Los grifos se utilizan con frecuencia a lo largo del día. Por este motivo, es habitual que se estropeen. Las principales averías son la pérdida de caudal, el goteo, las fugas y el ruido excesivo cada vez que se accionan. Cuando estos problemas se repiten a menudo o el grifo es muy antiguo, el cambio es inevitable. Además de redecorar el baño o a la cocina, al renovar la grifería se optimiza su rendimiento e, incluso, se reduce el consumo de agua.
¿Monomando o mezcladores?
Los grifos se dividen en dos grandes grupos: mezcladores y monomando. Los primeros tienen dos cabezas independientes, montadas en el cuerpo o por separado, que accionan el caudal de agua caliente y fría. En la grifería con monomando mecánico, en cambio, un único cabezal gira para regular el caudal y la temperatura. La diferencia principal entre ambos es que los monomando disponen de un cartucho de cerámica, en lugar de las juntas de zapata de los mezcladores.
El cartucho es una pieza frágil, que requiere delicadeza al manipularla, pero logra una mayor estanqueidad. El material cerámico es más resistente al desgaste, las presiones y los cambios de temperatura. Garantiza en mayor medida la ausencia de fugas y goteos.
Otra ventaja de los modelos monomando reside en el mecanismo de accionamiento, que reduce el gasto de agua en operaciones como el ajuste de la temperatura o el propio cierre del caudal.
Desmontar la grifería antigua
Siempre que se trabaja en instalaciones que transportan agua, es fundamental cortar el suministro. Si sólo se va a sustituir el grifo, en general, basta con bloquear las entradas de agua caliente y fría que se encuentran debajo del lavabo o fregadero. Si la red carece de estas válvulas de paso intermedias, se debe cerrar la llave principal y abrir otros grifos de la vivienda para vaciar el agua de la instalación.
A continuación, se localiza la tuerca de presión del grifo antiguo, debajo de los sanitarios, y se desenrosca con una mordaza y una llave fija, de derecha a izquierda. Cuando la tuerca esté floja, es aconsejable continuar con la mano hasta soltarla.
Por seguridad, antes de empezar hay que cortar el suministro de agua
Se separan también el acople de sujeción, con forma de herradura, la arandela metálica y la junta de caucho. Así el grifo quedará libre al tirar de él con movimientos firmes y enérgicos. Antes de extraerlo por completo, conviene desenroscar los latiguillos, en especial, si el orificio del sanitario (en caso de tener encastrado el grifo) es insuficiente.
Instalar el nuevo modelo
Para colocar el grifo nuevo hay que dar los mismos pasos que al desmontar el anterior, pero en sentido inverso. Antes de empezar, se recomienda comprobar que se dispone de todas las piezas. Además del embellecedor, se necesitan juntas, arandela, acople de sujeción, tornillo, tuerca y latiguillos. Es frecuente que estos últimos estén ya montados en el cuerpo del grifo. Si no fuera así, para conectarlos basta enroscar con una llave la junta de cada uno de ellos al grifo. A continuación, hay que fijar el tornillo de sujeción al cuerpo de la grifería, introducir los latiguillos por la junta de asiento y pasarlos por separado por el orificio del lavabo o fregadero.
Los latiguillos tienen que estar sujetos y anclados, pero sin tiranteces
La junta de caucho, la arandela metálica y el acople de sujeción se instalan en la parte trasera del sanitario. Es conveniente sujetar el grifo con una mano mientras con la otra se colocan las piezas. Se fija la tuerca de presión y, antes de apretarla con la llave, se comprueba que el grifo está en posición perpendicular con respecto al sanitario.
Por último, hay que conectar los latiguillos a las llaves de escuadra. Es fundamental no apretarlos en exceso. Tienen que permanecer sujetos y anclados, pero sin tiranteces. Una vez que todos los componentes están instalados, se verifica el funcionamiento del nuevo accesorio. Para ello, se abre la llave de escuadra con cuidado.