Los recipientes de cinc son habituales en la jardinería y en las labores de campo. Hasta hace poco, se empleaban de forma exclusiva en ambas. Las regaderas, los maceteros y las cajas de aperos elaborados con este material son un clásico. Pero ahora han resurgido como un objeto decorativo más, que da un toque original y campestre a las estancias. Las regaderas se utilizan como revisteros, floreros o macetas. Lo interesante es que resulta posible reproducir la apariencia del cinc en cualquier objeto metálico. Para conseguir este acabado rústico, es preciso restaurar antes las piezas.
Preparar el recipiente
Antes de comenzar la tarea, es necesario que el recipiente esté limpio y libre de óxido. Para ello, es suficiente aclararlo con una solución jabonosa y secarlo con una gamuza que no desprenda fibras. Si tiene la superficie oxidada, será preciso lijarla con un cepillo de púas para eliminar los restos de óxido.
Una vez limpia y seca, hay que aplicar una primera capa de esmalte negro en toda la pieza. Para conseguir un resultado homogéneo, es recomendable respetar el tiempo de secado de la pintura y repetir la operación. Cuando esté seca la segunda capa, con un papel de lija extrafino se pule la pieza hasta conseguir un acabado liso. De esta manera, se eliminan las posibles marcas de la brocha.
Purpurina y papel de periódico
A continuación, se mezclan en una cubeta esmalte blanco y negro, hasta conseguir un tono gris oscuro, y se añade esmalte de purpurina. Es recomendable remover hasta obtener un color uniforme que, con la purpurina, debe adquirir una tonalidad metalizada. En ocasiones, sucede que la mezcla es demasiado clara o, por el contrario, muy oscura. Es posible enmendar el error: se debe añadir más esmalte blanco para aclarar o negro, para aumentar la intensidad.
El papel de periódico absorbe la mezcla y deja al descubierto el esmalte negro
Cuando la mezcla adquiere el tono deseado, se aplica sobre la pieza en una única mano. No se debe cargar en exceso la brocha. Para reforzar el aspecto metalizado del objeto pintado es preciso vaciar la superficie de producto, antes de que la pintura se seque, con una bola de papel de periódico. Esta herramienta rudimentaria se presiona contra la pieza para que el papel de periódico absorba parte de la mezcla metalizada y deje al descubierto, de forma irregular, el esmalte negro que se encuentra bajo ella.
Si la pieza que se restaura es de grandes dimensiones, en el momento de utilizar la bola de periódico, es recomendable hacerlo por partes y renovarla de forma regular. De lo contrario, es posible que se sobrecargue y en lugar de absorber la pintura, la extienda. Una vez vaciada la superficie, se deja secar y se aplica una capa final de barniz mate para proteger el acabado.
Para limpiar los objetos elaborados con cinc, basta con lavarlos en agua jabonosa. Si la suciedad persiste, de forma puntual, es posible emplear detergentes algo más agresivos, como la lejía de sosa. No es recomendable utilizar abrillantadores o decapantes ya que es probable que deterioren el acabado metálico de las piezas.
El óxido y la suciedad común no son los únicos enemigos de las piezas de cinc. Si son objetos que tienen contacto con el agua, como regaderas, maceteros o floreros, es probable que la cal aparezca. En esos casos, se aplica vinagre de alcohol templada en la superficie, se deja actuar y se retiran con una rasqueta los posibles restos. Para finalizar, se aclara con agua y se seca la pieza.