A la precaria situación económica de muchas familias españolas, con bajadas en los salarios o pérdida del puesto de trabajo, se une ahora la subida del IVA, en sus tramos general y reducido, a partir del 1 de septiembre. El regreso del verano, el comienzo de los colegios y la vuelta a la normalidad obligan a buscar un ahorro en todos los conceptos posibles para sobrevivir a la “cuesta de septiembre”, que se presenta más dura que en años anteriores. Evitar endeudarse en exceso es una tarea indispensable, por lo que conviene tomar una serie de medidas con las que poder reducir o eliminar los gastos innecesarios y cuadrar el presupuesto familiar.
Cómo reducir los gastos innecesarios
La crisis económica, la precariedad en los salarios, la inseguridad laboral y el aumento del desempleo hace que muchos españoles se vean abocados a sobrevivir con sueldos, pagas o pensiones cada vez más bajos, por lo que los ingresos medios de las familias disminuyen mes tras mes.
Aunque el impacto de una subida del IVA sobre las famélicas arcas del Estado es casi inmediato, uno de sus principales efectos negativos es el debilitamiento del consumo y la ralentización de la economía. En este sentido, el incremento del IVA, en su tramo general (del 18% al 21%) y en el reducido (del 8% al 10%), va a provocar que a los consumidores no les quede otra opción que gastar menos para salir airosos de esta situación de recesión. Por ello, es esencial conocer en qué conceptos se puede reducir gastos para llegar a fin de mes.
1. Cumplir al presupuesto
Hay que hacer un presupuesto, y cumplirlo. De su elaboración se obtiene información sobre lo que se ingresa cada mes en el hogar y lo que se gasta. Recortar al máximo los gastos para que no superen el 90% de los ingresos, y poder ahorrar un 10% mensual, es una norma de obligado cumplimiento cuando se pretende sanear la economía doméstica.
Lograr una economía saneada implica ahorrar cada mes un 10% de los ingresos
Conseguir este objetivo de reducción del gasto es una tarea en la que toda la familia tiene que colaborar y estar concienciada de que hay que ahorrar. Por ello, con el fin de confeccionar un presupuesto útil, hay que conocer con detalle los gastos que realiza cada uno de sus miembros. Como primera medida, se tienen que identificar los gastos superfluos que se pueden eliminar, reducir o aplazar hasta un momento de mayor desahogo económico, dar prioridad a los gastos esenciales y privarse de algunos caprichos. También conviene cambiar de forma de vida si se tienen aficiones costosas, etc.
2. Reducir el gasto en vivienda
El alquiler de un piso o el pago de la hipoteca son los gastos fijos más costosos y se llevan un buen pellizco del presupuesto mensual. Hay que considerar la posibilidad de trasladarse a un inmueble más barato. Cuando se vive de alquiler, se puede solicitar al casero un descuento temporal de la cuota. Además, cabe la opción legal de alquilar una habitación en un piso compartido para dividir gastos con el resto de inquilinos.
Si se posee un piso en propiedad, se puede optar por buscar inquilinos a los que alquilar habitaciones y, de esta forma, obtener unos ingresos adicionales para pagar la hipoteca. Cuando las deudas son acuciantes, se puede buscar un comprador para venderle el inmueble y cancelar la hipoteca o gran parte de ella. La ventaja de esta opción es que el piso se vendería por un valor superior al que se lo va a adjudicar la entidad financiera, y la deuda pendiente sería mucho menor o incluso nula. Además no habría que hacer frente a ningún tipo de coste judicial.
Desenchufar los aparatos que no se usan y reducir el uso del aire acondicionado ayuda a ahorrar en electricidad
Asimismo, se puede refinanciar la deuda para ampliar el plazo de amortización de la hipoteca. Tanto el cliente como la entidad bancaria obtienen beneficios: el cliente puede seguir residiendo en su vivienda y la entidad financiera consigue seguir cobrando el dinero de la hipoteca o, al menos, una parte.
3. Ahorrar en los suministros básicos
Apagar las luces y desenchufar los aparatos eléctricos cuando no se usan ayuda a ahorrar electricidad. Usar bombillas de bajo consumo, apagar la placa vitrocerámica y utilizar su calor residual para seguir cocinando los alimentos, planchar toda la ropa de una sola vez, etc. son pautas que pueden ayudar a reducir el gasto doméstico.
La factura de la calefacción supone un gran desembolso mensual. Por ello, conviene sellar las rendijas de las ventanas para impedir la entrada de aire frío en la vivienda. Lo más apropiado es estar abrigado en casa y a una temperatura nunca por encima de los 22 grados centígrados. En verano, lo más adecuado es dejar las persianas bajadas durante el día para mantener la casa fresca y llevar ropa fina y holgada, con el fin de reducir el uso del aire acondicionado.
