La creciente falta de empleo ha determinado que un 10% de las familias españolas se encuentre en la actualidad con todos sus miembros en paro. En total son 1.737.900 los hogares con un cuadro familiar en el que el empleo brilla por su ausencia, tanto entre los más jóvenes del núcleo familiar como entre los de edad más avanzada. A lo largo de este artículo se dan pistas para intentar sobrellevar tan difícil situación: desde reducir gastos o explorar una economía doméstica basada en el autosustento, hasta la posibilidad de mudarse a una vivienda más pequeña o de volver al pueblo de origen en busca de mejor fortuna.
Todos en paro: hora de cambiar de vida
Las familias que se encuentran con todos sus miembros en paro (casi 313.000 más que el año pasado) no tienen ingresos o apenas cuentan con los pocos euros que brindan los seguros de desempleo o los escasos subsidios que se brindan a quienes ya han agotado aquella instancia. Si a esto se suman las reducidas posibilidades de encontrar trabajo a corto plazo y en la actual coyuntura de crisis, la perspectiva de las economías domésticas que se ven en esta situación se vislumbra poco alentadora. Lo recomendable es lograr movilidad en diversos sentidos: hay que readecuar los objetivos de vida, despojarse de las expectativas anteriores y estar dispuesto a innovar y explorar nuevos rumbos.
En caso de contar con más de un coche, habrá que evaluar la posibilidad de deshacerse de uno para reducir gastos
Las recetas para una situación tan apremiante como la de una familia con todos sus miembros en el paro pueden incluir distintos ingredientes, que cada uno debe seleccionar en función de las potencialidades del grupo, las posibilidades del entorno y la propia historia.
Entre los primeros puntos de la lista están la reducción de los gastos, la exploración de una economía doméstica basada en el autosustento o el desarrollo de negocios, así como la posibilidad de mudarse a una vivienda más pequeña o de volver al pueblo, al menos hasta que la crisis reduzca su impacto.
1. Reducción de gastos
Ajustar al máximo el equilibrio entre gastos e ingresos es una de las primeras medidas que se deben tomar en una economía en apuros. En cuanto se observen en detalle las cuentas domésticas, podrán detectarse diferentes conceptos capaces de resistir un cambio para adaptarse a una situación económica más ajustada.
Vehículo y transporte. En caso de contar con más de un coche, habrá que evaluar la posibilidad de deshacerse de uno de ellos, con el fin de reducir gastos (seguros, aparcamiento, reparaciones, etc.) y obtener un ingreso extra por la venta. Incluso hay modelos de carsharing que permiten alquilar vehículos entre particulares, con lo cual habrá que valorar si, en lugar de vender el segundo automóvil, este puede transformarse en una fuente de ingresos. Si se considera una decisión conveniente prescindir por completo del coche, el transporte público, la bicicleta particular o los sistemas de bicicletas públicas se convertirán en la alternativa idónea para ahorrar lo más posible o incluso adoptar una nueva forma de movilidad exenta de gastos.
Servicios. Desde el recibo de la luz hasta el servicio de Internet o de telefonía fija pueden ser variables de ajuste clave.
Las conexiones a la Red por USB son una opción asequible, ya que suelen cobrar solo por el tiempo de navegación, con lo cual se evita un gasto fijo por el servicio. Habrá que sopesar también la conveniencia de prescindir por completo de conexión y echar mano de las bibliotecas de barrio, que prestan conexión gratuita y ordenadores.
En el caso de la telefonía, dar de baja la línea y utilizar solo el móvil puede ser otra opción de ahorro. Lo mismo puede decirse de las medidas que permiten ahorrar energía eléctrica y calefacción: desde ajustar la calefacción hasta usar de manera consciente la luz, más ahora, en pleno invierno.
2. Autosustento
El término autosustento alude a proveerse, por medios propios, de todo lo necesario para vivir, desde transporte y energía hasta alimentos.
El autocultivo en casa es viable tanto para quienes poseen un jardín de superficie considerable como para quienes cuentan apenas con un balcón y algo de sol. Tomates, cebollas, albahaca y hasta patatas pueden plantarse en macetones. Se estima que una huerta de 10 metros cuadrados ofrece alimento para una familia de cuatro integrantes todo un año. Ya sea como una apuesta fuerte al autocultivo, si se cuenta con suficiente espacio o con unas pocas macetas con alguna verdura u hortaliza, la huerta en casa garantiza un ahorro seguro. Hay sitios en Internet que prestan información aprovechable incluso para quienes carecen por completo de conocimientos en este área.
Se puede alquilar la vivienda propia y buscar otra en una zona más barata para obtener un ingreso extra por la diferencia de precios
Las conservas y el procesamiento de alimentos también pueden ser una buena herramienta de ahorro. A la vez que garantiza el almacenamiento de alimentos y menos gasto en la compra, se transforman en un bien de cambio para grupos de trueque o entre amigos. La lista puede incluir escabeches, dulces, mermerladas, melocotones en almíbar y lo que la imaginación y el recetario de la abuela permitan.
3. Vivienda
El propio hogar puede volverse una variable de ajuste en gastos y en la generación de ingresos. La crisis impone cambios, transitorios o definitivos, y la vivienda no está exenta de la movilidad externa e interna que impone la transición. En este sentido las medidas son muchas:
Alquilar una habitación vacía puede ofrecer una renta de entre 200 y 600 euros, según la zona y los servicios que se ofrezcan al inquilino. El contrato puede incluir pensión completa y ofrecer, a la vez que el espacio, el lavado de la ropa y la comida.
Intercambiar la vivienda es otra alternativa. Se puede alquilar el piso propio y buscarse otro en una zona más barata, o de menores dimensiones, con el fin de obtener un ingreso extra por la diferencia de precios.
La idea de volver al pueblo por un tiempo o de manera definitiva también es una oportunidad en tiempos de crisis, sobre todo, si se cuenta con la acogida de la casa familiarguardas en alguna casa de campo o rural, en donde, además de vivienda asegurada, se accede al entorno idóneo para el autosustento.
La alternativa de vivir en el campo o huir de la ciudad para paliar la crisis ha ido en aumento en los últimos años. Según referentes de entidades que asesoran a nuevos pobladores rurales, en los últimos tres años se han realizado un 50% más de consultas por esta opción de vida que en el trienio anterior.