El intento de limpiar un rallador de cocina de la misma forma que se lavan el resto de cacharros puede acabar con el estropajo destrozado y, lo peor, sin haber hecho desaparecer la suciedad entre los orificios del utensilio. Pero no es una misión imposible: hay técnicas para eliminar bien los restos de comida sin deshacer la esponja. Este artículo describe las dificultades que surgen en el momento de limpiar el rallador, el truco de rallar pan duro para quitar los restos de otros alimentos y la utilidad de un cepillo de dientes viejo en esta tarea.
Dificultades para limpiar el rallador
El rallador metálico es uno de los utensilios de cocina más difíciles de limpiar. Quien haya intentado fregarlo con el estropajo normal (el mismo con el que se lavan los platos y demás cacharros), se habrá enfrentado a la sensación de estar rompiendo la esponja sin poder quitar los restos de queso, hortalizas u otros productos adheridos a los orificios de la herramienta.
El lavavajillas permite eliminar la grasa y ácidos adheridos al rallador, pero no los filamentos enganchados a sus orificios
Los ralladores tienen, por lo general, dos tipos de orificios. Los más grandes presentan un filo en uno de sus lados, de tal forma que rallan solo cuando el producto se frota en un sentido, pero no en el opuesto. Los agujeros más reducidos, en cambio, parecen pequeños «volcanes» (es decir, «montañas» con un hueco en la parte superior) y, dado su tipo de filo, rallan siempre, sin importar en qué sentido se frote el producto.
Por este motivo los orificios pequeños son los más difíciles de limpiar. Mientras que sobre los más grandes se puede aplicar el estropajo en sentido inverso al de corte, por los pequeños no se puede pasar en ninguno. De ahí que sea con estas superficies con las que mayor cuidado se deba tener.
Cómo limpiar el rallador de cocina
Si bien el rallador se puede meter en el lavavajillas, este servirá sobre todo para quitar la grasa y ácidos adheridos al metal, pero no los filamentos u otros restos de comida que queden enganchados en los pequeños filos. ¿Cuál es la mejor forma de sacar esta suciedad?
Lo más idóneo es limpiar el rallador en cuanto se termina de utilizar. Si en ese momento el rallador se coloca bajo el chorro del grifo, la mayor parte de los restos se despegarán. En este sentido, hay que recordar la utilidad de las pequeñas rejillas o cazoletas que retienen los restos de comida y protegen las tuberías de los atascos. Luego bastará con darle un repaso con detergente lavavajillas para eliminar la grasa o suciedad más fina, además de virus alimentarios.
Rallar pan duro para quitar otros restos de alimentos
En caso de que esta limpieza inmediata tras el empleo no se haga y los restos se sequen en la superficie del rallador, existe un truco muy simple y efectivo. Consiste en coger un trozo de pan duro y rallarlo con la misma superficie. El pan, al ser frotado por el metal, despegará los restos secos. Después de este proceso, se pone el rallador bajo el grifo y la suciedad resulta muy fácil de eliminar.
El pan duro elimina del rallador no solo los fragmentos de productos, sino también su olor y sabor
Una gran ventaja de este método de limpieza es que el pan, además de quitar los pedacitos que queden del producto que se haya rallado con anterioridad, también hará desaparecer los olores. Esto es muy valioso sobre todo cuando se trata de productos con aromas muy fuertes, como el ajo, el jengibre, la nuez moscada, la cáscara de limón, etc. De esta forma, estos olores y sabores no contaminarán el siguiente producto que se ralle con este utensilio.
Existe un instrumento preparado para asear otras superficies pero que resulta muy práctico y eficiente para limpiar los ralladores de cocina: el cepillo de dientes. Un cepillo de dientes viejo, ya descartado para la higiene bucal, puede convertirse en lo más idóneo para limpiar estas herramientas de cocina, sobre todo para aquellos ralladores que no presentan una sola superficie sino varias (que tienen formas cilíndricas, piramidales, etc.), dentro de los cuales a veces no es fácil introducir la mano y el estropajo.
Una limpieza a fondo del rallador, entonces, puede llevarse a cabo de la siguiente manera. Primero, después de usar, hay que colocarlo bajo el chorro del grifo. Después, se debe aplicar el estropajo con detergente lavavajillas, frotando solo sobre las superficies con orificios grandes y en el sentido en que no se dañará. Luego, se pasa un cepillo de dientes viejo para despegar la suciedad que pudiera quedar adherida. Y por último, se aclara con agua del grifo, se deja escurrir, se seca y se guarda. De esta forma, el rallador quedará limpio y en óptimas condiciones para su próximo uso.