Cerrar bien los grifos y no malgastar el agua son otras de las medidas que se deben tener en cuenta a la hora de buscar el ahorro. Para ello, hay que utilizar la lavadora y el lavavajillas cuando estén llenos. En cuanto al aseo personal, es mejor darse una ducha que bañarse y no se debe emplear el retrete como papelera.
Asimismo, conviene reducir el gasto en llamadas telefónicas y buscar un proveedor de Internet y teléfono que ofrezca las tarifas más reducidas.
4. Planificar el gasto en alimentación
Cada vez que se acude a comprar hay que hacerlo sin apetito y llevando una relación de lo que se va a comprar. No hay que ahorrar en la alimentos básicos y necesarios, pero sí planificar bien los menús, cocinar varias raciones y congelar. Se debe evitar tirar comida.
5. Restringir el uso del vehículo propio
Se recomienda no utilizar el coche privado en exceso. A menudo, resulta más ventajoso vender el vehículo propio y alquilar uno para el momento concreto en que se va a necesitar. No poseer coche propio disminuye de modo considerable los gastos anuales (el seguro, el combustible, las revisiones y piezas de repuesto, los tiques de estacionamiento y los peajes, las multas, los impuestos municipales, etc.).
Hay diversas alternativas a la conducción, como viajar en autobús, tren o metro, caminar, utilizar un servicio de coche compartido, o ir en bicicleta. Cada vez se hacen más carriles para bicicletas, con lo que se puede ir casi a cualquier lugar de las ciudades pedaleando.
No tener coche propio evita los gastos del seguro, el combustible y los impuestos municipales
Por otra parte, conviene tramitar una tarjeta de abono para el transporte público, con el fin de poder viajar todas las veces que se necesite.
6. Moderar gastos en ropa, calzado y complementos
Se puede comprar ropa a buen precio en las grandes superficies y aprovechar los periodos de rebajas, descuentos y ofertas para adquirir lo que se necesita.
Intercambiar con otros padres la ropa de los niños, uniformes, trajes de deporte, libros o material escolar puede suponer un gran ahorro, sobre todo durante el inicio del curso en septiembre.
Para conseguir algo de dinero, los objetos y la ropa que ya no se usa y ocupan espacio se pueden vender a las tiendas de segunda mano. Asimismo, los mercadillos, las tiendas de discos y videojuegos de ocasión y las librerías de viejo también constituyen una opción para comprar barato.
De todas formas, como medida de ahorro, no se debe adquirir ningún artículo que no se necesite o cuya compra no se haya planificado con antelación.
7. Recortar en ocio y entretenimiento
La difícil situación económica ha provocado que la mitad de los españoles modifique sus hábitos de consumo y ahora practique el ocio casero. Organizar una partida de juegos de mesa con amigos y familiares, mantener una buena conversación, alquilar una película, promover veladas en la propia casa o en casas de amigos son formas de diversión en las que no hay por qué gastar mucho dinero.
Intercambiar con otros padres ropa de los niños, uniformes, libros o material escolar suponer un gran ahorro
Correr, pasear y hacer deporte al aire libre es barato, mejora la salud y fomenta las relaciones humanas. Asimismo, la mayoría de los municipios tienen ofertas de ocio y deporte gratuitas o con importantes descuentos para niños, pensionistas, desempleados, etc. Además, hay que olvidarse de hábitos como el alcohol, el tabaco y los juegos de azar y reducir las salidas a bares o las cenas fuera de casa.
El consumo de «impulso» (que incluye el gasto en comida y bebida fuera del hogar) se está viendo muy afectado por la crisis, ya que los clientes han dejado de frecuentar los bares y restaurantes para consumir más en el hogar. En este sentido, cocinar en casa y llevar la comida al trabajo en una fiambrera o tupperware puede suponer un gran ahorro.
8. Reducir lo mínimo en salud y formación
Vivir conforme a las propias posibilidades, permite afrontar el futuro de una forma más tranquila y estable. En la medida de lo posible, conviene apartar una cantidad de dinero todos los meses para generar un ahorro o para dedicarla a posibles emergencias y gastos inesperados (una enfermedad, una avería del coche, una visita urgente al dentista, la pérdida del empleo, etc.).
Sin embargo, hay que procurar recortar lo mínimo en los temas relacionados con una alimentación equilibrada, la salud (médicos, oculista, dentista, etc.), la educación de los hijos y la formación académica y profesional.