El acolchado o “mulching” es una técnica que consiste en colocar una capa de materia orgánica o inorgánica para proteger el suelo del jardín. En este artículo se detallan los numerosos beneficios de este sistema, desde la posibilidad de ahorrar agua, ya que ayuda a mantener la humedad del suelo, hasta el enriquecimiento del sustrato y la disminución de las malas hierbas. Se explica, además, cuál es el tipo de acolchado más conveniente para huertos y cómo confeccionar acolchados decorativos.
Los numerosos beneficios del acolchado en el jardín
El acolchado (también llamado por el término inglés «mulching») es una técnica que consiste en cubrir el suelo del jardín con una capa protectora, de entre 5 y 15 centímetros de espesor, de un material que puede ser orgánico o inorgánico. Este sistema ofrece numerosos beneficios:
Reduce la pérdida de humedad del suelo por evaporación. Como consecuencia, la cantidad de riego es menor y, por ende, también el consumo de agua.
El acolchado debe medir entre 5 y 15 centímetros de espesor, según el grado de protección que se pretenda para el suelo
Regula la temperatura y posibilita que las raíces sufran menos las temperaturas extremas.
Evita la erosión del suelo como consecuencia del sol y las corrientes de aire.
Impide el crecimiento de malas hierbas y otras especies no deseadas.
Enriquece el sustrato a medida que se descompone.
Embellece el jardín, ya que cumple también una función estética.
Entre los productos orgánicos más frecuentes utilizados para confeccionar acolchados se encuentran la corteza de pino u otros árboles, madera triturada, paja y cáscaras de frutos como la almendra. Los de tipo inorgánico más empleados son gravilla, marmolina, tierra volcánica o materiales sintéticos desarrollados de forma específica con este fin.
La madera triturada y otros productos derivados de este material, como el serrín o cortezas pulverizadas o astilladas, se recomiendan solo si tienen un mínimo de dos años de antigüedad. Si es más reciente, su descomposición absorberá el nitrógeno del suelo e impedirá que llegue a las plantas, lo que representará perjudicial para el cultivo. Sin embargo, este efecto se puede neutralizar con la aplicación de un fertilizante mineral nitrogenado.
Plástico para el acolchado del huerto
Para el huerto, existe un tipo de «mulching» distinto que ofrece muchas ventajas: el acolchado de plástico. Consiste en colocar láminas de plástico transparente, blanco o negro sobre el suelo, dejando la parte superior de las plantas por encima de él. Por lo general, el plástico se coloca en tiras (de entre 50 centímetros y un metro de ancho) que siguen la línea de la plantación.
Los acolchados decorativos se pueden confeccionar hasta con cristal hecho añicos y fragmentos de CDs rotos
Si bien este tipo de acolchado no aporta nutrientes al suelo, sí cumple algunas de las demás funciones citadas más arriba: mantiene la humedad del suelo y evita la erosión y la aparición de malas hierbas (sobre todo si el plástico es negro). Además, aumenta la temperatura del suelo y refleja el calor hacia el fruto, lo cual acelera la maduración y la cosecha. También mejora la calidad del producto al impedir que entre en contacto con el suelo y que lo alcancen salpicaduras.
Con estas láminas de plástico se corre el riesgo de que atraigan babosas y caracoles, parásitos que pueden acabar con la producción. Por ello, se deben levantar los bordes del plástico y revisar con frecuencia, y de ser necesario, aplicar un producto antilimacos.
En áreas pequeñas del suelo del jardín o para cubrir el sustrato en macetas, se puede recurrir a acolchados decorativos, es decir, capas que, si bien cumplen algunas de las varias funciones de los acolchados normales, en realidad sirven como ornamento para la zona donde se encuentren o para la planta que rodean.
Para este fin se pueden emplear productos de lo más variados: desde piedras de colores, caracoles y conchas marinas o guijarros pulidos, hasta cristal hecho añicos o fragmentos de CDs rotos. Gran parte del valor de estos elementos está dado, sobre todo, por sus colores y los reflejos que generan cuando los ilumina la luz del sol. El límite para el uso de estos productos lo marcará la propia creatividad del diseñador del jardín.
Para prevenir posibles accidentes, se deben manipular con cuidado (si es necesario, con guantes) los fragmentos de cristal, discos o cualquier otro tipo de objetos con bordes afilados. Habrá que estudiar también la conveniencia de colocar estos objetos si en la casa habitan perros u otras mascotas que pudieran visitar el jardín y hacerse daño.