El paragüero es un complemento que, además de cumplir con una función específica y muy valiosa en el recibidor, permite añadir un toque de personalidad y estilo al recibidor. Este artículo describe la utilidad y los estilos de los paragüeros, el sinfín de posibilidades decorativas que proporcionan y algunas alternativas posibles para fabricarlos a partir de objetos reutilizados, como jarrones, cestas de mimbre e incluso lecheras y otros recipientes rústicos.
Paragüeros: utilidad y estilos
El paragüero es una pieza cuya utilidad se valora mucho en el hogar, pero que, además, a menudo se convierte en uno de los detalles que mejor permiten dar personalidad y estilo a un recibidor o un salón. Y es que un paragüero puede ser muy sencillo y sobrio, pero también multicolor, vintage o con un diseño original y creativo que lo haga brillar con luz propia en el conjunto de la decoración.
Lecheras u otros recipientes de uso rural, al estar fuera de su contexto natural, pueden dar mucha personalidad al ambiente como paragüeros
Un paragüero consiste en un recipiente que permita guardar los paraguas (y también los bastones) cuando no se usan. Por eso, se encuentran casi siempre en los recibidores o en cualquier sitio cercano a la puerta de entrada. El objetivo es evitar mojar el suelo u otras superficies al llegar a casa (o a una oficina, consultorio, etc.) un día de lluvia.
Por tal motivo, se ha de procurar que los paragüeros estén fabricados con materiales que soporten bien el agua, como ciertos metales, plástico u otros productos sintéticos. El paraguas se guarda en forma vertical en el recipiente, o lo más cerca que se pueda de lograr esta posición, para facilitar que el agua se escurra. La base del paragüero debe ser hermética, para impedir que el agua llegue al suelo.
Paragüeros, un sinfín de posibilidades decorativas
Existe una enorme cantidad de modelos de paragüeros. Los hay simples y discretos. Por lo general, son recipientes con forma cilíndrica, o a veces de prisma rectangular, diseñados en colores oscuros y cuyo objetivo a nivel estético es pasar inadvertidos.
Los del extremo opuesto son los más creativos: desde el modelo Flow, diseñado por la firma Knegt & Valstar, minimalista y con una «ventana» que permite ver los paraguas desde el lateral; hasta el Narciso del italiano Davide Bozzini; pasando por la estructura Blow up, de Fratelli Campana, que recuerda el juego de los palillos chinos, o el Aki, de Rodolfo Bonetto, que se asemeja a grandes piezas de Lego.
Entre los clásicos y los más modernos, en el mercado se ofrece una gran gama de posibilidades. Entre ellos, los hay con decoración vintage: en general, son piezas cilíndricas de metal y con dibujos que remiten a finales del siglo XIX y comienzos del XX. También existen otros súper-minimalistas, que consisten en apenas una base y una estructura metálica que hace gala de la máxima economía de materiales. Uno de los mayores ejemplos es el modelo Mary P, del estudio Eva Schildt.
También es posible crear uno mismo su propio paragüero con recipientes u otros objetos reutilizados.
Entre los del primer grupo, es bastante frecuente el uso de grandes jarrones. Si se cuenta con un juego de dos o más, queda muy bien el empleo de uno de ellos para este fin y los demás para flores, espigas o cualquier otro tipo de adorno.
Otra posibilidad, que se puede adaptar muy bien a decoraciones de tipo rústico o generar estupendos contrastes con espacios modernos, es el empleo de una lechera u otro recipiente típico de labores rurales, como se puede observar en esta foto. Este tipo de piezas, al estar fuera de su contexto natural, produce un impacto visual que puede dar mucha fuerza y personalidad al ambiente.
También las cestas de mimbre, bambú u otras fibras naturales ofrecen buenos resultados y se pueden acondicionar de tal modo que se obtiene un paragüero. En estos casos, es fundamental, la instalación de una base que acumule el agua que se escurra de los paraguas, para evitar que el suelo se moje.