Ante elegir renta fija o variable para configurar su capital disponible para estas operaciones, no son pocos quienes desean una mezcla de ambas inversiones para diversificar sus ahorros en vez de decantarse por un solo modelo. Ante el desconocimiento de los productos bancarios, no les queda más opción que repartir sus aportaciones a través de esta estrategia, contratando un depósito (renta fija) y la otra parte desviándola hacia Bolsa (renta variable). Este artículo aclara que hay algunos diseños bancarios que ofrecen la posibilidad de combinar ambas propuestas en un solo producto (depóstios, fondos de inversión y dividendos) y detalla sus características.
Invertir con tranquilidad
Los productos bancarios que permiten invertir a la vez en renta fija y variable son muy flexibles en la mayoría de las ocasiones, abiertos a toda clase de propuestas
Los productos bancarios que permiten invertir a la vez en renta fija y variable están desarrollados por un grupo gestor que se encarga de dotar de las mejores herramientas a cada modelo de ahorro. Como consecuencia, el pequeño y mediano ahorrador no tendrá que preocuparse de confeccionar su propia cartera de inversión.
Tienen la ventaja añadida que se trata de productos muy flexibles en la mayoría de las ocasiones, que están abiertos a toda clase de propuestas. No en vano, hay un momento para cada tipo de inversión, y lo que puede ser ahora bueno para la renta fija, es probable que dentro de un tiempo lo sea para la variable. Así, y a través de un producto que combine ambas estrategias, no habrá que preocuparse en exceso por la evolución de los mercados, sino por cuantificar cada cierto tiempo las ganancias acumuladas.
Combinar la fija con la variable
Si los ahorradores están de acuerdo en llevar estas ideas a la práctica para rentabilizar su inversión, deben conocer qué productos presentan estas características:
Depósitos: puede vincularse con activos financieros procedentes de la renta variable (índices, acciones, sectores…), para poder mejorar la rentabilidad y desligarse del 1% de media que proporcionan las imposiciones a plazo en estos momentos.
A cambio, será necesario cumplir con algunas exigencias en la evolución de estos activos, pero en cualquier caso se salvaguardará el importe depositado. Aunque se fundamenta sobre todo en la renta fija, es una opción para tomar contacto con la variable, aunque con un porcentaje mínimo.
Fondos de inversión: los fondos mixtos son el más claro ejemplo de cómo pueden combinarse ambos activos financieros, en la proporción que marque cada fondo a través de sus gestoras. Puede estar inclinado más a unos que a otros, y de esta forma dirigirlos al perfil de cada cliente, incluso eligiendo la zona geográfica de cada producto.
Dividendos: si los inversores optan por este modelo, podrán crear una renta fija dentro de la variable, ya que si bien están centrados en renta variable, podrán conformar una rentabilidad fija todos los años, que generará un interés entre el 2% y 7%. Es una estrategia muy válida para mantenerla a largo plazo a través de una amplia selección de valores que reparten esta remuneración entre sus accionistas.
Combinar la renta fija con la variable en un solo producto bancario conlleva una serie de ventajas:
Ayuda a los ahorradores a conformar su modelo de inversión, sin que tengan que configurarlo ellos mismos, que muchas veces desconocen la evolución de los mercados financieros.
Permite introducirse en ambos mercados (renta fija y variable) sin tantos riesgos como si lo hiciesen directamente a través de uno de ellos.
Genera un ahorro en comisiones y gastos de mantenimiento, ya que al tratarse de un solo producto en vez de varios requerirá menores desembolsos por su gestión.
Diversifica las inversiones de los usuarios, que optan por estar en varios mercados financieros a la vez para limitar las posibles pérdidas que pudiesen generarse por su decisión.
Cuentan con el respaldo de bancos o gestoras, que son los encargados de confeccionar estos productos. La participación de los usuarios se limita a su contratación.
Son productos no en exceso complicados, que pueden ser entendidos por buena parte de los clientes de los bancos y cajas, alejados de los diseños más agresivos.