La primera vez en todo es siempre un proceso difícil de gestionar, y en especial cuando se trata de dinero con la primera inversión. Por eso, para ganar dinero y sacar rendimiento a los ahorros, hay que tener en cuenta algunos consejos. Quizás no se desarrolle como estaba previsto en un principio y el efecto sea el contrario: que afloren las pérdidas. Desconocimiento de los mercados y productos financieros, falta de aprendizaje y nula experiencia en las operaciones son las causas que pueden hacer perder dinero en una primera inversión. Para evitarlo, este artículo muestra las claves para que la primera inversión no sea traumática y pueda canalizarse con los mejores resultados.
Primera inversión, la más difícil
Si invertir es siempre un proceso complicado, y con cierta propensión al riesgo, mucho más lo es para quienes no tienen experiencia en esta clase de operaciones y se deciden a realizar su primera inversión. La falta de aprendizaje y la inexperiencia pueden jugarles una mala pasada y propiciar pérdidas de dinero.
Pero los inversores novatos pueden seguir unas pautas que limiten los efectos negativos de la primera inversión. La clave es cimentar una estrategia adecuada para ampliar, aunque sea de forma leve, su patrimonio personal. Para lograrlo, es necesario regirse por criterios basados en la prudencia, en especial evitando todo tipo de productos sofisticados o que requieran de un mínimo aprendizaje. Es preferible ponerse una meta modesta, pero que en realidad pueda cumplirse.
Regla 1: invertir solo parte de los ahorros
Nunca se debe invertir todo el capital disponible, ni tampoco una parte muy elevada del mismo. Con depositar entre un 20% y 40% será suficiente para la primera operación. No en vano, ya habrá tiempo para ampliar la inversión, a medida que la experiencia se vaya acumulando y se detecten los primeros resultados positivos. Como consecuencia de esta estrategia, las posibles pérdidas de dinero serán menores y habrá más ocasiones para que la tendencia cambie de manera radical.
Regla 2: invertir en productos conocidos
Los ahorradores inexpertos no deben, ni por asomo, invertir sus ahorros en productos bancarios que no conocen, y menos aún en diseños sofisticados de los cuales no dominan su mecánica. Deberán limitarse a los ya conocidos, cuanto menos en teoría, y de los que sepan su funcionamiento. Esta es la mejor fórmula para no cometer errores que les puedan hacer perder parte de sus aportaciones y, sobre todo, para que las pérdidas sean de menor intensidad.
Regla 3: buscar un rendimiento garantizado
Mientras siguen con su aprendizaje para generar mayor rendimiento a su capital, los inversores primerizos no tendrán más remedio que optar por los productos que garanticen una rentabilidad, por mínima que sea. Sus opciones pasan por la renta variable, a través de los valores que retribuyen a sus accionistas con dividendos (ganando todos los años hasta un 6%) y siguen con los depósitos a plazo fijo, o incluso fondos mixtos, que permitan mejorar los márgenes de rentabilidad sobre el ahorro.
Regla 4: asesorarse del modo correcto
En caso de no estar en condiciones de canalizar los ahorros, bien por desconocimiento bien porque nunca hayan operado con la mayoría de productos financieros, los inversores inexpertos deberán demandar la ayuda de su banco. Con toda seguridad, dispondrán de profesionales que se encargarán de proteger este proceso, determinando qué diseños son los más convenientes en cada momento, así como en qué condiciones suscribirlos, en función del capital disponible y del nivel de riesgo que pueda tolerar.
Regla 5: no dejarse influenciar por opiniones ajenas
Seguro que llegarán a sus oídos cantos de sirena sobre lo que pueden ganar en uno u otro producto bancario, y estos pueden proceder de personas u opiniones de no mucha confianza. Para no cometer un error en exceso grave, habrá que esquivarlos, al menos mientras se desarrollen las primeras operaciones. Pueden inducir a cometer equivocaciones irreparables, de las que se resienta el saldo de su cuenta corriente de forma grave.
Estos inversores son los más propensos al desarrollo de pésimas operaciones en el momento de invertir sus ahorros. Todos están expuestos, pero en este caso aún más, a equivocaciones que se centrarán en los siguientes escenarios:
- Precipitación: desarrollan su operación sin un previo análisis y sin constatar si es el momento oportuno para llevar a cabo la inversión.
- Arriesgar: esta estrategia no es buena consejera para ninguna operación y, en especial, cuando la falta de experiencia es el denominador común de los ahorradores.
- Ambición: aunque sea la primera vez, muchos tratan de ganar con rapidez desde el principio y elevan sus aportaciones. No es lo más adecuado para este perfil, que deberán partir de importes más modestos.
- Inoportunidad: debido a su desconocimiento de los mercados, realizan sus operaciones en situaciones en las que no es aconsejable, por lo que los efectos serán opuestos a los concebidos en un inicio.
- Inadecuadas: canalizan sus operaciones a través de productos bancarios no muy ajustados a su perfil como cliente, cuando disponen de otros menos vulnerables para sus primeras acciones.