Las lámparas figuran entre los objetos más importantes para la decoración de un espacio. Pero no se las debe observar de manera individual, sino en relación con el contexto que las rodea. Uno de los elementos principales en este sentido es el techo. Las distintas combinaciones de modernidad y rusticidad entre el techo y las lámparas pueden arrojar resultados muy interesantes.
A menudo, el techo es un espacio de la casa que se mantiene bastante neutro, es decir, liso, de un color cuya tonalidad responde a la de las paredes, sin mayores variantes. Esta clase de techos admiten casi cualquier tipo de lámparas -desde las más clásicas hasta las más modernas- y, en general, se busca que combinen con el estilo del resto de la estancia en cuestión. Pero si el techo destaca por alguna característica particular, todo puede cambiar. Esto ocurre en el caso de un techo rústico.
El contraste entre el perfil rústico del techo (que puede tener vigas u otras maderas a la vista, piedra, cemento, etc.) y una lámpara moderna otorga a la estancia un toque distintivo. En particular, el sistema de iluminación resaltará más si tiene un diseño llamativo o es de grandes dimensiones. Aunque siempre habrá que tener cuidado de lograr una combinación adecuada: los colores han de respetar unas ciertas tonalidades y el diseño de la lámpara no debe incluir demasiadas curvas si el techo está atravesado por vigas u otras líneas rectas.
Las lámparas también pueden ser rústicas
Se puede optar por lámparas de diseño rústico, a juego con el techo o bien que le den un toque de exotismo, en el caso de un techo neutro o incluso moderno, aunque esta última combinación es más difícil. En general, se consideran lámparas rústicas las que emplean pantallas de cobre, con la superficie envejecida, o tulipas de cristal, así como otras cuyos brazos son de cristal o de forja, con muchas curvas.
Un ambiente puede lograr mucho equilibrio si, además de las lámparas, el mobiliario es de diseño moderno y el techo, rústico
En estos casos, es fundamental pensar en la decoración del resto de la estancia, por supuesto. Unas lámparas rústicas de forja pueden complementarse muy bien en el comedor con sillas de hierro que incluyan motivos curvados en el respaldo o en el salón, con una mesa de centro de corte antiguo, de hierro o de madera. Otra combinación, la de lámparas modernas con mobiliario del mismo estilo -líneas rectas, superficies lisas, incluso minimalismo en los accesorios- alcanza equilibrio con un techo más bien rústico, en particular, si este es de madera.
La búsqueda de la mejor combinación entre las lámparas, el tipo de techo y el resto de las características de la estancia no debe causar que se pierdan de vista aspectos básicos y funcionales. En este caso concreto, tener presente que la luz de la lámpara sea la adecuada -tanto en cantidad como en cantidad- para ese espacio.
A menudo, los techos rústicos son más oscuros, debido a los materiales de los que está construido. Si es así, en el momento de pensar en la mejor lámpara, habrá que tener en cuenta también este factor. Se puede complementar la iluminación central con una o dos lámparas que den brillo a algún rincón que quede un poco alejado. Es lo idóneo para acompañar un sofá o un sillón que se use para la lectura en el salón.
Pero no solo cuenta la cantidad de luz, sino también la calidad. Las bombillas halógenas son una excelente alternativa para los espacios nocturnos, si bien se debe intentar que estén enfocadas hacia el techo, con el fin de evitar que incidan de manera directa sobre los ojos. Y esto quizá no sea posible o no quede bien con ciertos techos rústicos de piedra o madera. En el dormitorio, en cambio, los techos y las lámparas rústicas pueden dar al ambiente un aire muy acogedor y, al no hacer falta que la luz sea muy intensa -al contrario, hay que procurar que sean más bien bajas-, la tarea de hallar una ornamentación clásica en el sistema de luces es, al menos en principio, más sencilla.