Cuando son muy pequeños, los árboles requieren (como cualquier planta) una serie de cuidados para poder desarrollarse. Este artículo analiza cómo un conjunto de piedras colocadas en torno a su base llama la atención sobre su presencia e impide que, por distracción, alguien lo pise o lo dañe sin darse cuenta. Las piedras, además, constituyen un bonito elemento decorativo. Y no solo para árboles pequeños, sino que también se pueden utilizar para construir canteros en torno a ejemplares adultos.
Piedras que protegen a los árboles pequeños
Los árboles o arbustos grandes son importantes para un jardín. Si las dimensiones del lugar lo permiten, siempre es recomendable tener al menos un árbol, tanto por lo que representa a nivel decorativo (a menudo el árbol se convierte en eje vertebrador del diseño del resto del jardín) como para que dé sombra y refresque en la época veraniega. Si se ha de plantar un árbol, es fundamental proporcionarle las atenciones necesarias para su correcto crecimiento.
Además de regarlo, protegerlo del excesivo sol o de las corrientes de aire, etc., es fundamental evitar los descuidos que pueden hacer que alguien los pise, les pase el cortacésped por encima o provoque cualquier otro incidente de esta naturaleza. Más allá del tamaño que alcanzan con el paso del tiempo, los árboles tardan mucho en crecer y desarrollarse y son muy frágiles en sus primeros tiempos, como cualquier planta pequeña o quizás más.
Los distintos tamaños, formas, texturas y colores de las piedras permiten lograr bonitas combinaciones
Una buena precaución para esta clase de problemas consiste en crear un pequeño cerco de piedras en torno al incipiente árbol, para que sirva como referencia visual y lo proteja de accidentes humanos. Y esto sirve no solo para cuando el árbol es muy pequeño y apenas se ve en el suelo, sino también para cuando ha crecido un poco en altura pero aún es pequeño y frágil. Hay que tener en cuenta que plantar un árbol exige paciencia: más allá de la especie de la que se trate, tarda varios años en crecer y alcanzar su tamaño adulto. Conviene tenerlo claro desde el principio y no esperar milagros.
Las piedras del cerco en torno al árbol, además, pueden emplearse de manera decorativa. Es decir, no solo deben proteger la planta sino que además pueden constituir un conjunto que adorne el jardín. En función del tamaño, la forma, el color y demás características de las piedras a las que se pueda acceder, se pueden formar atractivas combinaciones, de tal modo que el sitio elegido sea un punto central en la decoración del jardín aun antes de que el árbol destaque por su tamaño.
En el caso de árboles que ya hayan alcanzado su tamaño adulto, las piedras no son necesarias como protección, aunque sí pueden hacer un aporte significativo en la decoración del jardín. Los canteros en torno a los árboles son un elemento estético destacado.
Construir un cantero alrededor de un árbol es sencillo. Lo primero que hay que definir es el material del que estarán construidos: puede ser de piedra, pero también de ladrillos, de madera o de otro elemento que garantice la estabilidad del conjunto. También es importante establecer su tamaño, el cual dependerá del volumen del tronco: debe quedar espacio suficiente para que su desarrollo prosiga con normalidad y considerar para ello no solo el tronco sino también las raíces.
Como detalle ornamental, queda muy bien que la superficie de la parte interior del cantero se diferencie del resto del suelo del jardín. Para ello, es idóneo el empleo de turba (material orgánico de origen vegetal), ya que drena de manera óptima, mejora la porosidad de la tierra y, además, su aspecto, con una textura “cercana” a la de la corteza del árbol, permite variadas combinaciones.