Los derivados son instrumentos financieros cuya valoración se basa en el precio de un bien, denominado subyacente. Los más conocidos por los ahorradores son los contratos de futuro, cuyo subyacente pueden ser acciones, metales preciosos o los más diversos bienes que cotizan en las Bolsas internacionales. Entre los más nuevos figuran los contratos por diferencias, que permiten a los pequeños inversores operar por medio de un broker con un mínimo de dinero e invertir a corto o largo plazo. Son productos que brindan al ahorrador una elevada liquidez y flexibilidad en cuanto a los vencimientos y el área de inversión, sin necesidad de adquirir un número mínimo de títulos para tomar posiciones.
También para pequeños ahorradores
En el mundo de las inversiones financieras, no todos los productos son para cualquier inversor. Esto se debe a factores que comprenden desde la mayor o menor aversión al riesgo, hasta los requisitos que demandan las Bolsas para operar. Cualquier pequeño ahorrador español puede contratar un fondo que invierta en su nombre de manera diversificada en acciones de empresas de determinado sector productivo o región, para la renta variable, y en bonos del Estado, para la renta fija. Pero no es fácil que ese mismo inversor pueda comprar de manera directa esas acciones. En parte, por los volúmenes de compra que se demandan o por las garantías requeridas y, sobre todo, porque la normativa española exige la actuación de los brokers o intermediarios registrados en la CNMV.
Demandan una atención y seguimiento pormenorizados para controlar la inversión
Con los contratos por diferencias (CFD), se ha abierto el universo de los derivados para los pequeños ahorradores, hasta ahora reservado para los grandes inversores. Como contrapartida, tienen un mayor riesgo debido a que demandan una atención y seguimiento pormenorizados para controlar la inversión y, sobre todo, porque son una herramienta de endeudamiento a futuro que, si no se sabe manejar, puede derivar en cuantiosas pérdidas.
Numerosas ventajas
Son un producto derivado que puede adquirirse mediante la apertura de una cuenta en una entidad de servicios financieros. En España su implantación es reciente, pero en otros mercados funcionan desde hace ya un tiempo. Los CFD pueden tener como bien principal el ligado a su valor, acciones de empresas, índices, divisas, materias primas o metales preciosos.
En una inversión igual en futuros y en CFD para la misma empresa, el resultado final puede arrojar un 50% más de ganancia para estos últimos
Su principal característica es que permiten acceder a los clientes minoristas a mercados antes vedados (como el de las materias primas), debido a que las garantías que requieren son mucho menores que para los futuros.
Como sucede con la mayoría de los productos derivados, se pueden vender tanto al alza como a la baja si se considera que el título al que está ligado «va en picado», pero con la ventaja de que no tienen fecha de vencimiento. Ello supone una gran diferencia en comparación con los tradicionales futuros, que vencen a dos o tres meses. Esto les otorga más liquidez, ya que su venta en el mercado resulta mucho más fácil.
Entre sus principales atractivos radica también el hecho de que no es necesario contar con todo el dinero para comprar un CFD sobre acciones de una empresa. Esto se denomina apalancamiento y quiere decir que los brokers demandan una garantía mínima, que en este nuevo producto oscila entre el 5% y el 10% del valor total de la operación para comprar la cantidad de CFD deseada, según el subyacente y la Bolsa en la que se opere. En cambio, en los contratos de futuro, la garantía oscila entre el 15% y el 20%, además de haber un mínimo exigido de títulos para invertir. Para el caso de las acciones, es obligatorio adquirir 100 acciones para operar con este instrumento.
Esto significa que, aunque abre posibilidades de inversión en nuevas áreas para los pequeños clientes, el apalancamiento es un arma de doble filo utilizada para diversificar inversiones. Es una herramienta que puede abultar las ganancias, pero lo mismo puede decirse de las pérdidas si los resultados no son los planeados.
Otra gran fortaleza de los CFD es el pago de dividendos. A diferencia de los contratos sobre futuros, el propietario de un CFD sobre las acciones de una empresa tiene la facultad de cobrar las ganancias por acción que liquidan de manera periódica las compañías.
Esto es más corriente en posiciones largoplacistas, ya que deberá coincidir la liquidación de la empresa con la vigencia del CFD. Sea de un modo u otro, en una comparación de igual inversión en futuros y en CFD para la misma empresa, el resultado final puede arrojar un 50% más de ganancia para estos últimos si se hace efectivo un pago de dividendos.