El musgo es una planta simple, sin vasos conductores, flores o frutos, que crece en zonas sombrías y húmedas. En todo el planeta se conocen unas 15.000 especies de musgos y, aunque en ciertas zonas se considera una mala hierba, en países como Japón forma parte indiscutible de sus jardines y cultivos de bonsáis. Sin embargo, conviene vigilar su presencia, ya que allí donde crece impide el desarrollo regular del césped.
Características generales
El musgo crece en zonas sombrías y húmedas, ya que requiere de ambas circunstancias para sobrevivir. Esto se debe al pequeño tamaño y delgadez de sus tejidos, que carecen de cutícula (cubierta cerosa que previene la pérdida de agua) y necesitan agua para la fertilización.
En la mayoría de los jardines crece de forma espontánea, como si fuera una mala hierba. Su reproducción por medio de esporas -desplazadas por el viento- propicia que germine donde se den las condiciones apropiadas. Mientras, en Japón, se deja crecer en forma de césped o como elemento de adorno.
Su cultivo se puede realizar con muestras tomadas de lugares donde haya germinado. Sin embargo, el resultado no siempre es satisfactorio, ya que el musgo no se desarrolla bien en condiciones adversas de luz, humedad y circulación del aire. Para que se reproduzca con éxito, se debe elegir una zona donde los rayos de sol no lleguen o, al menos, lo hagan en un momento del día en que ya tengan poca fuerza. Respecto al terreno, tiene que ser ácido, se debe regar de forma abundante y, siempre que se realice un trasplante, hay que tomar las capas o las almohadillas de esta especie vegetal, junto con una porción de la tierra donde desarrolla su sistema radicular.
Una presencia molesta en el césped
El musgo en el césped del jardín se puede convertir en una auténtica pesadilla para los amantes de la jardinería, ya que disminuye la aireación de las raíces de las briznas de hierba e impide el crecimiento regular del césped.
El desarrollo no deseado de esta planta es un indicio claro de que el suelo no recibe los cuidados necesarios, que tiene alguna carencia o que sufre alguna enfermedad. Uno de los principales motivos por los que crece el musgo es la acumulación de agua y humedad como consecuencia de un drenaje inadecuado. Esto ocurre con mayor frecuencia en tierras arcillosas y en épocas del año concretas, como la primavera y el otoño, cuando las lluvias son más incesantes. No obstante, los suelos arenosos tampoco están exentos de esta planta, ya que la escasez de abono, una alta acidez del suelo y unas siegas rasas en exceso sin respetar la altura mínima del césped son caldo de cultivo de esta especie vegetal.
Para evitar su acción nociva, conviene pasar por el césped un rastrillo de metal, una o dos veces al año, y drenar bien el terreno. Otra opción es usar productos que contienen sulfato ferroso o sulfato ferroso de amonio. Estos ingredientes se localizan en productos comerciales para el control de musgo y en fertilizantes. No obstante, la eliminación del musgo no previene que vuelva a germinar, a menos que se eviten a la vez las condiciones favorables para su desarrollo.
A pesar de los problemas que puede ocasionar en un jardín, el musgo desempeña un importante papel en la naturaleza. No en vano, esta planta retiene la humedad del suelo y evita su erosión y degradación. Además, absorbe los contaminantes del aire y favorece el desarrollo de otras muchas especies vegetales y animales. En este último caso, es un refugio fundamental para pequeños invertebrados.
El musgo retiene la humedad del suelo y evita su erosión y degradación
El musgo también es beneficioso para las plantas que se cultivan en macetas, sobre todo, en el caso de los bonsáis, cuya tierra tiende a secarse con facilidad. El musgo genera un pequeño microclima en el entorno de la planta, muy adecuado en lugares secos y cálidos o cuando las especies proceden de zonas tropicales. Por este motivo, la destrucción y recolección indiscriminada puede resultar muy agresiva con el medio y provocar daños en los ecosistemas.