relación con la gestación o el periodo posterior. Sin embargo, su prevalencia también es importante: un 13%, según el COP, una tasa que es «mayor en las mujeres durante el embarazo y posparto que respecto a las mujeres no gestantes».
Otras situaciones cada vez más tenidas en cuenta son los trastornos obsesivo-compulsivos, las rumiaciones (pensamientos nocivos que la persona no se puede sacar de la cabeza y que le generan creciente malestar y frustración) y el trastorno por estrés postraumático. Factores como una cesárea de emergencia, el ingreso a la unidad de cuidados intensivos, dar a luz un bebé con una enfermedad grave, el ingreso del hijo en la unidad de neonatos o una pérdida obstétrica, como parece natural, aumentan el riesgo de padecer estos problemas.
Psicosis posparto y otros problemas de mayor gravedad
Hay trastornos más graves, que afectan a muchas menos mujeres, pero con síntomas tan importantes que también merecen destacarse. La psicosis posparto es uno de ellos. Aparece en una o dos de cada 1.000 mujeres, entre dos y cuatro semanas después del parto. El COP informa de que incluye delirios paranoides o de grandeza, cambios de humor, pensamiento alterado y comportamiento gravemente desorganizado. Según las conclusiones de un estudio realizado por expertos de las universidades de Pittsburgh y Massachusetts (EE.UU.), todas estas perturbaciones «pueden conducir a consecuencias devastadoras, que pueden poner en peligro la seguridad y el bienestar de la madre y el bebé». Por eso, un diagnóstico precoz es fundamental.
En los casos más extremos, la depresión y la psicosis puerperal no tratadas «han dado lugar al suicidio o al infanticidio materno», explica el documento del COP. Y cita estimaciones de un informe oficial también del Reino Unido, según las cuales una de cada cuatro muertes de mujeres entre seis semanas y un año después de dar a luz se deben a trastornos mentales.
Por eso, si bien estos casos graves y extremos son poco frecuentes, conviene realizar controles y estar atentos a los síntomas de posibles problemas para poder tratarlos a tiempo y que no deriven en situaciones peores.
Ciertas situaciones traumáticas en torno al nacimiento del niño (cesáreas de emergencia, ingresos a UCI, enfermedades, etc.) están asociadas con mayores probabilidades de padecer trastornos mentales en esta etapa. Pero no son esos los únicos factores que aumentan el riesgo.
Las nuevas obligaciones derivadas de la maternidad, los cambios hormonales, las dificultades económicas, la falta de sueño y el excesivo cansancio también son, entre otras, posibles causas de la aparición de un problema de este tipo.
Un elemento importante son las expectativas de felicidad no cumplidas. Y es que la maternidad está rodeada de mitos y creencias acerca de que es una “etapa maravillosa”, como si todo fuera color de rosa y no hubiera lugar para las dificultades. No alcanzar esa supuesta felicidad plena, y mucho más cuando existe la sensación de que todas las demás madres sí la experimentan, también puede generar mucho sufrimiento en la mujer. Un sufrimiento que puede derivar en pérdida de autoestima, erosionar la relación de la madre con su hijo, su pareja y otros miembros de su familia, y causar efectos negativos -apunta el COP- sobre “el desarrollo físico, emocional, social y cognitivo del bebé”.
Como se trata de factores que, en muchos casos, no se pueden evitar ni prevenir, la recomendación es el acompañamiento de la mujer, tanto durante el embarazo como en todo el periodo posterior, con especial atención sobre los posibles síntomas de cualquier padecimiento mental. La ayuda de tratamiento iniciado a tiempo puede ser, literalmente, vital.