Adornar el salón de la casa con recuerdos materiales de los viajes que se realizan es una costumbre muy extendida. Si esos objetos son pocos, en general, no hay ningún problema para integrarlos en la decoración general. Pero si llega un momento en que son demasiados, y además de estilos muy variados, se convierten en un inconveniente para el aspecto general de la estancia. Conviene dedicar un espacio exclusivo para tales objetos y organizarlos de manera que se luzcan y no representen una nota discordante.
Otras culturas para la decoración del salón
Decorar el salón con motivos étnicos es frecuente cuando se viaja a diferentes lugares y se adquieren los clásicos souvenirs o artículos típicos. En general, a casi todas las personas que se van de vacaciones les gusta volver a casa con algún recuerdo material de su viaje. Tales recuerdos son a menudo adornos, estatuas, piezas colgantes (pequeños cuadros, cerámicas, instrumentos musicales, etc.) o cualquier otro objeto que resulte visible y llamativo. Cuanto más exótico es el destino, más apetece tener algo en casa que recuerde a los viajeros o informe a las visitas de que se ha estado en tal o cual lugar del mundo. Para este fin se colocan en el salón y el regreso de cada nuevo viaje significa nuevos recuerdos, que se juntarán con los anteriores. El resultado, después de un tiempo, es una extraña y heterogénea mezcla de estilos, con objetos que no tienen nada que ver entre sí y que, más allá de que cumplan o no con su objetivo de recordar una experiencia, generan que la decoración general del salón desentone.
Para solucionarlo, hay que tomar algunas precauciones. Lo idóneo es reservar un rincón o un espacio bien delimitado para los recuerdos, en particular, si son motivos étnicos de otras culturas. En ese espacio se podrán incluir tales piezas, pero se debe procurar que la mezcla de estilos no sea demasiado pronunciada. Es decir, una figura tradicional de una cultura de la América precolombina puede situarse sin problemas junto a la de un pueblo de África subsahariana. Sin embargo, si se coloca una imagen traída de un país musulmán al lado de un recuerdo de Israel y de una representación hindú, es probable que el conjunto resulte demasiado raro.
Para evitar que el salón quede muy cargado de adornos, los objetos expuestos se pueden alternar por temporadas
Una alternativa para evitar esas mixturas consiste en separar los diferentes estilos por espacios, estantes o baldas. Si un estante incluye figuras de diferentes tribus o poblaciones originarias y otro distinto -encima o debajo- muestra estilos diferentes, como de civilizaciones europeas clásicas (griegas, romanas, etc.), las probabilidades de que la combinación sea positiva son mucho mayores. Además, estas divisiones pueden responder a otras variables, no solo a la procedencia de cada pieza: también son posibles factores determinantes el tamaño, la forma, lo que representan, etc.
Evitar la saturación al decorar el salón
Por otra parte, también se debe tener en cuenta que uno de los principios básicos para una buena decoración es evitar la saturación de cualquier ambiente. Una persona o una familia que viaja mucho -y que gusta mucho de esta clase de recuerdos- corre el riesgo de sobrecargar el salón de su casa hasta el punto de que ya no genere un disfrute sino, por el contrario, fatiga.
Una solución para este inconveniente es modificar por temporadas el espacio del salón dedicado a las culturas extranjeras. De este modo, este espacio de la casa se convierte en un pequeño «museo», con colecciones que se renuevan cada determinado lapso. Incluso, como en todo museo, cabe la posibilidad de habilitar un sitio destinado a una «muestra permanente», además de la parte que se modifica con el tiempo.
Una manera de complementar la decoración que proporcionan las figuras y objetos de otras culturas consiste en acondicionar con el mismo estilo el fondo del espacio que ocupan. Si se colocan estatuas o figuras indígenas, se pueden utilizar plantas que recuerden la vegetación de la selva y otros territorios vírgenes; si son figuras orientales, un lienzo o banderola con ideogramas japoneses o chinos resultan un marco apropiado.
Otro recurso adecuado pasa por colocar fotografías -una en tamaño grande o varias más pequeñas- del lugar del cual provienen los adornos. El valor añadido se multiplicará en caso de que las fotos las haya tomado uno de los viajeros habitantes de la casa.