La piel aporta cierta distinción y calidez en el hogar. Sin embargo, es también un material muy delicado que necesita cuidados específicos para mantenerse nutrido. Uno de los errores más frecuentes en la conservación de tapicerías y de encuadernaciones en piel es aplicar un producto que no está indicado para este material. Los daños más habituales son las decoloraciones, que en algunos casos son irreversibles. Por este motivo, antes de limpiar un sillón o restaurar cualquier otro volumen, es preciso conocer la calidad de la piel que lo compone para aplicar el tratamiento apropiado.
En muebles
El tipo de tinte que contiene la piel determina los cuidados que se deben proporcionar a un mueble. Para identificarlo, hay que pasar por una zona pequeña y poco visible un algodón humedecido en un producto especial para decapar estas superficies. Si no se produce ninguna alteración en el color, la piel ha sido teñida con anilina. En ese caso, el producto apropiado para su limpieza es el decapante. Se debe frotar toda la superficie del mueble con una muñeca de algodón empapada en esta solución.
Antes de limpiar la superficie conviene hacer una prueba con decapante para identificar la calidad de la piel
Es posible que al decapar se creen aureolas o pequeñas decoloraciones. Si eso ocurre, es necesario tintar la superficie con un producto específico para la piel, pero en un tono más oscuro que el original. Es fundamental intentar que se absorba en profundidad y dejarlo secar varias horas. Para finalizar el proceso, conviene aplicar una leche de mantenimiento que ayude a nutrir e impermeabilizar el exterior.
Si en la prueba de color éste desaparece o cambia de tono, la piel está pigmentada y hay que evitar tratarla con productos abrasivos. Por eso, no es apropiado usar un decapante. La leche de mantenimiento especial para piel es menos agresiva. Limpia, nutre y suaviza las superficies pigmentadas. Se tiene que aplicar con una muñeca para lustrar y, si se desea un acabado brillante, en vez de usar tinte es más conveniente aplicar una pátina para piel.
Los libros encuadernados en piel ocupan en las librerías y en las baldas del hogar un lugar privilegiado. Para los amantes de la lectura, son un tesoro que, como tal, requiere cierto mantenimiento. La clave para conservar su estado está en una limpieza periódica. Es conveniente retirar con un pequeño cepillo el polvo que acumulan en las hojas y en el lomo.
Si la encuadernación del libro está sucia pero no cuarteada, hay que lustrar la superficie con una gamuza impregnada en esencia de trementina. Además, es necesario nutrir las cubiertas. Los productos apropiados son la leche de mantenimiento y la crema de lanolina. Si la encuadernación tiene rasguños o zonas desgastadas, la tinta líquida aplicada con un algodón es útil para ocultar estos defectos.