Desmontar un radiador con el fin de dejar libre la pared para pintarla, empapelarla o, incluso, pintar la parte trasera del aparato. Esta es una tarea que, a menudo, se considera demasiado engorrosa. Por este motivo, puesto que además la superficie en cuestión permanece oculta, es frecuente que se evite quitarlo y se pinte hasta donde alcance la brocha. Pero retirar un radiador de la pared es más sencillo de lo que parece. En este artículo se explica cada paso para realizarlo y la necesaria tarea posterior: purgar el radiador.
Quitar el radiador, una tarea sencilla
«Total, ahí detrás no se ve». En el momento de realizar pequeños arreglos del hogar, a menudo, se apela a este tipo de frases para justificar que queden a mitad de camino tareas que, en realidad, apenas cuesta completar. Pintar todas las paredes excepto una fracción que queda detrás de un mueble o un aparato difícil de mover equivale a lo mismo que en limpieza sería, después de barrer, guardar la basura debajo de la alfombra. En muchas ocasiones, esto ocurre con el radiador: por no quitarlo de su sitio, queda un rectángulo sin pintar en la parte de la pared cubierta por él, cuando desmontarlo y colocarlo de nuevo es una operación sencilla.
Si en vez de pintar el objetivo es empapelar la pared, entonces quitar el radiador se convierte en una tarea imprescindible. Lo mismo: puede que a alguien le entre el pánico por tener que desmontar un mecanismo cuya instalación y funcionamiento desconoce. A continuación, se detallan los pasos clave y algunos trucos para desmontar el radiador sin problemas, completar el trabajo y volver a dejarlo todo listo y en funcionamiento.
Desmontar el radiador, paso a paso
Un radiador contiene entre 5 y 15 litros de agua, por lo que conviene tener a mano cubo y fregona cuando se desmontan
Primero se debe cerrar la llave de paso del agua del radiador. Una vez asegurada esta llave, hay que aflojar los detentores, unas tuercas de retención que sujetan el radiador a los tubos de la instalación. En ciertos casos tienen solo uno y, en otros, dos. Se puede utilizar una llave inglesa o una llave Stillson (también llamada «de perro» o grifa). En este punto, hay que tener sumo cuidado ya que, a través de esa unión, el radiador comenzará a liberar agua: es preciso tener a mano un cubo o recipiente para contener el agua y no encharcar el suelo (tampoco está de más tener una fregona). Los radiadores contienen unos 5 litros, en el caso de los más pequeños, entre 8 y 10 si son medianos y hasta 15 litros, los modelos más grandes.
Los radiadores pueden estar sostenidos por escuadras o soportes similares atornillados a la pared o tan solo por ganchos. En el primer caso, bastará con desajustar y retirar esos tornillos para quitar el aparato; en el segundo, es más sencillo: una vez liberado del detentor, el radiador se levanta y se retira.
En el momento de levantar y sacar el radiador de su lugar, hay que tomar precauciones. Aunque en el paso previo haya parecido soltar todo el agua que guardaba en su interior, al levantarlo e inclinarlo, es probable que libere más. Este líquido que sale al final, por otra parte, a menudo está sucia, ya que arrastrará restos de óxido y otra suciedad que pueda haberse acumulado dentro. Por ello, también en esta etapa ha de hacerse uso del cubo y, de ser necesario, de la fregona.
Para montar el radiador, los pasos son los mismos pero en sentido inverso: colgarlo de la pared, ajustar los detentores y abrir la llave de paso
Retirado el radiador, se accederá entonces al otro lado: tanto la parte del aparato que queda hacia dentro como el rectángulo de pared que permanece oculto. Ahora, ambos se pueden pintar sin problemas. Quien realice este proceso en una casa habitada antes por otra persona, puede encontrarse con un rectángulo de pared de otro color, señal de que el anterior pintor no se tomó el trabajo que ahora hace el actual. Pero llegados a este punto, eso ya no será un problema: el siguiente paso consiste en solucionarlo.
Una vez que se ha terminado de pintar, los pasos para montar de nuevo el radiador son los mismos, pero en sentido inverso: colgar el radiador de la pared, ajustar los detentores y abrir la llave de paso.
Después de montar de nuevo el radiador y ponerlo en funcionamiento, conviene purgarlo. Así se extrae el aire que pueda introducirse en él, ya que este evitará que el aparato emita calor de manera homogénea.
El purgador es una espita localizada en la parte superior de los radiadores. En algunos casos, sobre todo en los radiadores de aluminio, el purgador es automático, mientras que en la mayoría del resto de modelos, el proceso debe realizarse de modo manual.
Cuando se purga el radiador, también hay que tener cuidado y proveerse de un vaso o un cubo, ya que después de vaciar todo el aire, el equipo comenzará a gotear. Tras reinstalar un radiador que se haya desmontado, se recomienda purgar cada aparato de la casa, pero también antes de ponerlo en funcionamiento, al comienzo de la temporada invernal.