Desde hace unos años, la venta de discos de vinilo ha experimentado un importante incremento, y tanto, que se han convertido en tendencia. Junto a este repunte, el tocadiscos gana de nuevo un lugar en el salón o en cualquier otra estancia de la casa. De esta manera, además de aportar música, este aparato se integra en la decoración y dota al ambiente un estilo vintage. Este artículo habla de la vuelta de los tocadiscos y su valor decorativo, la combinación de su aspecto antiguo con la tecnología moderna y cómo guardar los discos de vinilo.
La vuelta de los tocadiscos
En los últimos años, ha ganado mucha fuerza una tendencia cultural que tiene su reflejo en el aspecto decorativo. Mientras que las ventas de CD no dejan de caer, las de discos de vinilo han experimentado un repunte tal que las cifras actuales se acercan a las de principios de los años 90. Quien compra estos discos necesita un aparato donde reproducirlos, una máquina que, a veces, puede ocupar un lugar importante en la decoración del salón.
Se puede optar por un tocadiscos antiguo restaurado o por uno nuevo que además reproduzca música digital
Y es que el tocadiscos es bastante voluminoso, al contrario de la creciente tendencia de fabricar los reproductores cada vez más pequeños: precisa de un sitio especial, a media altura y sin nada encima, más que algunos estantes.
Además, también hay que hacer hueco a los propios discos, de modo que el rincón de la música adquiere, en este caso, una presencia mucho más importante.
Aspecto antiguo, tecnología moderna
En el momento de elegir el equipo para escuchar los discos, se puede optar por un tocadiscos antiguo restaurado o uno nuevo.Entre los aparatos nuevos, los hay de diseños modernos y también con aspecto antiguo, que responden perfectamente a las modas retro y vintage que tantos adeptos han ganado en los últimos tiempos.
Además, los tocadiscos nuevos tienen la ventaja de integrar en el mismo sistema la reproducción de discos de vinilo y de otros soportes, como CD, puertos USB y entradas de tarjetas SD, para reproducir música en formatos digitales e, incluso, compartimentos para casetes. Muchos también incorporan sintonizadores de radio AM y FM, y hasta los hay que permiten convertir la música de los vinilos en formatos digitales.
Algunos de estos equipos son casi objetos de lujo. Concebidos para ocupar un lugar vital en la decoración, existen los que se diseñan con carcasas de madera, al igual que los tocadiscos más clásicos. La firma Audiowood, con sede en Estados Unidos, desarrolla algunos tocadiscos con auténticos pedazos de troncos de árboles. Otras creaciones de esta misma empresa son estantes, muebles para apoyar y reproducir música con teléfonos móviles y unos curiosos altavoces de madera con la forma de dos enormes audífonos. Sus precios también convierten a estos artículos en un lujo que no está al alcance de cualquiera.
Si se desea ir aún más atrás en el tiempo, una gramola constituye una pieza decorativa de gran atractivo
En la misma línea, otro artículo para quienes deseen ir aún más atrás en el tiempo son las gramolas. Si un tocadiscos vintage puede no llamar tanto la atención de un observador distraído, es imposible que la gramola no sea una gran atracción en la decoración de una estancia. Su altavoz, grande y brillante, se sitúa en el centro de la escena.
Por supuesto, recurrir a una tecnología antigua, como la de los discos de vinilo, no significa tener que perder calidad. Más bien al contrario: según los especialistas, la alta fidelidad musical de los discos de vinilo no pudo ser alcanzada por los sistemas digitales posteriores. De modo que es posible combinar los tocadiscos con sistemas de audio y altavoces distribuidos en el salón u otras estancias para obtener la mejor experiencia de sonido.
Los discos de vinilo ocupan bastante espacio y requieren de un sitio seguro donde guardarlos. Se pueden almacenar en anaqueles o estantes contra la pared, como los libros, o bien en un recipiente tipo caja, de modo que la consulta se haga mirando hacia abajo. En cualquier caso, nunca se deben poner unos encima de otros ni colocar grandes pesos encima, porque son frágiles y pueden dañarse.
Otra posibilidad es adquirir los discos por puro coleccionismo. A la hora de escuchar la música, salvo que se pretenda apreciar matices y niveles muy específicos, puede resultar mucho más cómodo darle al play en un reproductor digital que sacar el disco de su funda, ponerlo en el aparato y apoyar la aguja sobre él. Muchos afirman, también, que el uso de discos de vinilo solo tiene sentido para obras antiguas, las que fueron pensadas para ese formato específico, con dos caras, una cierta duración, etc.
En cualquier caso, los discos y sus fundas son unas excelentes piezas de decoración. Colgados de la pared como si fueran cuadros constituyen una herramienta muy apropiada para dar a la estancia un aire pop.