Una biblioteca ordenada, además de facilitar la búsqueda de libros, aporta valor estético a la decoración del salón. Para organizarla se pueden tener en cuenta diversos criterios relacionados con los temas, autores, tamaños y formatos. Este artículo destaca la importancia de mantener una biblioteca ordenada y decorativa, explica los criterios para ordenar los libros y cómo hacer con los nuevos y prestados y hace una mención aparte para los ejemplares de cocina.
Una biblioteca ordenada y decorativa
Las estanterías con libros otorgan un aire de calidez y vitalidad al salón o la estancia donde se encuentren. Además, no solo dejan a la vista los gustos y preferencias literarias de sus propietarios, sino que también constituyen un elemento central en la decoración. Y es que muchas personas, en cuanto entran a una habitación donde hay una biblioteca, lo primero que hacen es acercarse e inclinar la cabeza hacia uno de sus hombros para ver los ejemplares que la componen.
Mantener la biblioteca en orden depende en buena medida del criterio con el que esté organizada
En general, mantener la biblioteca en orden depende en gran medida del criterio con el que esté organizada. Los libros se asocian en grupos y, de esta forma, cuando se busca un título en concreto se halla con más facilidad. Del mismo modo, una pauta clara para todos los usuarios permite devolver los ejemplares siempre a su lugar y ahorrar extravíos o confusiones futuras.
Los libros se pueden ordenar según criterios diferentes: temas, autores, títulos, colecciones, etc. De todos estos parámetros suelen depender también los distintos formatos y tamaños de los volúmenes. Por eso, conviene combinar criterios, ya que si se sigue solo uno, como puede ser un estricto orden alfabético de autores, lo más probable es que no solo no se obtenga el mejor resultado decorativo, sino que, además, queden huecos en la estantería y se desaproveche el espacio disponible.
Criterios para ordenar los libros
Salvo excepciones, los libros que conforman una colección (ficción, ensayo, arte, divulgación científica, etc.) mantienen formatos similares entre sí. Por lo tanto, siempre que se pueda es recomendable colocarlos juntos. Entre ellos sí se puede establecer un orden alfabético, o bien seguir la numeración impuesta por la propia compilación. El problema, en este caso, puede ser que no se posea la serie completa, o que esta deje bastante espacio libre en un estante, el cual habrá que rellenar con otros libros o con adornos o fotos y procurar que no desentonen.
Muchas estanterías incluyen algún compartimento especial para los ejemplares de formato grande (arte, fotografía, arquitectura, viajes, atlas, etc.), que por lo general es la balda inferior. En este caso, el problema lo tienen las personas que no guardan en casa ningún volumen de estas características. Siempre son más personalizables los muebles con estantes regulables. En ellos, conviene reservar para las obras grandes la parte superior y dejar el área a la altura de los ojos para ubicar dos o tres estantes con títulos medianos o pequeños. Además, los de formato grande tienen, a su vez, también tipografías de dimensiones destacadas, por lo que resulta más fácil leer sus lomos desde una distancia mayor.
Colocar dos filas de libros en un mismo estante permite aprovechar mejor el espacio, pero muchos ejemplares quedarán ocultos
Existe la posibilidad de colocar dos filas de libros en cada estante: una fila delante, visible, que oculta a la de detrás. Esto puede ser útil si la cantidad de volúmenes es muy alta, pero también si se desea que determinados títulos no queden expuestos a la vista, ya sea porque estén demasiado viejos o ajados, como por cualquier otro motivo.
Y otra alternativa es la de poner los ejemplares apoyados unos sobre otros de forma horizontal. Esta disposición tiene dos ventajas: una, la facilidad para leer los lomos de los libros, y la otra, muchas veces permite aprovechar mejor el espacio. El inconveniente -y esto hace que no sea una opción muy utilizada- es que dificulta la tarea de sacar un libro para su consulta y más aún volver a colocarlo luego en su sitio, debido a lo cual propicia el desorden.
Orden para los libros nuevos y prestados
La estantería de los libros es un espacio dinámico. Según la actividad lectora de sus propietarios o usuarios, la biblioteca puede estar siempre en movimiento. La cantidad de ejemplares siempre puede aumentar -porque se compren nuevos o se reciban como obsequio-, puede cambiar mucho su conformación -hay personas muy dadas a intercambiar títulos- o incluso disminuir, cuando alguien decide desprenderse de volúmenes que cree que no volverá a consultar. El orden en los estantes también dependerá de estas costumbres.
Si lo habitual es que se sumen libros, se puede dejar un estante destinado a las incorporaciones, o bien a las obras de próxima lectura, en un lugar a mano antes de ubicarlas en el que será su sitio definitivo en la biblioteca.
Con respecto al préstamo de libros, si alguien cede muchos ejemplares de su propiedad a otras personas, le puede venir bien un cuaderno junto a la biblioteca en donde apuntar la fecha y la persona a quien se lo ha dejado. Hay una variante decorativa que funciona como recordatorio: siluetas que se ubican entre los ejemplares en el lugar del libro faltante. Con ellas es fácil reconocer a simple vista cuántos se han prestado, aunque este modo no facilita recordar a quién se dejó cada uno.
Los libros de cocina a menudo acarrean más dificultades que los de otros géneros para su organización. Por un lado, porque bajo este rótulo se incluyen publicaciones muy variadas, desde libros objeto casi de lujo -con formatos y presentaciones especiales- hasta revistas, apuntes, recortes y cuadernos con recetas y consejos de preparación. Por otro, pues suelen estar pensados para su uso en la propia cocina, un lugar muy húmedo y donde puede ser difícil hallarles un sitio apropiado.
Una solución es encuadernar las revistas y acondicionar una caja para que funcione como fichero donde guardar los recortes, y a todo esto encontrarle un lugar seguro y accesible, como colgarlo en una pared.
Otra alternativa es disponerlos en una balda, aunque solo si no está expuesta al calor y suciedad propios del ambiente. En cualquier caso, siempre se pueden dejar en el comedor o en el salón, y consultarlos allí para luego poner en práctica en la cocina sus enseñanzas.