Cada vez son más las entidades financieras y marcas comerciales que disponen de su propia aplicación para pagar las compras a través del smartphone. Estas herramientas, que aún no gozan de mucha popularidad, son una de las grandes apuestas de la banca para hacerse con el mercado joven. Pero muchas compañías, como los fabricantes de terminales, ya han desarrollado sus propias apps con las que esperan competir y superar a las entidades financieras. Pero, ¿cómo funciona el pago por móvil? ¿Qué otras operaciones financieras se pueden realizar con un smartphone? En este artículo se aclaran estas cuestiones.
El smartphone como una tarjeta contactless o sin contacto
Pagar cualquier compra con un móvil es tan sencillo como hacerlo con una tarjeta contactless. Para efectuar el abono, solo hay que activar la aplicación correspondiente y acercar el smartphone a un datáfono capaz de leer el chip NFC del teléfono. Así de fácil. En algunos casos ni siquiera hay que activar la app; con tener el móvil desbloqueado ya vale. Además, como ocurre con el resto de pagos sin contacto, si la adquisición realizada no supera los 20 euros, no es necesario introducir el número PIN, lo que agiliza de forma significativa la operación.
La tecnología NFC (Near Field Communication) es la que hace posible que se pueda utilizar un smartphone como si fuera una tarjeta contactless. Pero si el móvil no cuenta con este servicio, algunas entidades bancarias entregan unos pequeños adhesivos que se pueden pegar en la parte posterior del terminal y que incorporan un chip que sí captan los datáfonos al acercar el teléfono.
El móvil, vinculado a una tarjeta o cuenta
El dinero con el que se efectúa la compra puede provenir, según la aplicación móvil que se utilice, de una cuenta corriente o de una o varias tarjetas de débito o de crédito. Si la app pertenece a una entidad bancaria, es posible elegir entre vincular una cuenta o una o más tarjetas, aunque no se puede escoger ningún producto que no pertenezca al banco. Estas aplicaciones, además, permiten realizar distintas operaciones, como transferir dinero de una tarjeta de crédito a una cuenta y viceversa, activar o desactivar un «plástico» o consultar los pagos hechos sin tener que introducir la contraseña del servicio de banca online, entre otras.
En cambio, si la aplicación empleada es la de una marca de móviles o la de una compañía de telecomunicaciones, se pueden asociar varias tarjetas de cualquier entidad financiera, a no ser que dicha empresa solo trabaje con un grupo de bancos en particular. Para vincular el «plástico» a la app hay que introducir los datos de la tarjeta o hacer una fotografía a la misma para que el sistema escanee los números y los procese. Si se asocian varias tarjetas, antes de llevar a cabo la compra con el móvil se tiene que elegir la que se quiere usar.
El sector de los pagos con el móvil no es el único que ha surgido gracias a la incorporación de las nuevas tecnologías en los servicios y productos financieros. En fechas recientes se han creado varias aplicaciones y plataformas que permiten realizar pequeñas transferencias de dinero entre particulares a través del smartphone.
De entre todas las ventajas que ofrecen estas herramientas destaca su inmediatez, pues, a diferencia de los servicios de transferencia convencionales, si se envía el dinero a un destinatario que sea cliente de otro banco, éste recibirá el dinero casi al instante (en unos 10 segundos como máximo).
Otra característica de estas plataformas es que no es necesario pagar ninguna comisión por utilizarlas, ni por hacer transferencias entre clientes de distintos bancos. Sin embargo, por el momento estos servicios solo dejan hacer transacciones de cantidades relativamente reducidas. El límite máximo de dinero que se puede mandar y percibir depende de cada herramienta, aunque en general la suma que se puede transferir o recibir oscila entre los 500 y los 1.000 euros, en función de la plataforma que se use.