Las tablas para cortar están presentes en casi todas las cocinas, ya que protegen tanto las encimeras como los cuchillos, facilitan la limpieza y son muy económicas. Si es posible, se recomienda tener varias tablas diferentes para los distintos alimentos. En el presente artículo se explican los usos de las tablas para cortar en la cocina, cuáles son los materiales y colores más frecuentes con los que están fabricadas y la importancia de la seguridad e higiene en el uso de estos utensilios.
Usos de las tablas para cortar en la cocina
La principal función de las tablas para cortar en la cocina es la de proteger la superficie de la encimera y el filo de los cuchillos, para evitar que la primera se raye y el segundo se desgaste. Además, facilitan la limpieza y el orden durante la preparación de los alimentos. Estas ventajas y lo económico de sus precios hacen que las tablas sean un utensilio normal en casi todas las cocinas.
Por otra parte, las tablas también son el recipiente adecuado para la presentación de ciertas comidas, como el pan cortado en rodajas, fiambres, quesos u otros que puedan servirse como tostas o tapas.
Al igual que otros útiles de la cocina, como los botes o los especieros, las tablas también pueden dotarse de una función decorativa. Mucho más cuando, por motivos tanto gastronómicos como de seguridad e higiene en la cocina, no se cuenta con una sola tabla, sino con varias. Para exponerlas en esta estancia, se pueden colgar de la pared o situarse en un estante sobre la encimera.
Materiales y colores de las tablas para cortar
Las tablas tradicionales son de madera, un material que brinda la rigidez necesaria para realizar cortes sobre ella y también resulta lo bastante blando para que el filo de los cuchillos no se deteriore tan rápido. Desde hace tiempo, no obstante, también se ha extendido el uso de las tablas de plástico, que ofrecen características similares.
Si bien la madera constituye un material más noble que el plástico, ya que es de origen orgánico y no sintético, el principal motivo para elegir uno u otro suele ser de carácter estético. Y es que las funciones que prestan son similares y los precios, bajos en ambos casos.
Pero también existen diversas opciones de diseño que aplicadas a las tablas permiten ampliar su valor decorativo.
Se aconseja el uso de varias tablas de cortar, con el fin de evitar contaminaciones entre los distintos alimentos
Si se cuenta con varias tablas distintas, es necesario poder identificarlas de manera sencilla. Para ello, se puede optar por añadir un color distinto a cada tabla según el producto al que esté destinada: blanca para pan, bollería, quesos y pastas; verde para frutas y verduras; roja para carne roja (ternera, cordero, etc.); amarilla para carne blanca (pollo, pavo, etc.); marrón para carne cocida y fiambre; azul para pescado y otros productos de mar; y negra para presentar la comida en la mesa.
Otra posibilidad es la de rotular las tablas. Incluso algunas ya se comercializan con carteles indicadores que permiten distinguirlas. Si hay que guardar las tablas y colorlas de tal forma que su parte visible sea el canto, se pueden poner las indicaciones allí, tanto pintadas como grabadas con distintos relieves. De este modo, se puede apreciar el diseño y, además, evitar el riesgo de contaminar la superficie de trabajo con pintura u otra sustancia.
Las tablas de cortar requieren ciertos cuidados para evitar que las bacterias se acumulen en su superficie y perjudiquen los alimentos. El riesgo es que se produzca la llamada contaminación cruzada, es decir, que un alimento (como la carne cruda) deje sobre la tabla ciertas bacterias que luego pasen a otro que se come sin cocer (como quesos o verduras). Este es el principal motivo por el cual se recomienda emplear diferentes tablas para los distintos alimentos.
Pero no son las bacterias el único problema. Hay otro tipo de contaminación, menos grave pero también perjudicial: el de los olores. Si sobre una tabla se cortan productos con un aroma muy fuerte, como pescado, y luego se hace lo mismo con frutas o queso, es posible que el olor de los primeros impregnen estos últimos. Como resultado, se disfruta menos el producto e, incluso, puede generar desagrado.