Hay muchos tipos de martillos y mazos. En su mayoría, se utilizan para clavar o romper una pieza y son versiones de los más comunes, de mayor o menor tamaño, aunque algunos se emplean para realizar tareas específicas y tienen unas características determinadas.
Martillos para bricolaje
Uno de los modelos de martillo más convencional es el denominado martillo de orejas o galponero. Esta herramienta se caracteriza por tener un extremo de la cabeza o cotillo redondeado, para clavar clavos, y otro curvado hacia abajo y con una ranura en medio en forma de garra. De esta forma, se extraen mediante palanca. Este tipo de martillo se utiliza, sobre todo, en trabajos de carpintería.
Otros martillos muy utilizados por los carpinteros tienen un extremo de la cabeza cuadrado y el otro, en cuña. Más estrechos y ligeros que los de orejas, se utilizan para fijar las puntas de menor tamaño. Para esta labor se emplean también martillos con cabeza magnética y boca sacaclavos.
Para eliminar y desportillar la escoria en los trabajos de soldadura, se emplea un martillo con pico afilado y boca cortante. El mango, que puede ser de madera o de hierro, está soldado o consolidado a la cabeza.
También se emplean martillos específicos para un determinado material, como los metales. Estos cuentan con un extremo plano y, en el otro, una forma de cuña.
Cuando se deben picar muros o suelos, los albañiles utilizan la piqueta, una especie de martillo con una parte de la cabeza alargada y afilada.
Los mazos
A diferencia de los martillos, la cabeza de los mazos se fabrica a menudo con materiales blandos como el caucho o la madera. Esta herramienta tiene la misma forma de un martillo, pero con un tamaño y peso mayores, y se utiliza casi en exclusiva en trabajos de construcción y albañilería.
La cabeza de los mazos se fabrica a menudo con materiales blandos
Para golpear cinceles y romper ladrillos o tallar madera, se emplean las denominadas macetas de albañil, que se caracterizan por ser pesadas y tener el mango corto.
En el grupo de los mazos, figura también el martillo antirrebote. Su cabeza está rellena de bolitas de acero o de plomo. Cuando se golpea una superficie con una maza o un martillo, estas herramientas tienen tendencia a rebotar. Sin embargo, la maza antirrebote absorbe el impacto. Al levantar la maza, las bolitas se acumulan en la parte superior de la cabeza y cuando se realiza el golpe éstas caen hacia abajo, lo que anula el rebote.
La primera precaución que se debe tomar cuando se utiliza un martillo es confirmar que tiene las dimensiones y el peso adecuados para la tarea que se va a realizar.
Nunca se debe utilizar un martillo con la cabeza floja o el mango dañado
Nunca se debe utilizar un martillo con la cabeza floja o el mango dañado. La cabeza del martillo se puede bloquear si se inserta en el extremo del mango una cuña metálica. Para evitar que la madera del mango se seque y se rompa, conviene aplicar aceite de lino. Las partes metálicas también se deben limpiar cada cierto tiempo con un paño impregnado en una ligera capa de grasa. Si el cotillo está sucio o rayado, se tiene que pulir con una hoja de papel de lija de grano medio.
El martillo se debe empuñar desde el extremo del mango para ejercer mayor fuerza en los golpes y evitar daños en la muñeca. Los clavos se deben golpear de forma perpendicular. En esta operación, el antebrazo es la parte del cuerpo que debe actuar como palanca para que trabaje el codo, en vez de la muñeca. De lo contrario, se corre el riesgo de golpearse los dedos y manos.
Cuando se prevea la proyección de partículas que pudiesen dañar los ojos, es necesario el uso de gafas y guantes de seguridad.