Los libros ocupan un lugar especial en una mudanza, no solo por lo importantes que resultan para sus dueños, sino también por las características físicas de los ejemplares. Este artículo describe la posibilidad de aprovechar la mudanza para desprenderse de algunas obras literarias y ofrece recomendaciones para su traslado, como emplear cajas pequeñas -o mezclar los libros con artículos más ligeros, si se deben usar cajas grandes-, hacer un inventario de los títulos transportados y tener especial cuidado con los volúmenes de más valor económico o afectivo.
Aprovechar la mudanza para desprenderse de algunos libros
Una mudanza es un proceso que a menudo resulta engorroso, e incluso traumático, por varios motivos: representa dejar un lugar que por lo general ya se sentía como propio, acostumbrarse a un sitio nuevo, embalar todos los objetos y muebles que se poseen para trasladarlos, etc. Entre las cosas que hay que transportar, los libros constituyen un elemento especial, en particular para las personas más aficionadas a la lectura y que poseen muchos ejemplares. ¿Qué hay que tener en cuenta en el momento de trasladarlos en una mudanza?
La mudanza es buen momento para preguntarse si conservar o no enciclopedias o diccionarios ahora disponibles en Internet
Lo primero -puede resultar obvio, pero es importante considerarlo- es evaluar el espacio disponible en el sitio nuevo, adonde se han de trasladar las cosas. Uno de los consejos generales para cualquier mudanza es aprovechar para desprenderse de objetos que ya no se utilizan o que se usan muy poco, por lo cual no compensa conservarlos. Con los libros ocurre eso, y esto es importante sobre todo si el nuevo espacio es menor que el anterior.
Ejemplares que ya se han leído, los que es probable que no se relean y no guardan ningún significado especial para su poseedor: esos son los principales candidatos para dejar de formar parte de una biblioteca cuando lo importante es ganar espacio. Pero el de la mudanza también es un buen momento para plantearse si merece la pena conservar volúmenes que pueden ser sustituidos por otros soportes: enciclopedias, diccionarios, guías telefónicas, etc. Como en la actualidad esa información está contenida por lo general en Internet, puede que en realidad lo mejor sea dejarlos de lado.
Por supuesto, esto no quiere decir tirarlos a la basura. Existen muchas opciones para hacer que los libros circulen, desde donarlos a bibliotecas u ONG hasta venderlos a librerías de segunda mano. También se pueden intentar comercializar en la Red o intercambiarlos por otros bienes en mercadillos de trueque. Las enciclopedias y otros volúmenes de gran formato, por su parte, se pueden convertir en álbumes de fotos, cofres, estantes y otras piezas que se integran en la decoración.
Recomendaciones para el embalaje y traslado
Cuando se ha decidido qué obras se trasladarán y a cuáles -si es el caso- darles un destino diferente, el siguiente paso es el del embalaje. Aquí, la regla de oro es tener cuidado con el peso, ya que los libros son el tipo de objetos que, acumulados, pesan más de lo que parece. Por lo cual, hay que tener en cuenta las siguientes recomendaciones:
Usar cajas pequeñas. Las cajas pequeñas son más apropiadas para evitar sobrepesos. Si una caja es muy pesada, no solo presenta el riesgo de desfondarse o sufrir otro tipo de roturas, sino que además puede causar lesiones a quienes las han de transportar.
Si se emplean cajas grandes, no llenarlas de libros. Si por cuestiones de logística o de necesidad se utilizan cajas de mayor tamaño, el consejo es no colocar solo volúmenes en ellas, sino también otras cosas cuyo peso sea mucho menor, como la ropa, en particular edredones, acolchados, toallas, etc.
Los libros más valiosos son por lo general los títulos agotados o volúmenes con dedicatorias especiales o con otro valor sentimental añadido
Cuidar los libros valiosos. Si bien es difícil pensar en que un ejemplar sea frágil como lo puede ser un adorno o una pieza de vajilla, es posible que merezca algunas atenciones especiales, debido a que presente un estado delicado (como un libro muy antiguo o uno fabricado con cartón u otros materiales que conviene no aplastar, etc.) o que sea muy valioso (un título agotado y difícil de conseguir, un volumen que incluya una dedicatoria especial u otro tipo de valor sentimental añadido, etc.). En estos casos puntuales, lo mejor será llevarlo uno mismo, para evitar que el traslado en cajas o por otras personas pudiera dañarlo.
Hacer un inventario. Esto es valioso sobre todo si se prevé que no todas las cajas se desembalarán de inmediato después de la mudanza. Cuando esto es así (porque la casa nueva está en obras o por cualquier otro motivo), las cajas de libros suelen estar entre las últimas que se abren. Tanto si se necesita consultar un volumen específico como para evitar pérdidas, puede venir bien tener un listado con todos los ejemplares empaquetados y alguna identificación en el exterior de las cajas para saber dónde hallarlos.
Si se toman en cuenta estos consejos, la tarea de trasladar los libros será un poco menos engorrosa, y permitirá llegar con algo menos de cansancio a la hora organizarlos en sus nuevas estanterías.