Las copas de vino se pueden integrar en la decoración y aprovechar para dar un toque de estilo y elegancia, tanto en la cocina como en el salón o el comedor. Así como existen diversos tipos de copas, también hay varias formas de colocarlas y exponerlas. Este artículo describe a grandes rasgos los distintos tipos de copas de vino y las formas más tradicionales de guardarlas y exhibirlas. Además, explica cómo fabricar un soporte para colgarlas.
Tipos de copas de vino
Así como exhibir botellas de vino es una manera de dar estilo y elegancia a una habitación, algo similar ocurre con las copas. Una colección de copas de vino queda muy bien en la cocina o el salón. Además, como existen variadas formas y tamaños, permiten lograr combinaciones y generar distintos ambientes.
Si bien hay muchos tipos de copas diferentes, según las variedades de vinos, en general se pueden clasificar en tres grandes grupos:
La alacena es un mueble muy apropiado para guardar las copas, ya que sus puertas acristaladas las protegen del polvo pero permiten verlas
Copas de vino tinto. Son las más grandes, con un cuenco de gran tamaño y la parte superior con forma de cono truncado. Esto sirve para que el vino tenga suficiente espacio para airearse (por eso, tampoco se debe llenar mucho la copa al servir), pero que a su vez no pierda esencia y propiedades a través de la abertura superior.
Copas de vino blanco. Su cuenco es más pequeño y estrecho. Estas copas se tienen que enfriar antes de servirse, ya que el vino blanco se bebe fresco; se debe procurar que la copa tenga la misma temperatura para que permita disfrutarlo al máximo.
Copas de cava o vino espumoso. Llamadas a menudo copas de flauta, son las más altas y estrechas, de tal manera que conservan las burbujas y las hacen estallar en los labios en el momento en que los alcanzan.
Guardar y exhibir las copas de vino
En función de si las copas que se exhiben son de uno u otro estilo, se transmiten mensajes distintos. Además, si hay varios tipos formando parte de la decoración, esta ha de generar la sensación de que sus dueños son personas que conocen bien y disfrutan de esta bebida.
Las copas se pueden guardar en muebles cerrados, pero de esa manera es posible que se pierda el valor decorativo que son capaces de proporcionar.
De ahí que un mueble muy práctico para que estén almacenadas en un espacio cerrado, pero que a la vez formen parte de la decoración, es la alacena, cuyas puertas acristaladas protegen del polvo pero también permiten verlas.
Otra variante es colocar las copas en la parte superior de algún mueble, para que queden a la vista. En este caso, hay que tener mucho cuidado en la elección del lugar, ya que el principal riesgo no es tanto que junten polvo como la posibilidad de accidentes. Es decir, que alguien, de forma involuntaria, las haga caer y las rompa. Si están en un sitio a más o menos buena altura (al menos aproximada a la altura de los ojos) y no muy cerca de un lugar de paso, en general ese riesgo no será muy elevado.
Una de las alternativas más bellas es un soporte para que las copas queden colgadas por la base. Este sistema, muy utilizado en bares y restaurantes, añade una dosis de estilo a la decoración de la cocina o del salón. Si estos espacios están divididos por una barra americana, o si en el salón se ha colocado algún elemento para separar espacios, un soporte de este tipo para las copas constituye un aporte decorativo estupendo.
Los soportes para las copas se pueden adquirir en tiendas especializadas, pero también se pueden realizar en casa. Son bastante sencillos de hacer.
El sistema consiste en colocar varios listones de madera paralelos con una cierta distancia entre ellos. Este espacio debe ser menor al diámetro de la base de la copa, para que pueda sostenerla. Y la estructura para poner y sacar las copas de allí puede ser de dos tipos diferentes.
En un caso, las copas se colocan y salen a través de uno de los lados del armazón, que queda libre. Esta es la forma más segura, pues permite que el espacio entre los listones sea mínimo: basta con que quede allí el pie de las copas, así que un hueco de dos centímetros es suficiente. Este sistema requiere que los listones estén clavados o adheridos a una superficie, como puede ser la parte inferior de un armario de cocina.
En el otro caso, los listones no están adheridos a una superficie, ya que solo están sostenidos por sus extremos a un par de barras transversales, como si fuese una parrilla. Esta estructura es más fácil de realizar, pero tiene una desventaja: las copas no se pueden introducir y quitar a través de los extremos, sino que la separación entre los listones debe permitir el paso de la base de la copa. Esto hace al conjunto un poco más inseguro, pero si está en un sitio firme, no muy cerca de las zonas de paso, se puede confiar en él sin problemas.